Capítulo Treinta Y Tres.

4.4K 496 37
                                    

Eran ese tipo de acciones faltas de aprobación lo que hacían a Benjamin un ser insoportablemente impredecible. En otras ocasiones se habría consternado al punto de sufrir una apoplejía, pero ya estaba harta de que nunca la tuviera en consideración para tomar decisiones, Isabella era su hija y por nada del mundo permitiría que su pequeña se viera envuelta en otra de las engañosas jugadas de su hermano.

Lo tomó de la solapa del abrigo con fuerza y acercó su rostro al suyo. Sus alturas eran aproximadas ya que él se encontraba dos escalones por debajo. Intentó verse todo lo sería que pudo para demostrar autoridad.

—Tú no harás tal cosa.

Gabrielle estaba muy, muy calmada.

Aquello logró desconcertar a Benjamin, pero como siempre ella solo pudo observar un ligero ceño fruncido en reacción a sus palabras. ¡Que exasperante que era su hermano! Por momentos asemeja ser de piedra.

—No tengo tiempo para esto. Te aseguro que no fue nuestra primera opción, pero ambos estamos dispuestos a asumir lo que conlleva —suelta a la par que intenta esquivarla.

Pero en un momento de furia corrió hasta volver a ponerse frente a él y lo miró con incredulidad.

—¿¡Estamos!?, ¿Quieres decir que todas esas veces que estuviste con ella confabulaban a mis espaldas? —Eso la hirió profundamente. Pensó que Isabella confiaba en ella.

—No es algo a lo que recurrimos por impulso, hermana —contestó intentando calmarla—, créeme que llevamos más tiempo del que crees buscando una salida y, por favor, no seas exagerada, nadie confabula nada.

—¿Entonces porque haces esto?

El tono derrotado y decaído de su hermana mayor le indicó al marqués que a pesar de no mostrarse desesperada, por dentro se hundía. Así que explicó la situación con todo el tacto que pudo, fue suave con sus palabras e intentó infundirle un poco de la despreocupación que el presentaba.

—Isabella es una joven que en cualquier momento encontrará un esposo, digno o no, lo encontrará. Cuando eso suceda habrá dos escenarios posibles, la primera es que tendrás la oportunidad de reunirte con ella en ciertas ocasiones, la verás menos y con el paso del tiempo ella realizará su matrimonio lejos de ti. Aunque asumo que estarías satisfecha si ese hombre la hace feliz. Lo segundo sería que dejemos las cosas tal y como estén y permitamos a William salir de su apuro financiero entregándola a cualquier imbécil que le ofrezca una conveniente suma de dinero —Ambos se observaron en silencio. Dejaron que las palabras del muchacho calaran hondo en sus mentes, necesitaban pensar con cuidado—. Lo que yo le ofrezco es seguridad y protección, estaría cerca de ti todo el tiempo y viviría en Aberdeen junto a nuestras hermanas. Gabrielle... ella no volvería a estar sola, jamás le faltaría nada, yo le respetaría. Es muy joven aun, pero con el tiempo estoy seguro que ambos nos acostumbraríamos el uno al otro.

Ella se hallaba incapaz de decir algo al respecto. Solo podía mirar a su hermano con nada más que estupefacción.
Sus palabras eran ciertas, pero si bien todo lo que su matrimonio le proporcionaría sería estabilidad en la vida, no estaba completamente segura de que también le proporcionase felicidad.
Fueron las últimas palabras de Benjamin lo que rompieron la perfecta analogía; con el tiempo nos acostumbraríamos el uno al otro.
Que poca profundidad y que triste prospecto de vida sería una llena de costumbre. Definitivamente aquello no sonaba para nada emocionante, Benjamin no amaba a la joven e Isabella no lo amaba a él.

No concebía la idea de que ambos se estropearan sus futuros.
Se negaba a permitirlo, y a punto estaba de abrir la boca para dar su opinión cuando la silueta grande e imponente de su americano apareció bajando las escaleras hasta llegar a ellos.

Razones para amarte W1 [𝐄𝐝𝐢𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora