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El despertador comenzó a sonar.

Joder, que molestia.

Su mano se movió deslizándose por el brazo de su chico hasta llegar al buro, apagó aquel artefacto y sentenció en su cabeza aventarlo contra la pared. Cuando dicho objeto volvió a sonar, su mano se movió dispuesta a aventarlo y los dedos del pelinegro se enrollaron en su muñeca para detenerlo.

─Te dijo tu madre que si lo rompías de nuevo te castigaría sin celular y sabes que eso significa no vernos. Deja al pobre despertador en paz. ¿No crees que te estás volviendo muy agresivo?

Jungkook movió su mirada somnolienta al rostro de Jimin, el chico le sonreía con esa sonrisa arrogante que tanto le molestaba y fascinaba a la vez. Maldito.

Tenía los cabellos revueltos, los ojos brillosos, sus facciones duras, unos dientes impecables, labios anchos delineando aquella arrogancia, estaba apoyado sobre la palma de su mano, se sostenía con su codo sobre la cama en la que ya no había mucho espacio sobrante, no tenía camiseta y su cuerpo ejercitado estaba ahí mostrándose sin piedad ante el menor.

─Me vale ─respondió el menor, apoyándose de la misma manera para desafiar al chico ─, ¿te dejo de gustar siendo así?

─No me importa cuán perra te pongas, querido mío. Sé que de igual forma no puedes evitar ser blando conmigo y en cualquier momento vas a sonrojarte.

Las mejillas de Jungkook comenzaron a ponerse rojas, el mayor al instante agregó  el "¿ves?"y comenzó a reírse, logrando que Jungkook se cubriera la cara y lo empujara de la cama. Lejos de caer al suelo y golpearse, el chico permaneció suspendido en el aire, mirándole con esa sonrisa arrogante una vez más.

El menor rodó los ojos y volvió a hundirse en la cama, ignorando por completo al chico suspendido en el aire.

─Si tienes poderes de fuego, deberías quemar al señor frío para que deje de congelarse las pelotas y el pito.

─Joder, Jeon ─posó sus pies en el suelo, caminando en dirección al baño mientras negaba.

Aquel precioso niño inocente había cambiado mortalmente en dos años, la pubertad le había beneficiado en demasía. Con quince y dieciséis ambos habían cambiado, pero quien más lo había hecho sin duda era Jungkook; su personalidad y cuerpo, su forma de actuar, la necesidad de no mostrar su sonrisa todo el tiempo, de no ser tierno. Jimin lo asociaba con alguna etapa en la que el menor quería ser cool siendo típicamente frío. Sin embargo, no importaba cuando Jungkook tratara de ser de una manera.

Porque al final, volvía a ser ese niño de ojos de bambú para él.

Solo que, se habían añadido a su repertorio unas cuantas cosas más.

El suelo no se sentía frío bajo sus pies, posiblemente por la regulación de su cuerpo al tener tantos poderes duales con  los elementos naturales, no podía entender del todo el porque el menor tenía tanto frío, pero lo atribuía a eso. Se cuestionó, una vez más, como era que su pequeño niño había cambiado de un momento a otro, podía pensarlo así, pero fue un tiempo en el que poco a poco Jungkook se atrevía a decir algo y después, ya no le importaba si sonaba mal o si el mayor le regañaba.

Y Jimin le dio su espacio, no negándose a aceptar la nueva estaba de Jungkook. Le gustó lo descarado que estaba siendo y que solo con él podía regresar a ser bambi.

─Jungkook, levántate, tenemos que ir a clases.

─No me voy a levantar, ¿y si faltamos?

─De ninguna manera, hoy tienes examen de matemáticas y no nos quedamos hasta tarde estudiando para que no vayas a hacerlo.

Power | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora