¿Por cuál color estás agradecido?

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Al abrir los ojos, puede ver un brilloso verde que lo busca, que lo encuentra y los cierra de nuevo. Es Sakura. Se siente tranquilo, puede bajar la guardia ahora. Pero antes del verde, prefiere el oscuro, el oscuro de sus párpados cerrados.

Ver el color esmeralda implica decir que sí, que está bien, que todo estará bien. Ver el esmeralda en la mirada de Sakura es ser fuerte, ser un ninja, ser feliz. No quiere serlo ahora, solo quiere consumirse en el dolor de su estómago, saborear la sangre que surge de su garganta y se amontona tibia hasta su lengua.

No morirá. Sasuke está esperándolo en casa así que no lo hará. Pero vaya que quisiera desmayarse un momento.

Le han atravesado el estómago antes de concretar la misión, quién sabe cómo terminó todo después de caer de los árboles, dándose múltiples golpes pequeños para disminuir el impacto contra el suelo, Naruto piensa rápido cuando la situación lo amerita. Pudo ver un cielo azul, bajito, casi blanco y marrón, verde, naranja, rojo... eran hojas de árboles. También vio el carmín de su mano cuando la alzó para ver con placentero masoquismo la sangre de su estómago.

Sabe que ha perdido por una razón más grande que el número de enemigos. Es... aburrimiento. Es dolor. Es hastío quizá. Cuando llegue a casa... recibirá un regaño, está seguro. Sonríe y escucha un respingo de la doctora de siempre, su amiga; siente como le presiona las mejillas y logra abrirle la boca, siente como un tubo entra y le arranca algo de su garganta, le duele más que el agujero en su estómago.

No morirá, no puede. Sasuke le espera.

Al abrir los ojos unos segundos, ahora todo es amarillo, es una tela encima, puede ver los hilitos interconectados formando la tela y recuerda los poros de la piel de Sasuke. Cuando se acerca lo suficiente, cuando los ojos de Sasuke están cerrados por el cansancio y el aburrimiento, puede pegar el rostro al contrario y ve los poros, los puntitos, miles, millones de ellos, juntos formando la piel tersa de su compañero. Aun prefiere el oscuro de sus ojos cerrados que el amarillo de una tela que protege al herido mientras es trasladado.

Escucha las voces y aunque no es frecuente, ya sabe a lo que va y por qué. Pitidos, máquinas extrañas, tintineo de luces que se encienden, pasos, muchos. Lo que más le gusta escuchar son las respiraciones agitadas de cinco o seis enfermeras juntas, le gusta escucharlas porque se imagina sus temores, sus pruebas, qué reto están enfrentando en sus cabezas. ¿Es acaso miedo porque él puede que muera o es como un examen todo esto y no deben fallarlo? Pero está bien, solo pueden perder el examen, porque él no morirá, no debe.

Abre sus ojos por tercera ocasión y el blanco es detestable, es la parte más fácil pero la más larga y pesada, se trata de aguantar el dolor y aportar con su chakra, lo conoce y lo hace inconscientemente, como cuando delata a un ninja escondido, como cuando estira la mano y recibe su cheque de dinero. Es un blanco que parece que le da la bienvenida a la muerte, es deslumbrante y le encandila sus pupilas azules. Prefiere el oscuro tenue que se forma bajo sus parpados.

Puja, se queja para conectarse a la vida pero es cansado hacerlo, prefiere soñar con lo que comerá; Sasuke le espera en casa, quizá habrá cena completa... quizá solo coman un ramen instantáneo, quizá no cenen. Bueno, está herido, lo mejor sería que cenara. Pero tiene ganas de dormir en su cama y ya. Quiere tres días de descanso... o más... muchos más.

"Naruto, no te rindas", le ruegan. No morirá, no puede hacerlo. "¡Naruto!".

La muerte es rosada, muy bajita. Puede verla sin abrir los parpados, es como de azúcar, dulce y suave y si la aceptas se va diluyendo y se aferra a tu lengua y luego a tu garganta y baja por todo tu cuerpo, apoderándose de tus venas y órganos. Naruto la disfruta a pesar del color, de hecho le parece buena idea que fuera de ese color, nadie lo asociaría, es como una sorpresa, una irónica bienvenida. ¿Alguna vez tuvo miedo? Quizá fue hace tanto tiempo que lo ha perdido en sus memorias, porque ahora sonríe gustoso y la saborea y se deja invadir con placer, especialmente se ríe cuando le hace cosquillas en la herida y luego la entume, la herida no es nada para la muerte, la devora y lo deja sano. Aquí, muerto, ya no tiene porqué ser un ninja.

No hace falta que le hablen, no hace falta ni siquiera una caricia, Naruto simplemente no puede preferir el color de la muerte por sobre el oscuro de sus parpados cerrados. Es como dar pasos retrocediendo, sin dejar de ver el rosa y al mismo tiempo viendo la oscuridad que lo ata a la dolorosa vida. "¿Quién diría que la muerte es tan dulce y linda y sabe tan bien?", piensa mientras inhala y exhala por un tubito delgado y transparente que conecta ambas fosas nasales a una máquina.

Prefiere el oscuro de sus párpados, porque se parece a ese... al negro profundo, a la oscuridad intensa y agobiante, vacía y aterradora, de los ojos de Sasuke. Abre sus ojos.

"Preparé arroz en casa". Le saluda. 

En el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora