¿Por cuál reto estás agradecido?

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A veces, ser ninja no era tan malo, es como cuando intentas aguantar hasta que la solución llega y empiezas a encontrarle sabor al dolor, a la angustia, a la agonía. Ellos dos, por ejemplo, así como tenían que cerrar los ojos mientras avanzaban hasta su hogar y solo cuando podía oler el cabello de Sasuke podía descansar al fin, así también enfocaban su mirada en el otro y se lastimaban con malsana convivencia y masoquismo.

La cosa era ganar.

Aun ahora, ya no siendo jóvenes, ganar estaba inmerso en sus venas. Par de fuerzas colosales atrapadas en dos cuerpecillos lastimados, seguían buscando chocar una contra la otra. Aun ahora, eran rivales.

Naruto empezaba, pero porque Sasuke se paseaba por el hogar, el frío nunca fue un impedimento; a veces, eran solo los calcetines, eso le gustaba más al rubio. Verle sentarse en la silla y leyendo el libro mientras subía una pierna y se despojaba del primer calcetín y lo tiraba al suelo. Atrapaba su mirada azul y lentamente continuaba con el segundo pie, mostrándole la piel de sus dedos, enrojecida por el frío.

Entonces aceptaba el reto y levantándose, iba directo al sanitario y se mojaba la cabeza, salía fingiendo lavarse los dientes, dejando que las gotas frías se pasearan por la frente, mejillas y cuello, mojara su camisa, con su cabello escurriendo. No le miraba, debía soportar ser observado nada más.

Escupía en el lavatrastes y se enjuagaba la boca, olvidaba ahí el cepillo, porque el reto continuaba y cuando sus pasos, casi mudos, eran atrapados por el chico rubio de aliento a menta ahora. Sasuke saldría al balcón y comenzaría a recoger hoja seca por hoja seca que encontrara sobre el suelo. Agachándose y levantándose, paciente, a veces incluso con su libro en una mano, ignorándole, ganándole. Entonces Naruto descubriría que no solo los calcetines cayeron al suelo sino que también el pantalón está doblado sobre la silla que ha abandonado.

Naruto sabe que tendrá que presionar los labios o susurrará su nombre mientras lo ve. Mientras admira sus pantorrillas tensar sus músculos en el fino acto de levantarse y de volver a doblar las piernas. Ver su piel, la que conoce perfectamente, la que es capaz y libre de besar a todas horas, los muslos que se abren para él en las noches.

Orillado a usar más de sí, se arrebata la camisa, se tira los pantalones y así, en ropa interior sale con él y en una sonrisa presuntuosa, levanta sus plantas y las coloca en la orilla de su balcón, mira al cielo y estira sus brazos hacia arriba porque sabe que Sasuke le mira, le muestra sus cicatrices, su estómago, su pecho, se muestra casi completo.

Pero no debe bajar la mirada del cielo aun cuando siente el movimiento a su lado, aun cuando Sasuke le rodea como un felino tanteando el terreno, debe mantenerse valiente, incauto ante la presencia y la sensación de ser presa fácil a ataque.

Unos minutos más, apenas el otro haga el siguiente movimiento, podrá sentir el frío, podrá mirar al suelo, a su cuerpo que ha dejado de ser suyo. El frío apenas le congelara porque desde su vientre bajo un calor asciende, y lo sabe, cuando lo ve asomarse desde la habitación y con una sádica seriedad, le dice:

"Tomaré una ducha, Naruto".

Se lo dice todas esas veces, siempre usa esa arma y lo más irónico es que siempre gana.

En el pasillo, encontrará la camisa y el bóxer, prendas que se unirán a la suya. Ha perdido, ha sucumbido y ante una puerta abierta, la derrota deberá aceptar otra vez. Lo verá ahí, fingiendo inocencia, desnudo, con el agua corriendo por su piel y observándole, esperándole. Solo ahora la sonrisa aparecerá en su rostro.

"Perdiste"

"Hazte a un lado"

Si gana un día, podrá simplemente tumbarlo en el suelo él. 

En el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora