Me quedé observándola deslizarse a lo largo del mástil de aquella guitarra caoba, escuchándola atentamente, como si me fuera a revelar algún secreto divino de un momento a otro. En cierto modo sí que noté un cierto halo a su alrededor, que atraía de una forma indescriptible mis cinco sentidos, atrapándome, anulando cualquier posibilidad de alternativa a ella. Se me aceleró el corazón, me comenzaron a sudar las manos, el aire empezó a escasear en mi organismo, mi pecho tembló. Sabía lo que estaba por venir. Dejé de escuchar la letra de la canción y empecé a ver difuminarse los bordes de la imagen que intentaba retener en la cabeza, como si tuviera que memorizarla por algún motivo que desconocía. Pegué bocanadas de aire sin mucho éxito y salí corriendo al pequeño patio que tenía aquel local, casi tirando la silla, de la urgencia. Lo último que vi antes de cerrar definitivamente los ojos fue la figura extraña que me atormentaba la existencia desde hacía años.
— Bueno, ya, esto no es un espectáculo. Venga, aire —escuché la voz de mi madre.
Tenía la garganta seca, un peso terriblemente angustioso en el pecho y me faltaban fuerzas por todas partes. Levanté la cabeza, desorientada. No me había movido del sitio, aunque lo sentía diferente respecto de la última vez que había tenido consciencia allí.
— ¿Estás mejor? —Will, tan preocupado como siempre, tan generoso con su sonrisa inmutable.
— Mhm —asentí como pude ante el mareo que tenía y sin querer gastar la poca saliva que me quedaba.
— Toma —la rubia se había agachado para acercarme un vaso de agua—, creo que lo necesitas —¿Un amago de sonrisa? ¿Eso ha sido un amago de sonrisa, Blake Hunter? Vaya sorpresa—. Un ataque de ansiedad, ¿no? —moví levemente la cabeza mientras agradecía internamente el líquido frío resbalando por mi laringe—. Sé que no me conoces de nada, pero puedes hablar conmigo si lo necesitas —susurró, y seguidamente, echó un rápido vistazo a Amber, que estaba apoyada en la pared más cercana a la puerta del garito con los brazos cruzados, observando la escena con una mueca en la boca.
— Gracias —respondí en el mismo tono.
Estaba claro que mi relación con ella no podía seguir así. Si esa iba a ser su respuesta cada vez que me diera un episodio, si iba a desentenderse de todo lo que conllevaba estar conmigo, si iba a quedarse impasible, dejando que hasta una completa desconocida tuviera más tacto que ella, desde luego no quería continuar aquello. El problema estaba en que no sabía cómo hacerlo. No sabía cómo hacer nada sin ella.
Deja de compadecerte de ti misma de una vez y actúa, joder.
— Blake —la llamé cuando prácticamente ya me había dado la espalda, y ella volvió a rebajarse a mi posición—. Ayúdame a levantarme —le tendí la mano y ella dudó antes de cogerme con fuerza.
Sus manos estaban frías, casi tanto como las mías, pero me sostuvieron firmes ante el agarre repentino. Will se quedó plantado sin saber si intervenir o no hacerlo, y volví a ver a mi madre asomarse por la puerta, comprobando que aquellas tres personas me habían cuidado bien. Me giré para observar a la hermana del que consideraba uno de mis mejores amigos, que no me quitaba la mirada de encima. Detallé las motas azuladas del mar tormentoso que componía sus iris y me fijé en la tensión que azoraba su mandíbula.
Coño, claro, si es que estamos cerquísima.
Me entró el pánico al no saber si eso la iba a incomodar, porque supuse que no estaba en su personalidad el decir estas cosas a no ser que fuera algo demasiado insoportable. Ella se relajó e intentó reprimir una risa ante el respingo que di, alejándome de ella con un salto hacia atrás.
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Postdata.
General FictionSupongo que al final lo único que me quedó decirte fue que te iba a echar de menos, aunque siempre me echaras de más. Esta es la última data que te escribo, y el final, como siempre: PD: Te quiero.