PRESENTIMIENTO

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Arvenien estaba bastante concentrada en que la plantita quedara bien ubicada, escogió un lugar cercano a la pequeña laguna en medio del inmenso jardín del palacio, allí donde junto a Thranduil hacían sus caminatas nocturnas y hablaban de miles de cosas, deseaba que aquella plantita se hiciera un hermoso árbol donde crecerían florecitas blancas, el mismo árbol bajo el cual ella y Thranduil empezaron esa aventura juntos, se había llevado un pequeño retoño del campamento aquella vez, y lo había conservado en Gondor, pero al irse al bosque verde fue de lo primero que empaco, no le comento nada a Thranduil pues quería darle una sorpresa cuando lo viera crecer, no era un árbol muy grande ni necesitaba crecer demasiado para florecer, así que según sus cálculos pronto podría darle esa sorpresa.

Un día cálido y sereno Arvenien caminaba de regreso a su habitación con muchos pergaminos en sus manos, eran pequeños de hecho, regalos de los niños, dibujos hechos con mucho cariño para ella, quería guardarlos todos y conservarlos por siempre. Estaba tan metida en sus pequeños dibujos cuando algo la distrajo, escucho que estaban discutiendo en uno de los pasillos del palacio casi cerca del despacho de Thranduil, su intención no era escuchar la conversación, pero en ese momento ya era demasiado tarde para retroceder ya que los protagonistas de dicha discusión venían caminando hacia ella, encontró una habitación y por suerte la puerta estaba abierta así que decidió ocultarse allí por un momento mientras las personas en cuestión se alejaran lo suficiente para que ella continuara su camino.

Se recostó en la pared junto a la puerta que quedo semi abierta y pudo darse cuenta que los que discutían eran dos elfos de los altos funcionarios y sabios del bosque verde junto a Thranduil, y para su mala suerte se detuvieron a discutir frente a la dichosa habitación por lo que escucho claramente la conversación.

- Mi señor Thranduil créame que comprendo completamente su molestia, pero por favor, piense en el bienestar del pueblo entero, estamos en una gran desventaja, no tenemos suficientes elfos para un ejército, los demás son niños que apenas van creciendo, necesitamos de que se lleve a cabo el trato, mi señor_ La voz del señor elfo se escuchaba desesperada y suplicante

Arvenien podía ver claramente el rostro de Thranduil, estaba con la mirada pegada al suelo y una mueca de descontento latente... el segundo elfo también hablo..

- Mi señor Oropher era muy sabio y sabia que esto podía suceder, por eso con antelación hizo todos los arreglos mi señor, eso ayudara en gran manera al pueblo, crecerá y se hará más fuerte, Eru no permita que nuestros enemigos se enteren de lo frágiles que somos en este momento y preparen un ataque, por favor mi señor el rey Thranduil, considere cumplir la promesa de mi señor Oropher, se lo suplicamos en nombre de nuestro pueblo.

Thranduil suspiro profundamente y les dio la espalda a los señores elfos quienes lo veían suplicante.

- Por favor, solo denme un tiempo para pensar que debo hacer, necesito tomar una sabia decisión pero necesito tiempo, mientras tanto ni una sola palabra a nadie sobre ello, es una orden.

Thranduil se alejó cabizbajo, Arvenien pudo notar un dejo de tristeza en sus palabras y de alguna manera su corazón dolía, nació algo como un mal presentimiento, y algo le decía que todo ello probablemente tenía que ver con ella, aunque no sabía que era exactamente lo que estaba sucediendo, sabía que la tristeza de Thranduil tenía que ver con su presencia allí. De alguna manera tenia que averiguar que pasaba, porque si ella podía hacer algo por ayudar a Thranduil y a su pueblo, del cual ella estaba ya enamorada, lo haría con todo el corazón sin dudarlo.

Cuando cayó la noche Arvenien como siempre esperaba al rey en la habitación con la cena servida, jugaba con un mantel en sus manos pensando en la manera de abordar a Thranduil y poder descubrir que es lo que sucedía, como poder abordar el tema sin que el sospechara que había logrado escuchar aquella conversación.

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