Capítulo 17

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KIERA

Es importante cómo te sientes cuando te encuentras rodeada por los brazos de otra persona. Cuando sus manos se deslizan hacia arriba y hacia abajo por tu espalda como si sólo quisiese borrar todas las heridas que se encuentran en ella; inclusive en el momento en el que su cálida y agrietada piel roza la tuya y sientes que has conectado de un modo en el que nunca lo has hecho; o cuando crees que podrías permanecer allí durante horas y no notar el paso del tiempo. Es importante que te sientas a salvo. Porque, después de todo, si bien confías en esa persona, no confías en ti misma. El corazón es demasiado delicado como para dejarlo romperse, pues, de perder una de las piezas, nunca podrías recomponerlo por completo.

Nunca regresaría a su forma original.

Confiaba en Mason Wate. De algún modo, mi rompecabezas había cobrado sentido en el instante en el cual me confesó que era el niño que me defendió de Adam en el partido de fútbol. En un principio desconocía la razón por la cual parecía tan empeñado en protegerme y en querer mantenerme a salvo, y ahora que la pieza final había aparecido frente a mis ojos, la niebla se había disipado y la claridad me demostró la realidad. Sin embargo, confiar en él no me garantizaba que saldría de este inofensivo juego llamado «amor» sin heridas. Aun peor, no me garantizaba que Mase no saldría lastimado. Porque conocía a Adam demasiado bien como para saber de lo que era capaz si alguien siquiera suponía lo que había sucedido conmigo.

Me había derrumbado en el calor que transmitía su cuerpo sin siquiera pensar antes lo frío que se sentiría una vez que mi hermanastro dudara de mis intenciones con Mason y terminara matándolo a golpes con tal de que no supiese la verdad. Todo había desaparecido de mi mente, como si cada parte de él pudiera transmitirme paz y alejarme de los monstruos que se refugiaban en mi alma. Sus manos se encontraban dispersas por mi cuerpo, una sobre la parte trasera de mi cabeza acariciando mi cabello suavemente mientras la otra descansaba en mi cintura, entre el borde de mi jean y mi suéter. Las mías, por otra parte, se deslizaban a lo largo de su espalda expuesta, la palma de mis manos sintiendo cómo su piel se elevaba sobre sus cicatrices.

De un momento al otro, en un mutuo intento por alejarnos y poder vernos a los ojos, nuestros rostros permanecieron a cortos centímetros. Podía sentir su respiración golpear contra mis labios, los cuales temblaban en respuesta sin permiso de mi mente. No quería transmitir la idea incorrecta. Mason era un buen chico y era demasiado adorable y lindo para desperdiciar esa belleza en una chica como yo. Aunque así fuese, aún no podía permitirme a mí misma sentir algo tan profundo. Sus ojos descendieron hacia mis labios, probablemente hinchados y rosados por el frío, y todo en mí se tensó al entender lo que estaba observando con tanto cuidado y anhelo.

—No puedo hacer esto... —susurré por lo bajo y bajé mi cabeza lo suficiente como para que no fuera capaz de verme a los ojos. Sus ojos, tan claros como el océano, simplemente me harían cambiar de idea. Y no quería eso, debía permanecer firme con mi deseo. Con mi promesa.

Él tomó mi barbilla entre sus dedos y alzó mi rostro hacia el suyo. —Lo sé —Mase sonrió y, segundos más tarde, sus labios se pegaron a mi frente. Tuve que cerrar mis ojos y puños para obligarme a permanecer en mi lugar y no aferrarme a su cuerpo—. Y lo respeto.

— ¿Amigos? —pregunté, asustada de cuál sería su respuesta.

—No —negó con su cabeza—. Nada de eso. Seré lo que necesites que sea hasta que te des cuenta que no iré a ningún lado y descubras que mis sentimientos por ti son reales. En ese momento, tú también te sentirás como yo me siento.

Quedé perpleja por sus palabras, porque, en ese mismo momento, Mason Wate me había confesado que sus sentimientos hacia mí no eran nada que permitiera una amistad entre nosotros. Y eso podía ser un problema para él y para mí. Para ambos. Porque esos sentimientos de los cuales hablaba, ya se encontraban ocultos en mi corazón y me había esmerado demasiado por mantenerlos de ese modo como para que resurgieran.

Pieces of Us ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora