— ¿Y por qué no me llamaste? ¿Por qué no...? ¿Por qué nada?
— Porque no supe cómo hacerlo. Cuando me mudé me quedé algo así como en un estado de obnubilación que me costó muchos meses superar. No es que no quisiera, es que no sabía siquiera si era lo que quería. No sabía nada. Y me equivoqué muchísimo, debí hacerlo, debí decirte algo antes que dejar de hablarte de la noche a la mañana, como si no me importara lo que pasó, porque te aseguro que ha sido de lo mejor que me ha pasado nunca.
— ¿Y por qué no lo hiciste cuando saliste de ahí? —me esquivó la mirada un segundo, dándome a entender que aún seguía buscando alguna respuesta que le valiese toda la oscuridad que le trajo nuestra abrupta ruptura.
— Porque Will me decía que estabas bien, que me estabas superando. Y no sé —cogí aire para poder continuar, aunque intentaba mantenerme calmada, aquella situación estaba llevándome a un límite que ni siquiera conocía todavía—, pensé que haría más mal que bien diciendo algo.
— Hubiera dado lo que fuera —le tembló la barbilla, se abrazó a sí misma, estaba en modo defensiva—, escúchame bien, lo que fuera —endureció el tono y vi cómo consiguió reprimir una lágrima de pura rabia—, por una mínima señal de vida.
— Ya —acepté por completo que todos los argumentos que me había dado para autoconvencerme de que dentro de lo horrible y lo peor, lo hice lo mejor que pude, se cayeron cual castillo de naipes. Lo vi todo pasar y recordé la de veces que pensé en ella, en volver a dirigirme a su persona sin que fuera un ente imaginario, y eso me hizo agachar la cabeza, avergonzada, derrotada, consumida—. Lo siento. No sé qué más decir. Supongo que me equivoqué al pensar que si aparecería de repente empeoraría las cosas.
— Nunca nada hubiera sido peor que verte alejándote de mí sin razón aparente, Blake.
— La razón siempre has sido tú, Engla. Parece que aún no lo entiendas.
— ¿Entender qué? ¿Que me abandonaste? ¿Que huiste con la puta cola entre las patas? ¿Que te has pasado dos puñeteros años viviendo una vida que te cagas sin un mínimo aparente arrepentimiento hasta ahora que me tienes enfrente y no te ha quedado otra? ¿Esa es la razón que siempre he sido? Dime —la sonrisa irónica, los ojos hechos fuego, la cabeza ladeada esperando respuesta, desde luego era una batalla que tenía perdida antes de empezarla, no podía calmar una ira que estaba justificada.
— No puedo cambiar nada de lo que he hecho y me arrepiento de verdad. Me he preguntado mil veces cómo estarías, con quién pasarías los días, si eras feliz, si habías encontrado a alguien que te devolviera todo lo que tú me diste a mí, si habías encontrado una vocación, si habías descubierto más cosas de tu pasado, si se te había vuelto a aparecer esa sombra de tus recuerdos. Me he preguntado una y mil veces por ti, pero nunca supe cómo volver. Y lo siento. Lo siento tanto. Por todo —era lo único que me cabía decir. Aceptar que las cosas se hicieron mal, explicar mi punto de vista y esperar que la otra parte quisiera tomarla y hacer algo con ella.
— Un "lo siento" no va a curar todo lo que has dañado.
— Lo sé.
Sentí todo a mi alrededor pararse. Era extraño, volver a verla, tan cambiada, tan distinta, y aún así tan igual que siempre, tan bonita, tan luz. Por mi cabeza pasaron tantas cosas en aquellos segundos que parecieron años que solo pude atender a una cuando me di cuenta de que solo había buscado una redención desde que había iniciado la conversación, pero ella solo me había hablado en pasado y a mí siempre me había interesado mucho más el presente.
— ¿Cómo estás? —le pregunté, sumiéndola en un shock que me dejó claro por el desarme repentino—. ¿Cómo estás ahora? ¿Qué quieres? ¿Qué puedo hacer?
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Postdata.
General FictionSupongo que al final lo único que me quedó decirte fue que te iba a echar de menos, aunque siempre me echaras de más. Esta es la última data que te escribo, y el final, como siempre: PD: Te quiero.