El desastre

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—Casi cumplen un mes, Gatito— Dijo Chris mientras se metía un paquete completo de palomitas en la boca.

—No es como si fuéramos novios ni nada— negué sonriendo, estaba emocionada aunque intentara negarlo.

—Claro, besarse, tener citas y sexo en exceso no es un noviazgo sólo por que no lo ha preguntado— se burló— las cosas cambian después de los 20 Cat

—Igual, no creo que estemos en una relación— me miró alzando una ceja

—Bien, cree lo que quieras ahorita se que en la noche que lo veas será otra historia.

Chris tenía razón, como siempre; estar en la casa de Sebastián era sencillo, ya me atrevía a abrir el refrigerador yo solita y todo y cuando el estaba en mi casa tomaba el control del televisor sin importarle mis pucheros para ver películas románticas bobas. Ese era el único defecto de Sebastián Ambrose... odiaba el romance.

—No entiendo por qué lees esta basura —dijo un día en mi habitación con desdén a mi libro de Jane Eyre que estaba en mi mesita de noche.

—Es literatura clásica— corregí esperando que se disculpara

—Basura literaria como 50 sobras de Grey o Crepúsculo— me atraganté con mi saliva y me senté en la cama cubriendo mi desnudez ofendida.

—¡Retráctate descendiente de Nietzsche!— casi le gritó

—O sino ¿qué?— debo admitir que la sensualidad que emanaba no me hacía sentir mejor ante su falta de romanticismo y el hecho de que pensara que mis libros eran basura me incitaban menos a preguntarle "qué demonios éramos".

Fuera de ese día y de que Chris me gritara "¡córtalo!" Cuando le conté mi aterradora historia creí que todo estaba bien entre nosotros, le llevaba rosas a mi madre y tulipanes a mi abuela (sus favoritas) pero decía que los claveles eran "flores corrientes" y siempre llevaba una diferente para mi diciendo que haría que me enamorara de otra flor. No le funciono.

—Igual odias que te regalen flores— estábamos en el café de Jacob en una mesa arrinconada Chris y yo.

—Pero no es sólo eso— baje la mirada— el quiere que cambie, me ha regalado libros de aventura o acción y no estoy en contra de eso... pero no son lo mío— enliste— quiere que cambie mi flor favorita, dice que el azul es color de hombres, que debería gustarme el rosa o el amarillo —lo miré con obviedad— no puedo con todo esto— me jale el cabello.

—Cathy... si no te sientes a gusto termina con esto, aún no termina febrero y tú ya estás harta de su relación— me miró con toda la paciencia que sólo mi mejor amigo conseguía transmitirme.

Jacob estaba en la barra sirviendo unos cafés, se veía casi ridículo con el pequeño mandil en su cuerpesote, sonreía a los clientes y le regalaba una galleta a una pequeña niña que lo miraba.

Dice que eres un oso— reía la mujer a la que Jake le entregaba el café, parecía la madre de la pequeña.

—Lo soy. ¡Argh!— contestó Jake y La Niña rió nerviosa escondiéndose tras de su madre, era una escena encantadora.

—Será un gran papá— pensé... o dije, a este punto ya no sabía que salía de mi boca.

—Claro que lo será— contestó Chris, bien lo dije en voz alta. —lastima que será un infeliz bastardo sin amor— el tono serio de Chris me hizo voltear a verlo y notar una sonrisa asomándose mientras miraba con melancolía falsa a Jacob. —¿Qué? —levantó las manos fingiendo confusión.

—Eres un bobo— golpee su brazote.

—Su pedido— Jake estaba frente a nosotros, había pedido un platillo para llevarle a Sebastián como era común ya.

CatherineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora