Capítulo 7. KOSELIG.

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Después de desayunar me preparé, me despedí de las chicas y fui en busca de Andrea porque habíamos quedado para irnos al piso juntas. Ya por el camino empezamos a organizar un poco, quería plantearle más ensayos durante la semana siguiente – pues ya era la del estreno – y que habláramos con otra amiga para que nos ayudara tanto con vestuario como con maquillaje para que todo fuera más rápido. A Andrea le pareció genial la propuesta y añadió un par de detalles más, entre ellos que algunos de los ensayos los hiciéramos con el vestuario para calcular perfectamente los tiempos, además de tener antes la sesión de maquillaje.

Cuando llegamos al local del ensayo a los chicos les pareció genial la idea del vestuario, aunque les resultaba pesado tener que estar cambiándose en el ensayo entendían que era necesario.

El ensayo no fue mal del todo, aunque esperábamos que saliera mejor, así que la idea de ensayar todos los días de la semana era ya un hecho.

Iba caminando hacia casa y, al principio, mis pensamientos los inundaban el estreno, las cosas que perfeccionar, la de cosas que nos quedaban por hacer... y como fan de las listas que soy saqué mi móvil para que no se me olvidaran. "Cuando llegue a casa lo apunto en la libreta de las listas" pensé. E inevitablemente mi mente dejó de pensar en aquello y empezó a darle vueltas a que iba a mi piso, a pasar allí mi primera noche sola sin que Laura y yo estuviésemos juntas.

Dudé en llamar a María y volverme a su casa, definitivamente no estaba preparada para estar sola en mi piso, pero miré la hora y era ya bastante tarde. Además, recordé la conversación que tuve con ella en la que le dije con total seguridad que si huía de esto me sentiría cobarde... Y no, no me gustaba sentirme así, por lo que me puse mis auriculares a tope, para evadir mis pensamientos.

Pensé en qué me prepararía de cenar al llegar, y me daba una pereza increíble después del día tan agotador que había tenido. Me planteé comprar algo de comer ya hecho, pero lo cierto es que no tenía hambre.

Llegué a casa y lo primero que hice, como siempre, fue descalzarme. Mis piernas me llevaron hasta la ducha por sí mismas, iba actuando automáticamente sin pensar. Me duché, me puse el pijama y ¡mi chaise longue! ¡Cuánto la había echado de menos! Era mi parte favorita de toda la casa, fue verla y tumbarme.

Encendí la tele para que hubiera algo de ruido, mi cabeza no paraba de darle vueltas a la situación que iba a vivir por primera vez. Intenté analizarme psicológicamente, y me hice creer a mí misma que sería como una noche en la que Laura estaba de guardia. Aquello pareció tranquilizarme. Apenas estuve unos minutos más con el móvil y cuando el ruido de la tele me despertó eran las 3 de la madrugada. Me fui a mi habitación, me eché, y la comodidad de mi cama y mi almohada hicieron que me volviera a quedar dormida en nada.

***

Me desperté bastante descansada, aunque en cuanto me di cuenta de dónde estaba se me cogió un nudo en el estómago. Tenía una mezcla de sensaciones que me eran imposible explicar. Necesitaba distraerme, así que miré mi móvil y ahí estaba, la lista de cosas que tenía que organizar para los ensayos de la semana que viene.

Con más rapidez de la que me caracteriza me levanté y fui a buscar la libreta de las listas. Laura y yo teníamos en una caja en la cocina con las libretas, los pots-it, las agendas, los folios y los folletos de los bares. La llamábamos "la caja de los papeles".

Abrí "la caja de los papeles" y vi mi libreta de las listas, pero también vi la marrón, donde solía escribir frases sueltas que se me ocurrían, la mayoría de ellas destinadas a Laura o lo que sentía por ella. Dudé si sacarla o no, por un lado, sabía que aquello podría hacerme daño, pero por otro necesitaba volver a leerlo, quizá si no sentía nada al leerlo significaría que habíamos decidido bien Laura y yo dejándolo. Preferí dejarlo, creo que porque en realidad, me daba miedo saber qué sentiría.

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