tres: escape nocturno.

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Las cosas entre Yoongi y Jimin no cambiaron mucho después de lo ocurrido entre ambos. Ninguno hizo el esfuerzo por acercarse, es más, estaban tan ocupados por las clases en la universidad que apenas tenían tiempo para pensar qué hacía el otro.

Al menos, eso querían creer. ¿Tenían muchos trabajos y prácticas? Por supuesto, pero eso no impedía que, de vez en cuando, Yoongi la observara en los descansos cuando aprovechaba para comer y dibujar. O que Jimin se quedara más tiempo fuera de su habitación solo para mirar los entrenamientos del omega.

La alfa lo atribuía a la curiosidad y el castaño al aburrimiento. De otra manera, no podrían explicar el repentino interés por querer saber más del contrario. Claro, los dos preferían que eso quedara para sí mismos. Jimin había evitado a las personas durante mucho tiempo como para empezar a desear acercarse a alguien ahora. Yoongi no era de juntarse con gente callada o que pareciera repudiar al resto, la mayoría de sus amistades disfrutaba de una buena charla y fiestas. Quizá, por su comodidad, sería prudente que se mantuvieran alejados. Cada quien en lo suyo.

Jimin veía el nuevo campo de lirios dibujado en su cuaderno con satisfacción. A su parecer, era de los trabajos más simples que había hecho, pero que alguien externo lo elogiara, la hacía sentirse muy orgullosa. Era... lindo que aquello en lo que pusiste esfuerzo sea apreciado. Sí, esa era la razón, no porque fuera Min Yoongi exactamente quien lo dijo. El chico no era algún crítico o experto en arte, solo se trataba de uno de todos los omegas que estudiaban en la misma universidad que ella. Una simple opinión de un simple muchacho. Una simple opinión que daba vueltas en su cabeza, sacándole de quicio. No era gran cosa.

Bufó, harta consigo misma y de estar encerrada en su habitación. Si despejaba su mente, olvidaría todo lo relacionado al castaño y su vida transcurriría con normalidad, ignorando a todos y concentrándose en estudiar, que era lo principal. Caminar por la universidad en la noche, aprovechando que todos estaban durmiendo, sonaba de maravilla.

Como solo sería un rápido paseo, decidió quedarse con el buzo que traía puesto y cambiar sus sandalias por zapatillas, así no las ensuciaría con el pasto. Dejó su celular cargando y su cuaderno sobre el escritorio, guardó sus llaves en los bolsillos de su pantalón y salió de su cuarto, rumbo a las canchas deportivas, pues le gustaba andar por el césped.

La noche era hermosa y tranquila. El aire despeinaba los mechones que descansaban en su frente, por suerte, el resto estaba atado, de lo contrario, estaría luchando contra sus largos cabellos rubios. Adoraba ver a la luna y cómo su brillo destacaba en el oscuro cielo junto con el de varias estrellas. Oh, ahora quería dibujar lo que sus ojos presenciaban, pero si lo hacía, su corta caminata se extendería y no era recomendable que regresara a altas horas, puesto que al día siguiente iría a la apertura de una tienda que vendía algunos materiales que necesitaba, habría demasiada gente esperando y, como quería ser de las primeras, tendría que madrugar.

Notando que el estrés se había ido, decidió que caminaría un poco más hasta terminar de dar la vuelta y regresar a su cuarto para, por fin, dormir. Gracias al silencio que parecía reinar, logró oír unos extraños ruidos, como si alguien estuviera quejándose, lo cual era raro, pues todo el mundo debería estar durmiendo. Al parecer, no era así. Quizás, no era la única que necesitaba algo de aire fresco.

De todos modos, no era su problema y optó por ignorar a quién sea que estuviera por ahí merodeando... hasta que percibió un dulce y suave aroma a manzana que le era muy familiar ⎯ demasiado para su gusto ⎯ cerca del lugar de donde provenían los quejidos. Se cacheteó mentalmente al notar que las ganas de acercarse la atacaban a nueva cuenta. Quiso tanto seguir con su camino a los dormitorios, pero, apenas movió un pie, su lobo rasguñó su interior, negándose a abandonar al omega. Varias veces había controlado a su animal interior, dejando en claro que ella mandaba, aunque, por esta vez, podría ceder. ¿Y si Yoongi necesitaba ayuda? Jimin no era una mala persona, no podía dejarlo. Tal vez, esa se convertiría en su buena acción de lo que restaba del día. Convenciéndose de que solo lo haría de buena fe, avanzó hasta uno de los pabellones más alejados y menos concurridos, donde solo había cuartos para guardar materiales de trabajo o que servirían en algún evento. También se hallaba una reja que separaba el interior de la universidad con las calles de Seúl y Min Yoongi se encontraba frente a esta, tratando de saltarla.

all about you ☽ jimsu [fem! jimin]Where stories live. Discover now