Lo que recuerdo de él

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Sus ojos son grandes, como lo que se oculta bajo mis pechos, mi corazón. Sus gafas, que se sostenían en el puente de su nariz, escondían, trás los cristales, a un pequeño hombrecito inseguro y orgulloso.
Un adolescente baleado de defectos, cuya mata de rizado pelo castaño era como un camino de tierra sobre su cabeza, y se deslizaba bajo el umbral de mi mirada. Donde solía naufragar, sin saber que fuí siempre su refugio. Fue tan silencioso como una noche constelada de estrellas, que no son tan numerosas como sus lunares. Tan enfurruñado sin exagerar el gesto de fastidio y amargura, pero, en su rostro, hasta el enojo se veía adorable. Y él se veía más guapo de lo que el mundo opinó toda su vida.                

Memorias de una poetisa enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora