¿Por cuál tecnología estás agradecido?

1.2K 155 4
                                    


Eran risas ebrias, sus mejillas los delataban. Afuera hacía un frío tremendo que los obligaba a negar la vista a las ventanas del enorme restaurante donde se reunieron esa noche. Las mesas de madera eran las excelentes compañeras de los más ancianos y algunas chicas más descubiertas con sus trajes. Naruto miraba, unido a la fiesta sin razón, a los bailarines que danzaban sin armonía y gracia en el medio del salón, unidos en parejas, en grupitos... Todo estaba iluminado por una tenue luz rojiza proveniente de farolas dispuestas aquí y allá, cerca y lejos de los comensales.

La sonrisa disminuía y aumentaba, aplaudía y a veces solo observaba perdido en sus pensamientos. No hacía falta verlo, estaba cerca, pero supone que ya es una afición suya y le busca sin mucha dificultad. Sasuke no sonríe, su rodilla doblada sobre la silla, abrazada por él mismo, escondiéndose involuntariamente y su vaso sin beber en la mesa, le dice mucho al rubio.

Mañana volverá a una misión. No importa que el cielo sea gris y el suelo blanco y gélido. Mañana deberá usar sus zapatos ninja y deberá colocarse la máscara "por protección", mañana su mano deberá enguantarse y sostener armas.

Sin querer las mira, cómo han cambiado, tienen tantas cicatrices que la suavidad se ha alejado de ellas.

Se despide de las personas, ninguno hace preguntas, no hay por qué inmiscuirse en la tristeza de otros, todos ahí están huyendo de algo, ¿qué hay de malo en enfrentarse?

Naruto siempre se enfrenta a lo que le teme. Sasuke le sigue, como es natural. Natural, esa es una palabra que le gustó a Naruto cuando la usaron para definirlos.

"Naturalmente", repetía en su mente, cuando por el frío le tomaba una de sus manos y la llevaba a su boca, para que su aliento hiciera su trabajo, trabajo que el alma de Sasuke no puede hacer. "Si yo fuera una aldea... tu serías mi hokage".

"Naturalmente". Sasuke comparte su humor, a veces.

Entrar a la casa que siempre es oscura no es un problema cuando entran juntos. Uno tropieza y alerta al otro, se ayudan. Sasuke ha mejorado en la rapidez para llegar a la habitación por eso debe esperar, normalmente son cinco segundos más, hoy ya contó doce y sigue solo en el marco de la puerta.

La sombra se mueve y empuja cosas, se deja observar por los ojos afilados y curiosos, le ofrece una de esas sonrisas que se formaron con los años. Ya no hay muebles en el centro.

Naruto es un ninja, un ninja con pocos muebles y poca comida, ninguno de los dos piensa en eso, jamás. Es tan extra a ellos que a veces es ajeno. Son ninjas, saben morir de hambre y con placer lo hacen a veces, prefieren estar a solas que salir a comprar cosas. Pero hay algo que atesora Naruto, una cajita de madera en forma rectangular, con una bocina de color negro en uno de sus costados, una tuerca giratoria que maneja las estaciones y una enorme antena que se ha roto y ya no puede subir tanto. La enciende acariciando su lucecita roja en una esquina, con la que les dice hola.

Mueve la tuerca, le sonríe al aparatejo que va tomando vida, que va entendiéndole qué es lo que espera darle a Sasuke. Le da gracia escuchar la queja desde la garganta de su compañero.

"¿Planeas que tú y yo....?"

"Naturalmente", le dice de nuevo. Porque significa mucho, significa que algo es obvio, obligatorio, real, concreto, como ellos. Aunque a veces no lo puedan explicar.

Le ofrece la mano y ya no tiembla, de hecho podría esperarse dos meses estirándola y sabría que obtendría la contraria, ahora lo sabe. No debe esperar mucho, de todos modos, a los segundos recibe la contraria y lo acerca a su cuerpo, mira de reojo su radio vieja y le sonríe, como a una vieja amiga, como si se pusieran de acuerdo, la melodía suena. No la conocen, de hecho es la primera vez que la escuchan juntos.

No sonríen enamorados ni se prometen cosas, no hay vueltas ni tropezones, solo los brazos se envuelven en el cuerpo contrario, poseyéndolo, aferrándose a esa vida que no les pertenece y que pareciera que sí, cierran sus ojos y deslizan un poco los pies. No les sale bailar, son ninjas, pero danzan, en su corazón, están danzando; están quizá ahogándose en el mar, piensa Naruto, porque así es como parece por el mecer que dan.

Naruto, de pronto, no quiere ir a dormir esta noche. Quizá sea el hecho de que Sasuke le ha arrancado la voz y sin voz, mañana no puede dar las órdenes. Ya han logrado dar dos vueltas en su imitación de baile y la radio sigue sonando, acompañándoles en el trago amargo que les calienta el corazón poco a poco.

Una mueca pequeña se forma en su boca, algo así como una sonrisa pero más intenso, algo así como amor. 

En el finalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora