Capítulo Cuarenta Y Dos.

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Las cosas habían transcurrido relativamente discreta y rápida. Cuando la ayuda llegó fue sólo para limpiar todo el desorden que la escena representaba. Ya había caído la noche cuando se marcharon exhaustos de Worcester con la moral aún más baja, quizá las cosas fluyeron de manera distinta a como se tenía planeado pues él no esperaba encontrar una casa vacía y deprimente en donde la única persona que les proporcionó un dato relevante falleció.

No tenía idea si esa mujer lo merecía o no, pero fue lamentable ver morir de tal forma a una mujer tan mayor. Seguramente se sintió perseguida y presionada, un error que se comete a menudo cuando tu consciencia no está limpia.

En todo el camino de regreso, Isabella de mantuvo callada, con la mirada pérdida en el cielo estrellado. David no se atrevió a molestar sus pensamientos pues imaginó que estaba reflexionando acerca de lo que tuvo que hacer. Jugar con los sentimientos de una persona nunca es fácil, sobre todo cuando se trata de algo tan delicado como la vida de un hijo.

Él mismo sintió que era una canallada aprovecharse de la vulnerabilidad de una mujer intoxicada, pero como ya había resuelto anteriormente, Gabrielle era su prioridad y ni le importaba por encima que quién tuviera que pasar o lo que tuviera que hacer para saberla a salvo.

—¿Dónde está Clayton Valley? —preguntó viendo las luces de la ciudad.

La joven no contestó y supuso que no lo había escuchado o que quizá aún tenía la mente viajando en algún otro asunto. Detuvo su caballo en una calle poco transitada y giró para que ella se enterase de que sus palabras iban dirigidas a ella.

—¿Te encuentras bien? —Era evidente que algo le ocurría.

—No lo sé, solo que jamás había visto un muerto —Miró sus manos tímidamente—. Jamás vi los cuerpos de mi madre o del duque. Fue un sentimiento extraño ver a Caroline tan inerte, si bien no me trató amablemente, al menos la conocí de forma más íntima.

David reflexionó un poco sobre el sentimiento que experimentaba. La comprendía en cierta forma pues cuando Bastrey murió a tan solo minutos de llegar al límite le sintió como una traición abandonarlo. Nunca fueron amigos, jamás cruzaron más de dos palabras, pero siempre supo todo el infierno que pasó junto a su hermano, y le dolió que buscando libertad solo consiguió muerte.

Era una situación un poco incómoda para él. Quería irse de una vez a ese lugar, pero no le sabía bien dejarla en un estado tan conmocionado, no la conocía, no sabía que palabras o atenciones debería tener para con ella pues solo identificaba a la niña que Gabrielle describió.
Aun así David no visualizó ninguna niña, la joven ya estaba casada y no parecía en lo absoluto dispuesta a rendirse, era todo lo que se esperaba una mujer.

—Fue ella misma quién llevó su cuerpo al borde del colapso. Estoy seguro de que de haber pedido ayuda tú la habrías auxiliado.

—Es sólo que, aunque siempre me hablaba con desdén o con desprecio, siento que en el fondo no era una mala mujer, pero estaba resentida con la vida por haberle arrebatado algo que amaba tanto.

Las lágrimas desbordaron por fin su voz. Él se removió notablemente perturbado por no saber que hacer o cómo reaccionar, se bajó de la montura y la obligó a hacer los mismo, las pocas personas que pasaban les dieron miradas indiferentes antes de seguir con sus caminos. Isabella lloraba más fuerte y entonces salió a flote todo lo que llevaba retenido desde sabría Dios cuánto tiempo.

—¿Por qué siempre tienen que sufrir tanto las personas? Ya me arrebataron a una madre, y ahora me quieren robar la oportunidad de volver a sentirme amada como hija, quiero a Gabrielle de vuelta. La quiero conmigo para siempre —David la abrazó sintiendo su dolor como si fuera propio

Razones para amarte W1 [𝐄𝐝𝐢𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora