Razones para amarte W1 [𝐄𝐝𝐢𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨]

Capítulo Treinta Y Cuatro.

Sintió una divina sensación de pereza y saciedad por la cual abrir los ojos era básicamente un sacrilegio en aquel momento, se recreó en una figura que expedía una calidez magnética, en medio de la inconsciencia se apretó más para conseguir toda la comodidad posible. Era la primera vez en años que lograba conciliar un sueño tan potente y le sorprendió la paz mental que poseía. Soltó un placentero suspiro y justo estaba por quedarse nuevamente dormida cuando sintió el tacto cariñoso de unas manos a través de su espalda, lo que logró vívidos efectos en su cuerpo.

Levantó su rostro topándose de lleno con esos profundos ojos azules e inmediatamente sonrió viendo que estaba muy despierto. Al contrario que ella, David no lucía cansado o somnoliento, de hecho, dudaba que él si quiera hubiera dormido después de hacer el amor.
Gabrielle se sonrojó al recordar lo que había pasado en esa misma habitación tan solo unas horas atrás. Jamás se hubiera atrevido a pensar que volvería a compartir intimidad con un hombre y que esta vez de hecho le complacía en todo ámbito. Había sido igual que la vez anterior; maravilloso.

Estiró uno de sus brazos para palpar la suavidad de sus salvajes rizos castaños. Oh, Gabrielle definitivamente estaba muy enamorada pues hallaba todo en él demasiado encantador. Se estiró como una pequeña gatita y el movimiento causó un cosquilleo en sus senos debido a los vellos en el pecho de él, aun así, no pensaba por ningún motivo alejarse.

—No has dormido ni un poco ¿cierto? —preguntó con voz grave debido al sueño.

—No suelo dormir más que dos o tres horas la mayoría del tiempo. Tengo cierto problema de insomnio —confesó sin dejar de tocar su piel—. Además, me fue imposible hacerlo teniéndote tan cerca, solo quería mirarte y mimarte

Gabrielle bajó el rostro un poco abochornada. El mundo tan romántico de la seducción aún era muy nuevo para ella. Aun así, estaba comenzando a sentirse cada vez más segura de mostrarse de forma atrevida cuando estaba con él. Le gustaba la forma en la que David la incitaba a seguir sus juegos.

—Seguramente debí verme horrenda durmiendo.

—Solo un poquito, cariño.

Ambos rieron ante la broma y Gabrielle entonces volvió a conectar sus miradas. Pasó su pequeña mano a lo largo de su brazo hasta detener sus dedos en el llamativo e intimidante tatuaje de su antebrazo. Lo había visto en anteriores ocasiones, pero nunca tuvo la audacia suficiente para preguntar sobre su significado, sin embargo, llegados a este punto, creyó que no sería demasiado atrevido.

—¿Desde hace cuánto tienes el tatuaje? —Se fijó en la manera en la que las venas de sus brazos se tensaron. Parecía que su pregunta había cambiado su humor.

Gabrielle esperó pacientemente. Estuvo a punto de retractarse, pero entonces decidió que ella en realidad quería saber aquello. No volvería a viejas costumbres de pedir perdón por todo.

—Es parte de lo que fui hace muchos años —Gabrielle acarició el contorno con cuidado, como si se tratara de una valiosa pintura.

La imagen era de un cráneo del cual emergía una carta de trébol causando grietas en la frente. Ya estaba un poco difuso debido a que probablemente no lo había retocado, pero seguía siendo visible y a simple vista no comprendía el mensaje.

—¿Fue de cuándo formaste parte de los Red Conquers? —Algo de eso recordó con las conversaciones de su hermano.

También tenía muy presente que seguramente parte de los involucrados que retenían a Justin eran precisamente miembros de esa asociación criminal. Le costaba trabajo imaginarse a David como parte de uno de ellos, pero también debía tomar en consideración que fue tan solo un niño tomando las decisiones equivocadas. Ella no era nadie para juzgar cuando su hermano también había cometido errores.