Capítulo 11. CAFUNÉ.

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El miércoles le había salido un plan a Luisi, así que dormiría fuera. Por ello me ofreció dormir en su cama y yo no me lo pensé dos veces. La verdad es que me venía genial poder dormir sola, así que no dudé.

Después de cenar y charlar con María nos acostamos, no era muy tarde porque a la mañana siguiente ella tenía que abrir el King's y yo tenía que ir a ensayar, así que aprovechamos que era entre semana y que los pequeños también se acostarían rápido para descansar nosotras.

Me acosté en la cama de Luisi, no puedo decir que estuviera cómoda del todo, pero olía a ella y, además de encantarme, ese olor me transmitía una paz que no sé explicar. Caí rendida pronto, pero a pesar de haber dormido muchas veces en casa de María aún me costaba dormir profundamente. Por eso, en cuanto sonó la cerradura del piso me asusté. Manolita y Marcelino no eran, se habían dormido incluso antes que nosotras, María evidentemente tampoco, sus hermanos pequeños mucho menos y Luisita me había ofrecido su cama para dormir porque esa noche lo haría fuera. Lo único que me cuadraba era ella hubiera vuelto a por algo. Cogí mi móvil, eran las 03:58 y me quedé con él esperando a que se volviera a ir, pero en vez de eso escuché que entró en la cocina por el ruido que hizo con el menaje, después entró al baño y, finalmente, lo que hizo fue entrar en la habitación, momento en el que me giré y se asustó.

- Amelia por dios – susurró llevándose la mano derecha al pecho.

Me puse la mano en la boca para no hacer ruido mientras me reía – lo siento – seguí riéndome.

- Pero ¿qué haces despierta? Si mira qué hora es.

- Es que me has despertado al entrar y ya me he quedado esperando hasta que te fueras.

- ¿Acabo de llegar y ya me estás echando? – bromeó.

Me reí – claro que no, es solo que pensé que habías venido a por algo y ya te ibas.

- Pues la verdad es que he venido para quedarme – me dijo ya más relajada.

- Hala, ¿y eso? – no me lo esperaba

- La fiesta, que estaba apagadilla y tengo sueño.

- Ay, pues me voy al cuarto de María – hice el amago de incorporarme.

- No, no, no. Era consciente de que si volvía ibas a estar tú aquí. Quédate.

No sé explicarlo, pero no sabía cuánto quería escuchar ese "quédate" hasta que lo dijo. Por una extraña razón no me apetecía irme a dormir con María, prefería quedarme hablando allí con Luisi, que me contara cómo se lo había pasado, qué había hecho, charlar con ella y ya.

- ¿Segura? – quería confirmarlo.

- Segura – me dijo y sonrió.

Se puso el pijama rápidamente y se colocó a mi izquierda apoyada en el cabecero, la miré desde abajo y le sonreí.

- Venga, anda, duérmete, que mañana madrugas – me susurró y me acarició la cabeza tocándome el pelo. La quitó al instante y deseé que hubiera seguido así un rato, pero me daba corte pedírselo, al fin y al cabo, no tenía tantísima confianza con ella como para eso.


***


Estaba en patas, mirando y controlando que todo funcionara correctamente cuando me permití el lujo de mirar entre el público. La luz de los focos me permitía ver con claridad solo a las tres primeras filas y, entre ellas, mi mirada se detuvo al reconocer una cara que no esperaba ver allí. Era Luisita. Tuve que mirar fijamente para asegurarme de que era ella, pero sí, lo tenía claro: Luisita había venido a ver mi espectáculo. Mientras me aseguraba de que fuera ella, mi corazón me dio un vuelco y, de repente, yo, que no me solía poner nerviosa cuando mis amigos o mi familia venían a verme, empecé a notar unos nervios tan grandes como la alegría que me daba tenerla allí.

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