25 de noviembre.

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🎁 ¡Feliz navidad! 🎁 Capítulo de regalo 💝

—¡Cat! ¡Caaaaaat!— Mi madre, cubrí mi rostro con mi almohada —¡Despierta Catherine! ¡Feliz cumpleaños mi niña pechocha!— Pausemos. Mi madre Angela Soule no es una "madre normal" es una francesa, extrovertida y femenina enamorada de los carnavales, las citas para tomar el té y de cualquier hombre que le recite algunos versos hermosos; así que, el hecho de que sacuda mis hombros con desesperación para que despierte feliz y activa en mi cumpleaños no es novedad.

—Creo que mi cerebro está sufriendo un colapso— me queje ante sus movimientos a mi pobre cuerpo.

—Cariño, cumples 25, este es tu año— aseguró levantándose de mi cama y dirigiéndose a mi armario

—¿Mi año?— comenté dudosa

—Los 25 son la mejor edad para una mujer— ella juraba eso cada año

—Lo mismo dijiste hace un año y el año anterior— me miró molesta

—Pero éste lo será— sentenció sacando un bonito vestido y arrojándolo a la cama.

—¡Angela!— mi abuela gritó desde el piso de abajo, mi regordeta y canosa abuelita era una soñadora que pensaba que me enamoraría de un príncipe o del presidente y no tendría que trabajar jamás en mi vida, ya que para ella la mercadotecnia no era una profesión.

—Bajaré con tu abuela— informó mamá— hoy es el desayuno de santa Catalina, vístete, arréglate y...— volteo desde la puerta— por el amor de Dios, peínate.— y con eso salió.

El vestido era color rosa palo y hasta las rodillas, me gustaba, hacía que mi cintura se acentuara un poco y que mi cara se viera más pálida, unos tacones negros y accesorios del mismo color sale darían un aspecto más juvenil y harían a mi mamá rezongar un poco. Es mi cumpleaños, todo se me perdona.

—Ay cariño, así no conseguirás marido hoy— las primeras palabras de mi abuela mientras me quitaba los accesorios y cambiaba mi chamarra por un saco. Tuve que pelear con mi necesidad de voltear los ojos.

—Y ¡Feliz cumpleaños a mi!— respondí abrazándola

—¡No cumpleaños! Festival de Santa Catalina, compré sombreros para todos ¿Mandaste tus postales?— como cada año tendríamos que asistir a un día lleno de carnavales y fiestas con sombreros raros y feos para rezar por conseguir marido y por nuestras amigas solteronas para que se consiguieran algo.

—Las mandé— le afirmé

—¿Algún prospecto?— levantó las cejas sugestivamente, para ser una anciana de 80 años definitivamente tenía vitalidad. En ese momento el timbre sonó, mi salvador y la única persona a la que de verdad quería ver hoy.

—¡Christian!— grité lanzándome a los brazos de quien por 24 años había sido mi mejor amigo, una pequeña exageración que vale completamente la pena.

—Señora Angela, abu Mary— saludó a mi mamá y abuela mientras yo aún colgaba de sus brazos, Christian era alto, apuesto y todo un galán, mi mamá y su mamá habían sido mejores amigas mi padre y su padre trabajaban juntos y él y yo prácticamente habíamos estado juntos desde siempre. Sus ojos verdes hipnotizaban a cualquiera y parecía tan rudo que muchos le temían, para mi era como un gigante oso de peluche al cual adoraba. —Feliz cumpleaños— dijo en mi oído mientras mi abuela hacía señas extrañas y entre labios me decía que lo conquistara.

—Gracias— tomé la pequeña caja que me ofrecía una vez que baje de sus brazos y lo miré rascando su nuca como siempre lo hacía cuando se ponía nervioso. Un collar apareció frente a mi con la letra "C" incrustada de pequeños diamantes —¡Wow! Es impresionante— brillaba en tonalidades azules que no entendía de dónde provenían

—Tu color favorito— me explicó

—¿Cómo...?— ni siquiera pude terminar la pregunta

—Magia— me guiñó un ojo— lo mandé a hacer especialmente para ti

—Es de Tiffany's— respingué

—Lo mejor para la mejor— y beso mi frente

—Wow, wow, wow, manos— dijo mi padre y Chris levantó sus manos— labios lejos de mi hija y un saludo para tu futuro suegro— chocaron los puños o lo que sea que ellos hicieran con sus ademanes raros y aunque mi padre se veía pequeño junto a Chris, este fue lo suficientemente considerado para no quebrarle ningún hueso con su "saludo". Mi padre era un francés risueño y juguetón, pocas cosas eran importantes para él, un soñador más que se había vuelto rico con una cafetería y vendiendo el mejor pan de Francia.

—¡Papá!— le grité, odiaba que hiciera esa clase de comentarios sobre "suegros" y "unión de familias".

—¡Oww Charles!— gimió mi madre en un extraño murmullo hacia el hombre del cual se había separado hace casi 10 años, mientras lo abrazaba y tomaba el ramo de claveles blancos que mi padre traía en manos— las pondré en agua— y besó su mejilla antes de que el pudiera responder algo y causándole un sonrojo.

—Tu madre... es otra cosa— confesó mientras me abrazaba— las flores son para ti— apuntó hacia donde mi madre las había llevado— siguen siendo tus favoritas ¿no?— asentí

—Sí papi— lo abrace de nuevo. —Gracias por venir— susurré para que ni mi abuela ni mi alocada madre escucharan.

—Gatito... necesitas un departamento—  me dijo tomándome de los hombros

—¡Es lo que siempre le digo!— gruñó Chris a mi espalda

—¡No lo alientes!— golpee su pecho, causándome más dolor a mi en la mano que a él y haciendo una mueca de desagrado por el hecho.

—¿Dónde está Gabriella?— mi hermana estudiaba en Inglaterra y ella era la lista de la familia según todos, aunque eso no la hiciera puntual.

—Su avión se retrasó— confirmó mi madre, siempre había una excusa.

—¿Llegará antes de la cena?— reí ante mi mal chiste. No es que me llevara mal con mi hermana, el problema era que al ser menor tenía siempre toda la atención y a ella le encantaba, así que por un poco de atención hacia mi, enloquecía.

—¡Ya llegué gatito!— Gabriella siempre encantadora, éramos muy parecidas, cabello oscuro, ojos claros y una nariz... idénticas, nótese el sarcasmo.

—¡Gabo!— la abracé, independientemente de mis diferencias con ella, la amaba y agradecía que se tomara el día para celebrar mi cumpleaños.

—Gaviotita— le dijo mi abuela, yo era "Cat"... "gato" ella "Gaby"... "gaviota", mi familia es muy original con los apodos. —¿Cómo está ese lindo futbolista con el que salías la última vez que viniste?— por si no lo han notado, mi abuela disfruta el verme sufrir por mi eterna soltería, sobre todo en este día... Santa Catalina, llévame contigo.

—¡Fantásticamente! Iba a venir conmigo pero no es fanático de la tradición— explicó

—Es tan guapo, ¿no tiene un hermano que le presente a tu hermana?— Gaby sólo rió.

Mi madre llegó a abrazarla, papá también, estaba a punto de ser atacada por el resto de mi familia en el desayuno, al ser la única soltera de 7 nietas y tener 25 años me hacía susceptible al bullying familiar.

—¿Gatito? Este año dirás la nueva oración— rió— ¿ya te la aprendiste?— la miré mal si quería hacerse la graciosa, no estaba funcionando, aunque Chris estuviera sosteniéndose el estómago con sorna, riendo como si mi hermana fuera el mejor show que hubiera visto.

Cada año las Catherinettes debían orar por sus "hermanas" solteras, la oración era completamente misógina al igual que la tradición pero todos se divertían mucho una vez que el alcohol de la fiesta nocturna comenzaba a hacer efecto, no está demás decir que el 25 de noviembre se celebraban más embarazos que noviazgos; pero no era mi caso, a mi ni para un "rapidín" se me acercaban, era un repelente para el sexo masculino.

—¿Listos?— dijo mi abuela— Eres tan guapo, estoy considerando mantenerte— le dijo a Chris, tomando su brazo y llevándolo a la puerta.

—¡Abuela!— siempre era lo mismo

—Votre train est parti— mi rostro debía ser un poema mientras mi mejor amigo salía del brazo con mi abuela hacia nuestra primera parada. El desayuno de las "señoras". "Se te fue el tren"

CatherineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora