Cap 35. ¿Felicidad?

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Ruby y Dear caminaban cerca del refugio disfrutando ambos la compañía del otro. La meyor se sentó en una gran roca para seguir escuchando a su hermano ya que éste hablaba de sus nuevos compañeros con mucha emoción, hacía gestos y se expresaba moviendo su cuerpo imitando a algunos de éstos.

-Se ve que tus nuevos "amigos" son un poco..cómo decirlo eh..- intentaba no ser grosera.- "revoltosos", ¿No crees que se arriesgan y te arriesgan?, podrías lastimarte.

-Hermana, ellos son geniales.- se emocionó.- Tendré muchas aventuras como papá y cómo ellos cuándo sea grande.

-Ah haré cómo si no hubiese escuchado eso.- se preocupó.- Dear, mejor cuéntame cómo es que escapaste de la prisión.

-Es una historia muy genial.- soltó unas risas.- Realmente me sentí en mucho peligro, sabes, es cómo si tuvieras miedo pero es un miedo que en vez de hacerte retroceder, te lleva hacia delante.

-Eso no me gusta nada.- lo miró con seriedad.- Dear, ¿Qué sucedio?.

-Te lo contaré.- comenzó a explicar:

"Había pasado mucho tiempo desde que Dear llegó a la prisión nunca pudo saber nada de su familia, la forma de saber qué sucedía era cuándo Eggette mandaba órdenes a sus robots, todos trabajaban buscando las Chaos Emeralds para ella pero, aunque encontraran alguna nunca se la entregarían. Intentaron pedir ayuda con cartas dobladas cómo un avión, quizá algún día las encontraría alguien y los salvarían, pasaron tiempos con hambre y a veces no pudieron dormir por tantos llantos de niños. El compañero del equidna era un anciano, su rostro era de alguien bastante cansado, hizo buena amistad con él, se apoyaron mutuamente todo el tiempo.

Los robots de Eggette colocaron cajas rojas en todo el edificio, Dear al acercarse a ellas pudo concluir que no era nada bueno, gracias a Shiny sabía perfectamente cómo identificar un explosivo. Se agotaron los recursos para hacer cartas, dieron su esperanza en la última, pero ésta sólo fue tragada por la arena.

De pronto, se escuchó una explosión abajo del edificio, todos estaban asustados. Pero increíblemente no explotaron las demás, Dear estaba muy confundido y no era el único, los robots que estaban por el piso dónde estaba la celda del equidna bajaron de inmediato, esa era la oportunidad perfecta para escapar el rojizo intentó atravesar entre las celdas.

-Anciano, ayúdame a salir.- Dear intentaba pasar al otro lado.

-¿Qué intentas hacer?.- se preocupó.- Si te ven podrían herirte.

-Ó puede ser nuestra oportunidad.- intentó convencerlo.- Vamos amigo, dame una mano.

Su compañero asintió y empujó con sus pocas fuerzas al equidna haciendo éste caer al suelo y al otro lado de la celda.

-Bien, no tardaré.- comenzó a ponerse nervioso.- Haré lo necesario para que todos salgan de aquí.

-Chico, somos demasiados, te tomará tiempo.- lo detuvo.- Debes irte, esta es TU oportunidad.

-No no, ya veré que puedo hacer.- corrió hacia unas escaleras.- Voy a hacerlo.

-¡Niño, no!.- gritaron algunos prisioneros.

El equidna bajó con mucho miedo las escaleras vigilando que no lo notaran, pero incluso toda la guardia del piso estaba ausente, esto le causó mucha confusión por lo que bajó al otro piso hasta que escuchó una pelea en el primer nivel del edificio y se escondió para poder ver qué sucedía. Tres sujetos habían terminado con los robots guardias, se sacudieron las manos al terminar con el último: Un pájaro verde con una bomba en la mano, un tipo muy alto de color claro parecía ser un oso, pero el último que posaba en medio de estos dos jugaba con una pistola y se dio cuenta de la presencia del equidna para después apuntarle.

Sangre De HéroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora