¿Por cuál caricia estás agradecido?

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No tiene catálogo de caricias, Sasuke no acaricia mucho. Araña, rasguña, muerde, golpea, frota o presiona, pero muy rara vez acaricia.

Puede contarlas, incluso.

Esa vez en que abrió los ojos tras intentar morir y ya estaba ahí Sasuke, miró su muñeca manchada de carmín pero ya sin sangrar más, recibió una caricia en su parpado enrojecido apenas con su dedo pulgar y luego no volvió a tocarle hasta dos días después.

La caricia de la resurrección, así le llama a la que le ofreció una tarde lluviosa de otoño al rescatarlo tras una misión en la que dormía esperándolo, escondido junto a otros ninjas, en una cueva. No moría literalmente, pero el alma se le salía del pecho mientras veía el bosque rodeado de espesa neblina y lluvia que lo cegaba, quería ser parte de la tierra que se diluía y se perdía en el caudal de un riachuelo que se formó. Los otros se aterraron al verlo caer al suelo, querían alertar a los ninja médicos, le revisaban con ansiedad pero no encontraban herida alguna.

Llegó entonces su ángel, su héroe, su amigo, con otro grupo experto y tras quitarse la máscara y el guante izquierdo, le sostuvo la cabeza desde su mejilla y le miró unos segundos, observando la herida en su frente, pequeña, innecesaria, graciosa. "Démonos prisa, tengo hambre". Les dijo a los demás, quizá solo a él. Lo vio colocarse la máscara y ese día lo vio convertirse en asesino otra vez. Luego ambos llegaron a la aldea y empapados fueron a cenar.

Esa noche siguió lloviendo pero ya no le hacía caso a otra cosa que no fuera el recuerdo de su mejilla siendo resguardada por la fría piel contraria.

Hubo otra vez en que, dormido, soñaba que una afilada y punzante arma le traspasaba el pecho llevándolo a la dulce muerte y al abrir los ojos observó como Sasuke acariciaba su estómago y subía hasta su cuello, sintió la caricia a la nuez de adán y luego lo poseyó en un beso húmedo.

Pero hay una caricia que no sintió y sintió al mismo tiempo. Es una caricia invisible, imposible, imaginaria quizá, le gusta pensar que es imaginaria a veces, porque tenerlo así también, en la locura, es una preciosidad que no puede abandonar ni perder la oportunidad de vivir.

Es una caricia que recibió cuando eran niños.

Dormitaba él en una rama de un árbol tan alto que atados por una cuerda, debían estar alertas. Acechaban a un simple ladrón, quedaron solos y era de noche. Con el aburrimiento en sus párpados y la incomodidad de estar juntos, decidió refugiarse en sus sueños o pesadillas, daba igual en esos momentos.

Mientras abría la puerta al mundo onírico, sus ojos se fueron fugaces a la figura a su lado y lo sintió. Fue tan potente y efímera al mismo tiempo que le provocó vértigo por caer, no necesariamente del árbol sino del cielo al que fue subido apenas unos segundos cortos. Fue impresionante que saltó alejándose con terror (porque el amor provoca terror también).

Fue una caricia con sus ojos. Una caricia tan adulta que no pudo reconocerla hasta muchos años después, y todavía aun ahora no puede sostenerla entre sus recuerdos, su cerebro intenta bloquearla para no sufrir esa fuerte sensación una vez más.

Oh, esa caricia con sus ojos, jamás podrá repetirla. Sasuke lo sabe, casi lo mata una vez y no lo hará de nuevo, deben esperar a que el cuerpo no sea un impedimento para los dos.

Pero ahí está, la marca mortal en su inconsciencia, la mejor caricia que ha recibido, la que cambió su vida entera, la que un día recibirá de nuevo mientras su alma sale del cuerpo y esta vez estará listo y hambriento de ella. 

En el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora