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Sus ojos estaban puestos en el dibujo de hoja cuadriculada que estaba enmarcado en su pared. Lo había hecho cuando tenía nueve años o menos, era él y Jimin tomados de la mano, con un montón de corazones y mariposas alrededor.

Siempre habían estado juntos, desde muy pequeños, porque Jungkook nunca había tenido amigos por su problema de asma. No querían jugar con él porque no podía jugar en lugares con polvo, era una pena y dolió durante un tiempo. Sin embargo, Jimin llegó a su vida y le dio luz, sentido, diversión y magia a todo lo que había a su alrededor.

Jimin era todo lo que estaba bien en su vida.

Aunque, estaba inquieto, pensando en que  habían estado solos pero juntos. Solo ellos dos, durante mucho tiempo, hasta ahora se ponía a pensar que ninguno de los dos había tenido otro amigo.

Le entro remordimiento, porque tal vez Jimin si quería tener amigos y no los tenía o se comportaba distante a las personas por los celos del menor. Jungkook siempre había odiado no ser el centro de atención se Jimin, no de una forma tóxica, al menos así lo pensaba, pero si le deprimia la idea de pensar que Jimin podría dejarle por alguien más.

No conocía nada más que Jimin y pensarlo fuera de su vida no era posible.

No porque estuvieran acostumbrados el uno al otro, aunque si lo estaban, era más que tenían mucho amor el uno por el otro, un amor profundo, un amor de esos que los hacía suspirar solo con pensarse, el hecho que no podían dejar de tocarse, necesitaban rosarse por lo menos con los dedos meñique.

La alarma comenzó a sonar, deslizó su mano hasta poder apagarla y suspiró deslizándose fuera de los brazos de su novio y caminar al baño, buscando sus calzoncillos.

Como era usual, Jimin se había quedado un par de veces por las noches con él, aunque la diferencia ahora era que tenían sexo.

¡Tenian sexo!

Lo habían hecho en el auto, en su habitación un montón de veces y casi lo hacen en la escuela. No eran expertos, seguían aprendiendo, pero sabían mucho de su cuerpo ahora. Jimin sabía que hacer para ponerle la piel de gallina y él sabia que hacer para que Jimin colapsara. Aunque, cada vez, se hacía más difícil llegar. ¿Difícil?,  duraban más tiempo que cuando lo habían hecho, la primera vez habían tardado un par de minutos, diez cuando mucho.

Su relación había avanzado un gran paso, uno muy gigante y no estaba incomodo con ello, él lo incitó después de todo, estaba a gusto. Jimin y él estaban muy bien. El mayor no presionaba, él tampoco, era mutuo cuando lo querían.

Aunque, ese avance le había puesto a pensar en que no era muy sano el ser siempre ellos. Era cómodo, pero no estaba bien del todo.

Jimin y él no podían encerrarse en si mismos, en su relación, en el otro, era egoísta y necesitaban socializar.

Se había dado cuenta de esa situación en la preparatoria, si te asignaban equipo con alguien desde su punto de vista podía tratar el tema completamente profesional y de manera escolar. Sin embargo, ¡eran todos unos hijos de puta!, si no querías socializar al menos un poco te tomaban de raro y pasaban de ti, ¡pero él era de aquellos que destacan de alguna manera!, con su cambio... Querian hacerle la vida imposible.

Era el chico tierno de secundaria que se había convertido en alguien totalmente atractivo de cadera pequeña, altura considerable (no más que Jimin), cabello brilloso, labios esponjosos y algunas veces rostro andrógino. Tenia una personalidad explosiva, le gustaba decir cosas hirientes y era el novio de uno de los chicos más atractivos y deseados de la pequeña ciudad. ¡Era obvio que iba a ser buleado!, aunque él no dejaba que sucediera mucho.

Power | JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora