TOC TOC TOC
Unos golpes se escucharon en la entrada de su nuevo apartamento. La nieve no había parado de caer desde el sábado pasado, por lo que Nat se había mantenido segura en la comodidad de su nuevo hogar, con la suavidad de sus abrigos de invierno y con la delicia de muchas tazas de chocolate caliente y galletas de nuez.
La rusa suspiró rendida y de mala gana, cansada y triste se paró del sofá para ir y correr a quien estuviese detrás de su puerta, a mitad de su porche en plena noche de Navidad... Vivía lejos de la ciudad, por lo que solo podría tratarse de Bartón, el único que conocía su reciente ubicación.
-No entienden que sólo quiero tener un segundo de paz... -Se limpió las lágrimas con brusquedad de sus mejillas para caminar a grandes zancadas sobre sus pies cubiertos por unas pequeñas calcetas blancas que tenían el estampado de un hombre de nieve...
TOC TOC TOC
Se volvió a escuchar, ahora con más insistencia que antes.
-Clint te dije que quería estar sola. -Gruñó para luego abrir la puerta de golpe frente a ella, frunciendo la frente y apretando sus ojos para tranquilizarse mientras sostenía el puente de su nariz.
-¿Sóla en Navidad? -Preguntó una voz bastante seria y conocida para sus oídos cuando consiguió abrir sus ojos, irritados.
-¿Qué haces tú aquí? -Le preguntó entre sorprendida, enfadada y asustada, bajando su mirada para darle un rápido escaneo a su propio aspecto, viéndose a sí misma toda despeinada, desaliñada, con aquel enorme suéter rojo que apenas y conseguía cubrir sus glúteos y que para su mala suerte tenía el rostro de Rodolfo el reno en el centro, luego miró sus calcetas y piernas desnudas con frustración... No era así como esperaba reencontrarse con algún miembros del equipo.
-Solo vine a visitar a una pequeña espía pelirroja que vive aquí, y también vine a llevarla a casa. -Le dijo Steve, buscando su mirada, pero Nat se esforzó para no mirarlo al rostro. No podía.
-Creo que te equivocaste de casa, no debiste venir. -Se mordió el labio para no quebrarse, hace ya varios meses que el equipo se había separado y aunque las cosas parecían haberse solucionado Nat se encargó de perder todo contacto con ellos... Aún así trataba de hablar con el traidor de Clint de vez en cuando, quien obviamente le había dicho a Steve donde encontrarla.
-Nat, mírame... -Llevó su mano hasta su mentón para levantar su rostro y poder finalmente mirarla, pero lo que vio le partió el corazón... En cambio ella desvió sus ojos a los pocos segundos y evitó mirar los suyos por tanto tiempo.
-No quiero tu lastima ni tu ayuda, sólo vete. -Trató de hacerse la fuerte y sostener su mirada azul ahora preocupada por ella, pero le fue imposible, sus ojos quemaban como el infierno.
-Nat... -Intentó hablar él, pero ella lo interrumpió, apartando de un manotazo la mano de el que sostenía su mentón. Percatándose esta vez de lo diferente, atractivo y varonil que lucía el anciano con esa nueva barba de candado... Y a la vez engreído por solo portar una simple camiseta blanca a mitad de aquella nevada glaciar.
-Rogers, márchate ¿si? No te necesito ni a ti ni a nadie más del equipo al igual que ustedes no me necesitan a mi. -Intentó ignorar su gesto herido y cerrarle la puerta en la cara, pero el Cap metió su pie entre la brecha de la puerta, impidiendo que lo consiguiera.
-Nat, escúchame... -Me suplicó esta vez, con los ojos más tristes que la rusa alguna vez hubiese visto.
-Se honesto y dime que demonios haces aquí, Rogers. -Habló ella en un tono de voz indiferente, serio y frío, fingiendo por todo lo alto que se encontraba bien.