Capítulo 27

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KIERA

Lo quisiera admitir o no, había encontrado cierta paz y comodidad en dormir con Mason Wate. Inclusive la primera y supuestamente última noche en la cual íbamos a compartir dormitorio, por más que haya sido un completo desastre, su rostro fue todo lo que necesité ver para querer tranquilizarme. Sus brazos me habían rodeado para brindarme calma y un refugio en el cual resguardarme, y estaba agradecida de que así haya sido. Nadie, ni siquiera mi mejor amiga, había logrado que dejara de llorar y pensar en el cuerpo de Adam sobre el mío como lo había hecho él.

Al día siguiente, Olive y Blake nos agradecieron por darles una noche para ellos durante la hora del almuerzo, a lo que Mason y yo contestamos contemplándonos en silencio como si no hubiese nadie más allí además de nosotros. En su rostro pude ver el cansancio expreso en sus ojeras y sus párpados rojos, pero no pareció molestarle. Quise contestar, en verdad quise hacerlo, para decirles que no había problema y que pronto solicitaría por una habitación individual, pero Mason fue más rápido que yo.

–No es nada –sonrió y llevó un bocado de su comida hacia su boca–. Si quieren, pueden seguir haciéndolo. Al menos Kiera no se queda dormida cada vez que decidimos ver una película juntos –continuó con tono desinteresado para molestar a su amigo, quien al parecer no podía quedarse despierto durante una película.

Oh, cállate –Blake reprochó junto a Olive, quien acariciaba su brazo con ternura–. El día que elijas una película a color, la veré.

Liv rió en su lugar y guiñó un ojo hacia Mason. Ella parecía agradarle mucho Mase, aunque no sabía el motivo. Por alguna razón, le había tomado un cariño especial y estaba más que empeñada en atarme con él. – ¿Tú estás bien con eso, Kiera? –preguntó mi amiga con sinceridad.

Quería decir que no, que quería dormir con ella otra vez. Aun así, no encontré la fuerza para hacerlo. Y no sabía si era porque la veía tan feliz y descansada a Olive que me dio pena arruinar su momento o si era porque había tenido una de las mejores noches de muchas durmiendo junto a Mason. Sin pensarlo dos veces, asentí con la cabeza y una sonrisa se dibujó en mi rostro. Mason buscó mi mano con la suya por debajo de la mesa, a la cual le dio un suave apretón para decirme que todo estaría bien. Después de todo, éramos amigos.

Una noche se convirtieron en días y los días en semanas. Había dormido con Mason durante las últimas tres semanas y media y nadie parecía apresurado en cambiar las cosas. Blake venía a la habitación de vez en cuando en busca de ropa o cosas y yo iba a la de Olive para reemplazar mis libros por otros. De todas formas, mi ropa comenzaba a decorar los estantes que antes le pertenecían a su mejor amigo y mi computadora su escritorio. Durante la mayor parte de las noches, Mason y yo nos dedicábamos a estudiar y hacer nuestros trabajos, aunque también habían noches en las cuales elegíamos películas antiguas y comprábamos comida chatarra para comer mientras tanto. Nada había cambiado realmente.

A decir verdad, tres semanas parecía mucho tiempo, pero no lo era cuando el tiempo volaba. A pesar de ello, las vacaciones de invierno y las fiestas estaban cada vez más cerca, algo que causaba terror dentro de mí ya que mis padres me habían llamado muchas veces para preguntarme si regresaría a casa para verlos.

Como ahora.

Era sábado por la tarde y todos nosotros, excepto Mason y Blake, estábamos caminando fuera de las gradas de la cancha de fútbol americano luego de un increíble partido. Aubrey había enganchado su brazo con el mío para mantenernos calientes por el frío a la vez que Jake y Olive caminaban detrás de nosotras hacia la cancha. Como todos los sábados, los alumnos de Eastern Colorado nos dirigíamos hacia la cancha para felicitar a los jugadores. El tono de llamada de mi celular sonó dentro de mi bolsillo y tuve que quitar uno de mis guantes para poder atender la llamada. Con una débil sonrisa, me alejé de mis amigos y apreté el botón verde.

Pieces of Us ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora