Todo en él era pura delgadez. Sus brazos, parecían alambres apenas forrados una sola vez por una delgada tela que llamaban piel. Sus largas piernas parecían un par de fideos amarillentos. Su cabello rubio, medio platino, casi siempre estaba cortado en forma de hongo. Sus ojos, con el mar contenido, eran básicamente del tamaño de una nuez. Lindas pecas se habían caído en su nariz, y un aire de bonita tristeza se había derramado en su rostro. Lo más dulce de Iván, era la sonrisa que tenía casi tatuada en el rostro. La desplegaba a cada minuto, a cada segundo, a pesar de que su naturaleza era de pocas palabras. Casi no hablaba, sólo sus amigos más íntimos eran los privilegiados para conversar abiertamente con él. Y claro, su hermana. Su ternura era infinita, no hacia ningún tipo de bullicio, y la tímidez que su rubor instalaba en sus mejillas, le daban un aspecto de muñeco inevitable. Y era difícil olvidarse de tan tierno adolescente.
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Memorias de una poetisa enamorada
PoesíaAdéntrate en un viaje por los sentimientos, hechos letras, de una poetisa enamorada. Espero que disfrutes de estos escritos y te identifiques con todo el amor que está impreso en ellos.