Capítulo Cuarenta Y Siete.

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Le era imposible dejar de sonreír, incluso cuando su mandíbula empezaba a doler por compartir tantos gestos de alegría, continuaba haciéndolo. Era una sensación tan satisfactoria el saberse completamente despreocupada de cualquier persona o situación, ahora tenía el tiempo y el ánimo de ponerse a organizar la boda que tanto anhelaba llevar a cabo. Desde que había regresado de esa terrible experiencia en Dover, se había visto llena de mujeres sobreprotectoras que no la dejaban ni levantarse de cama sin ayuda, era lindo pero exasperante.

Tuvieron que pasar un par de días para demostrarles a sus hermanas y madre que estaba en perfectas condiciones para actuar por ella misma, aunque evitó decirles su renovado miedo por la soledad pues eso las tendría nuevamente al pie de su habitación.

En cuanto a la fecha de la boda, era algo que David y ella ya habían acordado. Debido a que tuvieron que esperar más de lo necesario para tener informes de la aparición del cuerpo del Duque Worcester, la celebración se retrasó e Isabella tendría que perderse tan esperado día, ya que estaría socialmente de luto por ser la única familiar restante de los Stanton disponibles en la ciudad.

Por eso su matrimonio sería al finalizar la temporada. A Gabrielle poco le importaba si asistían o no invitados a su boda, con tener a su familia era suficiente y no pediría nada más que eso. Las opiniones hipócritas de quienes solo conocieron la parte exterior de su historia y relación con la familia de su difunto esposo no las deseaba, se avecinarían al evento preparados con su malsana cizaña para conocer los detalles más recónditos de la muerte de William y la de su madre. No necesitaba ni quería eso en el que sería el día más feliz de su vida.

Suspiró, dejó todos esos pensamientos atrás para observarse de pies a cabeza en el inmenso mural de cristal en la boutique de Charlotte. Cabía destacar que desde la impresión que dio a todos con el fantástico vestido azul que confeccionó para ella el día de la fiesta de Laura, habían llovido clientas a su negocio con la intención de vestirse del talento de la joven confeccionista. Aunque siempre seguía dándole preferencia a sus clientas habituales.
Como ahora, que observaba embelesada el impresionante modelo del vestido de novia que había hecho para ella. El modelito no era para nada convencional, aunque pensándolo bien, nada de lo que Charlotte creaba le daba una idea de normalidad.

Dio unas cuantas vueltas midiendo el vuelo de las faldas y los brillos del encaje alrededor de su cintura, la fina tela era de un tono aperlado muy suave con reflejos rosados. En sus manos unos preciosos guantes blancos de seda decoraban su piel hasta los antebrazos ceñidos con una cinta, no podía dejar de admirar toda la magnificencia del vestido y ni siquiera estaba terminando del todo. Alisó el rollete del escote para admirar el trabajo manual en el bordado, era una pieza artesanal digna del guardarropa de una princesa. El vestido había sido una reincorporación de otro ya terminado, pero Charlotte siendo tan meticulosa estaba haciendo unos arreglos para darle un aspecto más adecuado a la ocasión.

Resplandecía, y estaba segura de que parte de ello se debía a que esta vez estaba desesperada por llegar hasta el altar.

Se imaginó caminando hasta el altar, del brazo de Benjamin. Todos sus seres queridos reunidos en la ceremonia para presenciar como unía su vida a la de David. Sus sueños estaban volviéndose realidad al fin.

—¡Dios! Mírate, luces divina, realmente hermosa —murmura Laura con los ojos llorosos—. Déjame darte un abrazo.

Gabrielle estiró los brazos lista para recibir a su emocional amiga entre ellos. Las miradas enternecidas de su madre y hermanas se unieron a la suya, esta vez no era ella quién se encontraba al borde de las lágrimas pero si su familia. Desde que volvió todas habían sido respectivamente más amorosas a su modo, quizá se debió al miedo de perderla, pues fue Gabrielle quién siempre estuvo a cargo de su protección y crianza cuando su madre no podía y ahora era cuando recibía todo el amor que tanto trabajo le costaba a los Whitemore demostrar el uno por el otro.

Razones para amarte W1 [𝐄𝐝𝐢𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora