Escrito 2

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Hoy, el castillo de arena que construí, por y para ti, ha sido pateado por el destino. Ha sido aboleado por el camino y el tiempo, aquel a quien no le importó dejar que te quiera, para luego dejarte crecer y yo me quede atrás, sin poder avanzar. Pues mi pierna se ha quedado atada a la estaca que es tu recuerdo. Bendecido por el sol que adornó nuestros primeros días, pues así te veo: Estabas tan lleno de matices, que, junto con tu belleza angulosa de por si, parecías un cuadro pintado por Da Vinci, pues tu rostro de ángel no podía crearlo otro pintor.

Hoy el cielo ha perdido su color, pues el color que lo pintaba era el color de tu piel, la de porcelana. La que me hacia cerrar los ojos y pensar en la suavidad que le otorgaría a nuestros besos. Y también lo pintaba tu mirada, tan fácil de buscar, y tan fácil de encontrar, una vez divisada, a lo lejos. Pero tan fácil de robar y de guardarme para mí. Tus hombros son hoy un par de abismo de una anchura atractiva. Tus rasgos conservan la finura que el amanecer les da cada que despiertas, y la finura que tenían cuando nos conocimos. Y tus pasos han quedado impresos en el suelo de aquel, tu amado colegio. Y te juro por ti, la magia de tiene mi cielo, que ni aunque miles de huellas traten de borrarlos, tus pasos se quedarán ahí por los siglos de los siglos, recordando tu paso por este, el universo del que fuíste parte. Y tu aureola desprende una magia insólita, aquella que ante el mundo te convierte en un muchachito distinto a los demás. Durante mucho tiempo me pregunté que era aquello, para luego darme cuenta que, en mi infinita estupidez, no me había dado cuenta que la respuesta la tuve justo cuando estuviste frente a mí por primera vez: todo lo que es tuyo, lo recibiste del cielo: tus brazos son alas de ángel, que abrazan los planes del Sr. Destino con ansias y un miedo justificado. Puedes tocar las nubes de esponja sólo con estirar tus alas. Y porque celeste, el color del cielo, era el vestido de tus ropas los últimos días que te estuve esperando. Y porque cien estrellas flotantes, traídas directamente desde el firmamento, te acompañan a donde quiera que vas. Todo está alineado, todo es perfecto en ti.

Memorias de una poetisa enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora