Lo escucha jadear sin aire, lo escucha temblar y rechinar los dientes, lo escucha incluso en sueños mientras se dirige al despertar. Lo ve, con la poca luz de la luna, lo ve sentado y tallándose el rostro, con fuerza, como queriendo borrarse la cara, dejar de ser él, ser solo un ente sin identidad, ni pasado ni futuro, solo un cuerpo que duerme y ya. Lo entiende.
Naruto entiende cuando Sasuke tiene una pesadilla, lo sabe porque se queda congelado en su lado de la cama, sentado con la espalda encorvada y el rostro entre sus manos. Lo sabe porque Sasuke no lo ha escondido, se deja observar y analizar por él. Sentarse a su lado y desperezarse es sencillo y le emociona incluso.
Hay sangre y culpa y odio, mucho odio, tanto que Sasuke podría acabar con su vida ahí mismo, por eso Naruto tiene un kunai en su mesita de noche, por si Sasuke quiere que termine todo ya. Lo espera, espera la decisión que tomará el pelinegro mientras se talla él la nariz para quitar la sensación de un estornudo que quedaría mal con el ambiente.
Hay sangre y culpa y odio, tanto odio, que se le escapa de los ojos en lágrimas negras y frías, saladas y que le queman la piel, la vuelven rojiza, le raspan, se las quita con sus manos, tallando la piel y Naruto tiene que detenerle porque le encanta la suavidad y lo va a arruinar. Usa la sábana para secar la humedad con leves golpecitos en lugar de frotar.
No sonríe por respeto, pero le encanta saber que Sasuke aún recuerda la muerte de sus padres, le gusta que lo recuerde con dolor y miedo, es como su seguro, es como la garantía de que es el Sasuke original, de que es el Sasuke real, de que está vivo y siente. Le gusta también porque hasta ahora no ha decidido la muerte pero sí ha decidido consumir el calor que expide el cuerpo del rubio, en un abrazo. Le gusta porque siempre que despierta de una pesadilla, lo hace recostarse y se encima en él y le arrebata su respiración y sus sueños.
Le gusta porque Sasuke se vuelve un enamorado. Uno de esos que no son ninja, uno que siente y explica lo que siente, uno que pide ser consolado, es como si ambos tuvieran un descanso teniendo ese dolor. Naruto, entonces, deja de dormir, le regala su sueño a Sasuke y lo siente encima, consumiéndole, dejándolo helado por mucho que se cubran con las cobijas. Pero está ahí, para él, por él, con él.
Es algo horrible, es cruel y egoísta. Pero es la única forma en la que Sasuke llora escondiendo su rostro en el cuello de Naruto y es solo así cuando le permite ser más fuerte, es tras el recuerdo cuando Naruto puede bajar las manos y desnudarle hasta llegar al alma. Es lo más cercano a morir y le gusta.
Al amanecer, Sasuke será el ninja de siempre, le servirá un café o lo ignorará leyendo un libro, serán, naturalmente, compañeros de vida. Pero hoy, Sasuke ha vuelto a ser un niño aterrado y Naruto puede volver a ser un niño queriendo ser su héroe.