¿Por cuál historia estás agradecido?

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"Había una vez dos niños que estaban congelados", le dijo una vez Sasuke mientras miraba el techo. Sus estómagos rugieron y les dio cierto gusto saber que preferían el sufrimiento a tener que salir de debajo de la sábana.

Inició así la historia y pasaron segundos largos antes de que sus labios se despegaran de nuevo para continuar. "Estaban rompiéndose y desmoronándose".

Naruto jura que clarito vio las palabras salir de sus labios, como humo blanco que se fue a su garganta y lo envenenó, lo poseyó. Miró sus mejillas pálidas y admiró su textura de la piel, sus poros abiertos por el frío y sus pestañas ébano agitándose y juntándose enamoradas cada que parpadeaba. Quiso tocarlas pero Sasuke le detuvo la mano, atento y cuidadoso, como un adulto a su bebé.

"Sus pupilas quedaron resecas, abiertos sus ojos de par en par, observaban sin tregua el dolor que le carcomía al otro. Tenían centímetros que los distanciaban, centímetros insignificantes y a la vez tan crueles".

Le sostenía la mano que intentaba tocarle el rostro y aunque hizo un intento por liberarse solo quedó con los dedos entrelazados y las hundió bajo la cobija. Miró sus ojos oscuros que no le daban la atención a nada más que los azules.

"¿Morían?"

"No, Naruto, no morían".

Quiso llorar las lágrimas que Sasuke no estaba resuelto a soltar.

"Ellos, los demás, no le acercaban uno al otro, tampoco los alejaban. Ellos, los demás, solo iban y miraban sus cuerpos, se aseguraban que fueran siempre esos centímetros donde podrían verse desmoronarse poco a poco y no tocarse jamás".

Naruto le dijo que no le gustaba esa historia, se lo dijo mirando a la puerta de su habitación, aun traicionando la comunión del silencio. Estaba siendo cruel su pareja, era una noche tibia, había sido un gran esfuerzo el amor de esa tarde, ahora, desnudos, bajo las cobijas, Sasuke parecía arruinarlo.

Con placer.

"¿Morirán?"

"Había una vez dos niños congelados, se desmoronaban, mirándose caer y sufrir. Su perfecta alma se ansiaba, su salvación era el otro."

"¿Morirán?". Insistió el rubio, ya aterrado, mirando al techo, mirando la luna tras el cristal, mirando su mano libre. Cerrando los ojos. No podría preguntar si alguien se apiadaría de ellos y los acercaría, eso no pasará. Una mano fría le obligó a abrir un ojo y tuvo que verle.

"Un corazón se cayó, resbaló desde su pecho ahuecado, manchando de sangre fría en todo su trayecto, provocándole el dolor más humano y cruel posible. Resbaló hasta sus pies, los pintó de carmín y tambaleándose dio sus últimos giros hasta llegar a los pies del otro". Le susurró mientras besaba su sien derecha y esa mano atrapada bajo la sábana, fue liberada. "Era un solo corazón, que cayendo, entibió al otro un poco y lo hizo atravesarse el pecho también. Se abrió la piel y encajó las uñas en el órgano que ya no latía".

"Y me lo diste"

"Y te lo di a ti"

En el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora