14. Engla; Ruptura.

47 7 78
                                    

Seguí con la mirada el camino a fuego que había trazado Blake al cruzar por aquella máquina del aeropuerto, sin mirar atrás, siguiendo el rastro de Will, otra de las pérdidas más importantes que iba a sufrir con aquella mudanza. Me quebré el alma en aquel salón enorme, entre su altura de vértigo y la pulcritud de sus paredes blancas, sintiendo cómo mi vida se volvía una réplica de lo aséptica de la situación. Sentí las membranas de las manos deshilacharse en el trayecto de vuelta, los baches de aquel bus hacían sonar cual llavero las piezas rotas que aún guardaba en el pecho, que notaba desgranarme una a una las arterias del corazón. Sentí, también, la imposibilidad de todo lo que no había ocurrido en la garganta, en lo que me costó tragar saliva la primera vez, y todas aquellas que le siguieron en aquel baile de necesidades que reclamaban oxígeno. Veía caer las gotas de lluvia por el cristal, en una carrera por saber quién caía a mayor velocidad, y me reí, porque yo iba a toda velocidad cabeza abajo, tan rápido que la lluvia no tenía ni siquiera un chance conmigo.

Me aislé, porque después del calor de julio agosto me sofocaba las papilas gustativas, derritiendo poco a poco el sentido que quería darle a todo lo que iba moviéndose a mi alrededor como la película que pones de fondo para no sentirte sola. Pero no funcionaba y el silencio me estaba dejando sorda. Había mil voces en mi cabeza que no me dejaban en paz, hasta que un día, de golpe, sin previo aviso, callaron. Ya no había nada a lo que agarrarme, no había sonido, ni música, nada. Blake se lo había llevado todo.

"Hola, amor... ¿cómo va todo por allí? Espero que la mudanza no esté acabando contigo 😊

PD: te echo un poquito de menos".

No había respuesta, lo dejé pasar.

"Hoy hemos ido al cine y a la vuelta he querido subir al castillo... tarda en anochecer, así que prácticamente he pillado el atardecer y jo, qué bonito ha sido ☹

PD: ojalá hubieras estado para seguir llenando el photobook".

Tampoco ahí me llegó ni el doble check.

"Oficialmente ya soy universitaria, ¿nervios? ¿qué es eso? ¿se come? jajaja

Espero que por allí todo bien, te echo de menos, rubia.

PD: tengo mil de ganas de volver a escucharte la voz bonita que tienes".

Y la respuesta fue más nada.

Dejé pasar agosto entre cajas, viajes, algún que otro lagrimeo... Salí huyendo de aquella ciudad que no hacía más que apretarme las cuerdas al cuello, que antes me hacían tocar. Mi estancia en la costa terminó en el momento en el que me di cuenta de que no podía pasar por ninguna de sus calles sin que se me hundieran los pulmones en el más absoluto y temido dolor. A la partida de los Hunter se añadieron otros episodios, como aquel en el que había revivido en la cabeza otro de los recuerdos que tenía nublados que iban tiñendo poco a poco el marco de mi pasado. Aquella escena que quedaba en mi retina, en el eco profundo de mi cerebro, en la que mi madre prácticamente me recitaba su carta de suicidio, rota, ante mis ojos y las mil dudas de una cría de once años que no entendía qué pasaba. Por suerte no llegó a más, pero por momentos se me aparecía el discurso cuando hablaba con ella y las incógnitas se me iban alzando en un muro que volvía a construir entre mi cuerpo y el del resto del mundo. Y lo peor es que ya no tenía con quién hablar del tema. Adoraba a Álvaro, pero seguía siendo una figura ajena, casi violenta en ciertos momentos, amable sin embargo el resto del tiempo, un constante que necesitaba aunque a veces me quisiera negar a admitirlo.

Llegar a la capital fue casi más duro que dejar ir dieciocho años de mi vida atrás. De golpe me vi atrapada en mí misma, en las cuatro paredes de una habitación que sabía que era mía pero que solo suponían más barreras para mí. Me levantaba de la cama sufriendo en los músculos la carga de tensión que no podía deshacer con nada en el mundo. Me comía la cabeza con todo lo que se iba sucediendo enfrente mío. Casi me sentí Bella en "Eclipse" dejando pasar las estaciones mientras el resto del mundo daba vueltas a mi alrededor, mientras todo cambiaba menos yo.

Postdata.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora