MASON
El viernes al fin había llegado y las clases habían finalizado inclusive antes de la hora a causa de una emergencia de último momento que le había surgido al Sr. Thompson durante Análisis III. Nos había pedido que cualquier consulta que tuviéramos le enviáramos un correo o pasáramos por su oficina durante la semana, ya que los exámenes se aproximaban y en clase no habría mucho tiempo para responder cada una de ellas. Fue entonces que cerré mi cuaderno cuadriculado y lo guardé junto con el resto de mis materiales dentro de mi mochila. Aubrey, la única chica con la que había podido conversar sin preocuparme realmente por su presencia en mi vida, sin embargo, me detuvo y me pidió que le explicase algo tan rápido como fuera posible a causa de que mi práctica inciaría pronto.
Aubrey había sido la primera chica que se había sentado a mi lado en clases sin miedo a que la mordiera o asustara. No sabía realmente el motivo por el cual todo el mundo me observaba de ese modo, pero nunca me molesté en preguntarles. Su cabello era oscuro como la noche y sus ojos brillaban cada vez que sonreía, algo que al parecer no podía dejar de hacer. Ella era una chica muy feliz, sin encontrar razones suficientes para dejar de sonreírle a la vida. Me agradaba. Era por esa razón que había decidido acercarme a ella y dejar que estuviera dentro de mi vida aunque eso implicara ser únicamente amigos. Tampoco quería algo más, ella no era mi tipo. Aun así, sí era del tipo de Blake, y a pesar de mis varios intentos por juntarlos, ninguno de los dos parecía interesado en el otro.
—Nos vemos en clase, Mase.
—Hasta luego, Aubrey —alcé mi mano en respuesta y salí de la clase apresurado.
Mis pies se movieron a gran velocidad a través de los distintos pasillos que me sacarían del edificio y me dirigirían hacia la cancha de fútbol americano y, por lo tanto, hacia los vestidores. En cuanto crucé por mi dormitorio, arrojé la mochila dentro de la habitación sin importarme dónde aterrizaría y tomé el bolso de entrenamiento que había dejado listo junto a la puerta. Algunas chicas batieron sus pestañas hacia mí y movieron sus dedos en mi dirección en modo de saludo mientras un suave y seductor «Mase» salía de sus labios. Me limité a saludarlas, conociendo a muchas de ellas pero sin en verdad importarme qué querían de mí. Cada una de ellas me había conocido por los últimos dos años y, si no lo hacían, entonces me conocerían pronto a causa de chicas de años más grandes. ¿Por qué? Porque a diferencia de muchos otros chicos, intentaba ser un caballero. No en el sentido romántico, sino en el sentido en el cual cualquier hombre debe serlo en presencia de una mujer. Abría las puertas para ellas, me disculpaba al chocar contra ellas e intentaba dejar tan en claro como fuera posible lo que buscaba de una relación.
Nunca amorosa, siempre física.
Muchas chicas se preguntaban el motivo de esto, y a pesar de que quería explicarles realmente el por qué era como era, no había mucho que explicar. Mis padres no podían mirarme a los ojos desde la muerte de Thomas y muchas veces mi papá decidía ignorar mi existencia. Él había desarrollado una obsesión por el alcohol desde entonces, por lo que muchas veces estaba borracho en su oficina destruyendo todo lo que encontraba hasta que ese "todo" era yo. No podía explicarles eso. Sólo me verían como un cachorro herido que necesitaba afecto cuando lo único que de hecho quería era terminar mis estudios, conseguir un buen trabajo y dejar este estado por el resto de mi vida. Era demasiado complicado de explicar, pues no había nada que me hiciera sentir vivo. Que valía la atención del otro. Porque durante los últimos años de mi vida había sido tratado como un pedazo de basura que debe permanecer en el suelo. Y no quiero parecer predecible, pero desde que había visto a Kara, no me había sentido así. Ella había visto mi verdadera forma de ser cuando éramos niños. Sin importar si lo recordaba o su mente estaba intentando olvidar esa tarde de invierno.
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Pieces of Us ©
Romansa"Dios nos da lo que cree que podemos soportar." Kierra Harrison ha escuchado aquella frase en reiteradas ocasiones a lo largo de su vida, pero su creencia en un ser superior ha desaparecido hace un largo tiempo. Destinada a una vida de dolor y sufri...