Lo que te pertenece vuelve a ti

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Las cosas en Eryn Lasgalen estaban apresuradas un poco, los elfos se marchaban y día a día un nuevo grupo partía, solamente el rey y sus siervos más cercanos permanecian organizando todo hasta el último momento.

Como era de esperarse de un rey como Thranduil, quería asegurarse que su gente llegase bien a su destino y más aún de sus tesoros. Estaba completamente sumergido en sus pensamientos cuando un guardia llega a interrumpir su concentración.

-Mi señor - dijo el guardia haciendo una reverencia-allá afuera hay alguien que desea hablarle.

- ¿Quién en estos tiempos? -preguntó sin levantar la vista de su lectura.

- Se trata del mago Radagast, dice que necesita entregarle algo que le pertenece.

Thranduil levanta la mirada hacia el guardia y un tanto fastidiado pregunta:

- ¿Qué cosa que me pertenece podrá tener ese mago loco? Ni siquiera debería estar por acá.

-¿Le digo que se marche, mi señor?

- No, dejalo entrar veremos de que se trata.

El guardia se retira de inmediato y Thranduil se levanta de su asiento un tanto curioso pensando con que cosa extraña le resultara ese mago. Minutos despues ve entrar al guardia y tras él un mago distraido viene caminando a paso lento, observando cada rincón del lugar y susurrando cosas para él mismo, apenas se da cuenta que ya esta en la presencia del rey.

- ¡Vaya lugar! - dijo dirigiendose hacia el guardia -nunca imagine que fuera tan.. tan interesante...

- ¿Interesante?-La voz de Thranduil era un poco desdeñosa, no creia que "interesante" fuera la palabra correcta para su reino.

- Oh mi señor Thranduil, perdona no me habia percatado que habiamos llegado hasta ti.

- Esta bien, ¿dime a que vienes? Me dijeron que traes algo para mi. Algun regalo de despedida, ¿talvez?

- De hecho mi señor, vengo a devolverte algo que te pertenece.

- ¿que me pertenece?

- Sí, permiteme ..-   entre su largo saco había una abertura de donde metio su mano profundamente y sacó una caja larga rectangular, de un color marron oscuro adquirido debido a la antigüedad , la llevo hacia una pequeña mesa donde anteriormente Thranduil leía unos papeles y la colocó delicadamente sobre ella.

- Esta hermosa reliquia te pertenece, la criatura alada de las profundidades del bosque, de quién pocos saben su nombre la tenía en resguardo. A ella se le pidió se te entregase a ti hace miles de años, sin embargo rehuso a hacerlo por un resentimiento hacia tu persona.

- ¿Resentimiento hacia mi? Ni siquiera sé de quién me hablas mago._    respondió Thranduil frunciendo el ceño, sin embargo se acercó hacia la mesa y contempló la caja, no le fue difícil encontrar la cerradura y con un movimiento de sus dedos fácilmente esta cedió y la caja se abrió dejando salir un aroma a húmedo y a tiempos lejanos.  La tela que se encontraba en su interior estaba manchada y casi llena de moho por el largo tiempo escondida. Llevado por la curiosidad, lentamente levanto una parte de la tela, Radagast lo observaba atentamente y vio como los ojos del rey se abrian en gran asombro al descubrir finalmente el contenido final de la caja, sus ojos brillaban y su cara palideció.

Thranduil dejo caer la tela de nuevo dentro de la caja y se apresuró hacia el mago quien dió un salto hacia atrás un tanto sorprendido, los ojos del rey estaban sobresaltados y su respiración estaba acelerada, su gesto no era de alguien molesto, sino de alguien realmente sorprendido.

- ¿Donde... de donde sacaste esto? - dijo señalando la caja.

Su voz estaba un tanto ahogada y su mano temblaba al señalar la caja sobre la mesa.
Radagast se puso serio y con voz firme le hablo.

-Viene de tu pasado mi señor Thranduil, de un pasado muy lejano y no me equivoco al decir que eso -  dijo viendo hacia la pequeña caja - es lo que mas deseabas tener aparte de aquellas hermosas gemas blancas por las cuales fuiste bastante lejos esperando recuperarlas.

Thranduil lo escuchaba sorprendido, era como si Radagast hubiese sido testigo no solo de su vida sino de los pensamientos de su corazón.

- Ambos sabemos mi señor - continuo Radagast -  las razones por las cuales anhelabas tener esas gemas en tus manos de nuevo, razones poderosas. Cuanto recelo guardabas hacia ellas al principio cuando las viste colgar del cuello de tu reina, eran su tesoro, un regalo que recibió de ese ser especial a quien antes de ti entrego el corazón. Sin embargo tuviste a bien a cambiar el sentimiento cuando te enteraste de donde procedían, de ese punto donde tu reina y tú coincidieron antes de conocerse, antes de amarse....

- yo no tengo esas gemas, renuncié a ellas hace mucho - dijo el rey visiblemente desconcertado.

- Sí, de hecho cuando comprendiste que el tesoro mas valioso que te dejo tu esposa fue tu hijo, pero aún te faltaba cubrir la otra parte...y te lo callaste bastante bien, conformándote quizás ..¿con los recuerdos?.

La voz de Radagast se volvio piadosa asi como su mirada hacia Thranduil y continuó:

- Pero ahora esa criatura ha liberado el resentimiento hacia tu persona y te ha devuelto lo que te pertenece, ese otro tesoro valioso que nunca olvidaste. Así que mi señor, me retiro para que puedas reencontrarte y reconciliarte con tu pasado - dijo Radagast y dio la vuelta para retirarse.

- ¡Espera un momento! - la voz de Thranduil era inquisitiva ahora  - necesito saber... como tú, alguien que solo de nombre y una que otra anécdota, he podido conocer... ¿sabes de todo esto?

- La criatura, ante mi indecisión de llevar a cabo su petición de traerte esto me conto todo la historia. ¡Oh! magnificas historias las de las criaturas del bosque, mucho más deleitables que la de los elfos y hombres, llenas de valentía, decisión, honorabilidad y amor. No hizo falta indagar sobre quienes hablaba, todas las piezas cayeron en su lugar y aquí estoy.

- Esa criatura... ¿tanto me odiaba?

- Sí,  de hecho al terminar esta era decidió liberarte de lo que él consideraba su castigo hacia ti, te culpó y mucho así que -señalando la pequeña caja- eso representa su redención hacia tí.

- Agradezco que hayas traído esto, significa que puedo retirarme en paz de estas tierras.

- Siendo así,  te deseo lo mejor, mi señor.

Diciendo esto se retiro sin pensar que atrás dejaba a un desarmado Thranduil, aquellas palabras hicieron estremecer el corazón del rey, ya que de hecho hacía muchos años,miles de años que en ese mismo lugar esas palabras habían sido las ultimas que había escuchado provenientes del dueño de una herida en su corazón y de aquella caja que yacía en la mesa.

Después de unos momentos puso su atención en la caja que pacientemente esperaba abierta , se acerco y alargo la mano para quitar el manto viejo que cubría el contenido, se dio cuenta que su mano temblaba.. el golpe de recuerdos había agitado su alma entera. Cuando retiro la prenda pudo contemplar el color verde en su majestuosidad, era una hermosa espada completa, su vaina era color verde esmeralda con pequeñas incrustaciones doradas en forma de pequeñas runas, en la parte donde descansaba el mango colgaba una cuerda color carmesí, intacta, hermosa. 

Thranduil tomó el mango con su mano derecha y la desenvainó lentamente, la hoja de la espada salió poco a poco, su brillo resulto ser tan mágico como si una estrella estuviera frente a él,  entonces vió sus propios ojos reflejados en la brillante hoja de la espada y repentinamente se convirtió en una faz diferente, en esos ojos que alguna vez adoró con sus detalles, con sus imperfecciones, bellas imperfecciones. No pudo resistir aquella visión y volvió a introducir la espada y a dejarla dentro de la caja, creía que el pasado se había ido, se conformó con los recuerdos y acallo la culpa que muchos años atrás lo atormento. Y como una cascada, los recuerdos fueron cayendo uno a uno a su mente y también el dolor se apoderó de su corazón una vez más.

ESTELGALENDonde viven las historias. Descúbrelo ahora