Capítulo 2. METANOIA.

2.7K 147 23
                                    

Manolita fue a abrir la puerta sin pensarlo, hacía unos minutos que se había despedido de su amiga Benigna y había dado por sentado que había vuelto porque se le habría olvidado algo. Lo cierto es que los demás tampoco nos extrañamos cuando sonó el timbre, lo que no nos podíamos imaginar es que tras la puerta apareciera quien lo hizo.

- Ay, pero ¡¡qué sorpresa!! – gritó Manolita - ¿qué haces aquí? ¿cómo vienes y no nos avisas? – La emoción le podía.

- Mamá porque quería daros una sorpresa – Luisita reía a la vez que miraba a su madre con cara rara porque esta no paraba de besarle y abrazarle.

- Pero y ¿cómo has llegado hasta aquí? ¿Por qué no nos has avisado? Hubiéramos ido por ti al aeropuerto – decía muy acelerada por la emoción del momento, mientras entraba con Luisita abrazada.

- Pues mamá, me he pillado un taxi y me ha dejado justo en la puerta – contestaba mientras Marcelino la separaba de su madre para acogerla entre sus brazos.

- Pero hija, ven aquí, si estás más alta – decía mientras la abrazaba.

- Hola, papá – se medio entendió que dijo la rubia, pues del abrazo tan fuerte que le estaba dando su padre casi ni podía hablar - ¿cómo voy a estar más alta si a mi edad ya no se crece? – dijo Luisita ya separándose.

- Pues yo te veo más alta, hija.

- Luisiiiiii - gritó María mientras abrazaba a su hermana y daba saltos.

- Tú lo sabías, ¿verdad? – preguntó Manolita sabiendo de la complicidad de sus hijas.

- No, mamá, a mí tampoco me había dicho nada – se sinceró.

- Hombre, Amelia, ¿qué tal? – dijo Luisita con una sonrisa cuando se dio cuenta de que yo también estaba allí.

- Hola, Luisita, muy bien – me acerqué a ella y le di dos besos - ¿cómo tú por aquí?

- Pues ya ves, que echaba un poco de menos a estos – dijo señalando a su familia – y me he venido – yo sonreí.

- ¿Y mis hermanos? ¿Están ya acostados? – se interesó la rubia.

- Sí hija, pero ve a sus habitaciones que hace poco se fueron a la cama y puede que aún les pilles despiertos – comentó Manolita.

Cuando Luisita salió de las habitaciones de sus hermanos no lo hizo sola, Manolín y Marisol la acompañaban cada uno a un lado mientras que cogía en brazos como podía a Ciriaco y Catalina.

- Mamá, ¿nos podemos quedar un ratito solo? – preguntó Ciriaco

- Claro que sí hijo, pero un ratito que mañana hay cole.

- Además, yo también me voy a ir a dormir pronto que mañana os llevo yo – Ciriaco y Catalina comenzaron a saltar de alegría, en sus caritas de ilusión se les notaba que la habían echado mucho de menos.

Mientras poníamos la mesa llegó Pelayo al que también se le iluminó la cara al ver allí a su nieta y empezó a hacerle preguntas de todo tipo, si había estado bien allí, si había comido bien, si había trabajado mucho... hasta llegar a la que realmente todos querían hacerle, pero ninguno se atrevía.

- ¿Y cuánto tiempo vas a estar aquí, hija?

- Pero abuelo, ¿no has visto las maletas que traigo?

- Claro, como para no verlas, si podrías haber venido tú dentro de ellas – se burló.

- Pues esas son todas las que tengo.

- ¿Eso quiere decir...? – empezó Marcelino.

- Sí, eso quiere decir que vuelvo para quedarme – interrumpió.

DÉRIVEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora