Capítulo 31

41 2 0
                                    

Narra Karla

Caminaba de un lado otro, sin poder detenerse. Su mente no dejaba de maquinar ni de pensar. Vuelve a observar aquella puerta, del otro lado estaba su hermano y su cuñada, ¿estarían bien los bebés?

-- ¿En dónde está? --- alza la mirada al escuchar el gruñido de Tyler. Lo ve acercarse y su corazón volvió a acelerarse como siempre sucedía cada vez que estaban cerca. --- Quiero verla.

-- Aún no despierta. --- susurra mirando aquellos ojos rojos que la tenían cautivada.

Se preguntó si era demasiado pronto, si estaría feliz. De algo estaba completamente segura, tenía miedo, nunca había estado tan aterrorizada en su vida, ni siquiera cuando Jeremy se encerró en su habitación durante semanas mientras cada noche escuchaba como maldecía y rompía cosas, todo sucedió al morir su ex novia junto a su pequeña niña.

-- ¿Te sucede algo, rayito de sol? --- los dedos fríos de Tyler acarician su mejilla y no pudo evitar cerrar los ojos, le encantaba su toque.

-- Sólo estoy preocupada. --- suspira.

Su novio gruñe haciendo que los ojos amarillos de Zeus aparezcan, ya comenzaba a acostumbrarse a ellos.

-- Mataré a tu padre. --- sus ojos se dirigen a ella y suspira intentando calmarse. --- Lo siento, Karla, pero es mi hermana y..

-- Tus sobrinos. --- lo interrumpe comprendiendo. --- También son mis sobrinos, Tyler, pero debes entender que ésto es difícil para mis padres.

Él vuelve a gruñir y lo abraza, tal vez aquel no era el momento indicado. Se quedan así un par de minutos, jamás se cansarían el uno del otro, se necesitaban, y aunque Tyler había querido esperar, comenzaba a desesperarse por su marca. Siente sus mejillas arder al recordar aquel día, ambos al fin se habían entregado el uno al otro, pero su vampiro se había negado rotundamente a marcarla, alegando que no lo haría hasta conocer a sus padres. Aún recordaba la manera en la que ella se lo había suplicado y se sintió aún más avergonzada, comenzaba a necesitar que todos supieran que era suya y que él le pertenecía. Un carraspeo hace que ambos dejen de abrazarse y dirigen sus ojos al causante. Su padre tenía los brazos cruzados mientras miraba a su mate con cara de pocos amigos.

-- Usted debe ser el señor Stricker. --- el tono de voz de Tyler era serio, no lucía para nada intimidado.

-- Ajá. ¿Tú eres...? --- la pregunta de su padre queda en el aire.

-- Tyler Harrison, señor. --- el silencio que se formó después de decir aquello fué incómodo, pues ella siempre temió presentarlos formalmente.

-- Es mi mate, papá.

Su padre no pareció sorprendido, pero tampoco se veía contento, el desprecio que le tenía a los vampiros era demasiado. Tanto vampiros como licántropos llevaban odiándose durante siglos, tanto era el tiempo, que ninguna de las dos especies recordaba el porqué de su enemistad. No comprendía porqué se odiaban tanto, no comprendía porqué para sus padres, el enamorarse de un vampiro era un delito, la mayor de las atrocidades.

La puerta de la habitación de Jeremy se abre rompiendo con el silencio incómodo. Su hermano sale con el cabello desordenado y al ver a su padre, una nueva mueca de enfado hace acto de presencia.

-- ¿Qué quieres? --- prácticamente le gruñe.

-- Quiero saber como están mis nietos. --- dice él encogiéndose de hombros, pudo sentir como ésa acción cabreó más a su hermano, aquellos hombres nunca podrían llevarse bien.

-- ¿Y la madre? --- vuelve a preguntar Jeremy con voz dura, pero no recibió respuesta.

Ambos hombres tenían una guerra de miradas, y ella no sabía cómo intervenir, pues el orgullo de ambos hombres era lo que a veces la mantenía apartada.

¿Enamorarme de un lobo? ¡JAMÁS!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora