Con la mitad del corazón roto

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Me mostraste una estrella por cada músculo de tu sonrisa. Y dibujaste los rayos del sol con cada mirada sin prisa. Dejaste que me colgara de tu brazo. Dejaste que espere por ti, mientras caía rumbo al firmamento, deslizándome al umbral de tu mirada. Y cuando quise atraparte, un beso que no era mío cayó en tu almohada. Como lamento que tu ser de niño pícaro, de risa que atrapa hasta al cielo, tenga alguien a quien amar, y ese alguien en mí no puede habitar. Y yo sigo aquí, con el corazón hecho polvo, vuelto viento, y las esperanzas hechas añicos en los bolsillos. Con la mitad del corazón roto y la otra mitad desintegrándose. Y tú sigues ahí. Amarrado por voluntad propia a un sol que yo no te muestro. Sigues ahí, riéndote de por fin haber alcanzado a tu estrella. Sigues ahí, derretiendo tu corazón de cera, ante el fuego que ves en ella. Vuela al océano que tanto deséas, mientras yo, ave de paso, me quedo aquí, viviendo mi destino bien lejos de ti. Y, cuando menos lo espere, ya no sentiré el sufrir.

Memorias de una poetisa enamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora