Baile

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Por fin volví a mi casa, mamá había olvidado los vestidos ridículos que debíamos usar en el baile de las Catherinettes así que tomé mi excusa para huir por un momento. Chris me llevo a casa luego de que Joe me dijera "te llevo" y yo corriera hacia mi mejor amigo por ayuda... así como lo leen, literalmente corrí para alejarme del pasado y de todo lo que me causaba, o me habría acostado de nuevo con él en cualquier parte de mi casa, jamás hubiera vuelto al baile y luego con el corazón roto habría llorado hasta mi cumpleaños 26... y no... no es una exageración.

¡Hubieras visto su cara!— se carcajeaba Chris, mientras que yo intentaba no cruzarme de brazos con temor de que un seno se saliera de su lugar.

—No quería verlo— le afirmé bajándome del auto

—Te gusta— siguió con su ataque "divertido"

—No me gusta— lo miré mal

—Te gusta desde la secundaría— me siguió a mi habitación.

—¡No me gusta!— renegué

—Te acostaste con él— me miró fijamente— sobria— me rendí, él tenía razón, fue el primer año de universidad, antes de que Joe se fuera a Alemania sin siquiera despedirse de mi, pero era estúpido que en tantos años nada hubiera pasado y ahora Joe y yo tuviéramos un "romance" al final él seguía viviendo en Alemania. Lo miré mal luego de un segundo y me metí al baño para quitarme el desagradable aroma, el odioso vestido y las ganas de asesinarlo

—Parezco un mantel de la casa de mi abuela— suspiré, el vestido era amarillo chillón, tenía un moño decorativo en un lado y un escote en "v" era simple, de no ser por los Olanes decorativos.

—Un hermoso mantel— dijo Chris a mis espaldas haciéndome reír— es la quinta llamada de tu madre en los últimos quince minutos— me mostró el celular— o nos vamos ya o sufriremos su ira. —reí, pero tenía razón así que nos apresuramos a la puerta.

El baile estaba lleno de aburrimiento y tristezas, algunas Catherinettes habían (por fin) encontrado a alguien lo suficientemente desesperado para que bailara con ellas y sus familias felices aplaudían ante el inesperado suceso, pero no la mía.

—¿Por qué demonios tardaron tanto?— gritó mi madre sobre la música mientras le entregaba los vestidos de Gaby y de ella.

—Tenía que quitarme el maldito olor a canela— le contesté

—Cat, debes ir al psicólogo, no es normal lo que dices— me miró mal y se alejó a cambiarse.

Mientras mi mejor amigo arrasaba la pista con Valerie yo me quejaba del sabor del ponche y aunque no quisiera, obviamente, pensarlo... mi mente divagaba a Joe Stanson.

Salí a que el aire fresco lo sacara de mis pensamientos. El patio de la mansión era inigualable y pequeños focos blancos lo iluminaban por todas partes. Algunas parejitas habían decidido salir a toquetearse o simplemente besarse románticamente bajo un árbol y yo estaba sola, imaginando lo que sería dejar de ser la burla de la familia, pero no sólo por compromiso, sino por amor.

—¿Estás sobria?— la razón de mis pensamientos indecorosos habló detrás de mi. Levante mi copa. —Tendré cuidado— rió. Su maldita risa era una canción perfecta, saliendo de sus perfectos labios.

—¿Qué quieres Joestar?— así lo llamaba Chris, ya que Joe era el héroe del equipo de rugby y se ganó el título de "estrella de la preparatoria" sus bullies lo llamaban "Joestar", el susodicho lo odiaba.

—Hace años no te veía— fue su contestación, aunque su rostro sí se deformó con la idea de su apodo menos favorito. —Hoy eso ha cambiado.

CatherineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora