Capítulo 38

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MASON.

Todo había salido a la perfección.

Mi sorpresa de Navidad había sido simplemente perfecta. Estaba entusiasmado y orgulloso por haber logrado algo tan importante para la chica más dulce de todas. Creí que no llegaría a tiempo, que no podría hacer todo lo que una vez había planeado para sorprenderla, pero gracias a la ayuda de su madre y de Olive, todo fue de maravilla.

Esa noche, fue Kiera quien me sorprendió. Ella lo había planeado todo sin que lo notara. Por la tarde, me obligó a vestirme, pero cuando sus ojos brillaron supe que había un determinado código de vestimenta, por lo que cambié mi jean usual por un pantalón formal de vestir oscuro y una camisa celeste. Hacía unas horas, le había prometido que dejaría que se cambiara en su dormitorio sin interrumpirla porque no quería que la viera antes de tiempo. Quería sorprenderme. Sin embargo, cuando toqué la puerta de su habitación nervioso, lo que vi me dejó boquiabierto. El cabello caoba de Kiera caía en sueltos rizos, una hebilla dorada dejando al descubierto su rostro; la camiseta hancha de los Red Lions había sido reemplazada por un vestido azul marino que hacía relucir su figura y resaltaba con su color de piel; y su rostro estaba suavemente maquillado, sin dejar de mostrar a la verdadera Kiera.

Besé su mejilla, con una sonrisa en mi rostro. Kiera parecía feliz y a gusto con lo que vestía, y eso era lo más importante. Que ella estuviera cómoda en sus propios zapatos. Abrió su boca en forma de "O" como si se hubiese olvidado algo y volvió a entrar. Ella me dio a escoger una de sos dos manos en un intento por engañarme y hacerme elegir la correcta. Escogí la izquierda y una bolsa apareció ante mí. Al tomar lo que había dentro, me reí. ¡Eran pijamas combinados! Un pantalón azulado con pequeños balones de fútbol y una remera con el nombre del equipo en el centro de éste. Kiera la abrió, girándola para que viera la parte posterior. En ésta se leía "Capitán", su rostro luciendo emocionado.

—Es increíble, Kier —besé su mejilla, luego la punta de su nariz—. Pero, ¿qué dice la tuya?

Entonces, ella abrió la suya algo tímida y me la enseñó. Mis ojos se iluminaron al grabar cada letra en mi mente, procesando lo que eso significaba. "Novia del Capitán". —Esta es mi forma de preguntarte si quieres salir conmigo —admitió avergonzada.

No tenía que decirlo dos veces. Regresando el pijama a su respectiva bolsa, la dejé caer a un lado. Sus palabras eran el mejor regalo que Kiera podía darme en estas fiestas, porque, de ahora en más, las cosas cambiarían para siempre. Rodeé su cintura con mis brazos y la alcé en el aire, a lo que recibí una dulce risa de su parte. Entonces, me besó. La última semana había sido perfecta, más de lo que había logrado imaginar en todos estos meses. Estaba orgulloso de ella, de su progreso y de quien se había convertido. Más aún de la persona que me había convertido. Ella había cambiado todo para mí desde aquel tropiezo en el campus y quería creer que era el universo uniéndonos.

Que esto sería para siempre.

—Falta una mano más, Mase —mencionó, una vez que volvió a estar parada sobre sus pies.

Ella abrió la mano derecha y en ella había una pequeña caja roja con un moño en el centro. Al abrirla, un medallón de plata. Kiera me observó con cuidado, demostrándose temerosa a mi reacción. Le entregué la caja al quitar el collar de ésta y lo contemplé por un instante. A un costado, una pequeña cerradura. Si bien no sabía qué esperar en su interior, mi cuerpo se congeló al abrir el collar. Una fotografía de Thomas y mía cuando éramos niños, disfrazados en Halloween como Batman y Robin. Una lágrima cayó de mi ojo, fui incapaz de limpiarla.

—Siempre hablas de lo mucho que disfrutaste ese día con Thomas —Kiera comenzó a explicar, pero no aparté la mirada del collar, el cual, al girarlo, tenía su fecha de nacimiento grabada—. De lo que significaba para ti que supiera que lo amabas. Quise que lo tuvieras cerca.

Pieces of Us ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora