Apuesto a que si

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Los acólitos estaban agazapados detrás de la roca y pudieron comprobar que lo que les había dicho Mikasa era verdad. Luego de que ella abandonara su refugio improvisado, una explosión por demás violenta hizo retumbar el suelo, lanzando todo lo que estuvo cerca del lugar del siniestro como una lluvia de mortíferos proyectiles, para escasos segundos después notar como el aire se llenaba de un desagradable olor a azufre tan concentrado que hería la nariz, garganta y ojos de los acólitos presentes.

Sin embargo, Levi Ackerman jamás permitiría que algo tan superficial como un olor lo alejara de sus responsabilidades. Así que con extrema precaución fue el primero en abandonar la endeble seguridad que les había proporcionado la roca. Cuando sus ojos pudieron enfocar después del escozor debido al penetrante olor, y pudo dar detalles a lo que acontecía a escasos metros de su ubicación, la sangre se congeló dentro de su cuerpo.

Un ser monstruosamente alto, Levi en primer instinto calculo que debía medir por lo menos tres metros, con la piel en apariencia y textura similar a la de una roca de un tono azul intenso, infamemente musculoso, con afiliadas salientes tapizando su inmensa espalda y con dos enormes y retorcidos cuernos sobresaliendo de su descomunal cabeza, sostenía a Mikasa por el cuello con una de sus bestiales manos, apretando firmemente mientras una sonrisa perversa dejaba ver sus muy blancos y afilados dientes.

Levi había visto las formas liberadas de demonios de bajo nivel, pero lo que estaba a escasos metros de él era abismalmente diferente. El aura que emanaba era tan oscura con ligeros tintes azules, que le hacía difícil mantenerse en pie. Un ente de pura maldad.

Y aunque odiaba con toda la fuerza de su ser a los demonios, no pudo evitar preocuparse por la súcubo, que ahora estaba siendo asfixiada lentamente por esa cosa. Levi Ackerman tomo a "alma blanca" y levantándola en lo alto se dispuso a atacar a esa maldito ser. Cuando de pronto una flecha pasó zumbando junto a su cabeza obligándolo a detenerse en seco.

Hanji Zoé, la mejor arquera de la Asociación yacía detrás de él, cargando nuevamente su arco "Refugio de los pecadores" con otra flecha. Todo parecía ir en cámara lenta, Levi pudo ver con la mayor claridad como el nuevo proyectil era disparado, y como junto con el anteriormente lanzado, se clavaban con impresionante precisión en los ojos del demonio, que, berreando como una bestia salida de las más recóndito de un mundo de pesadillas, soltaba a Mikasa para poder llevar sus manos a las ensangrentadas cuencas y así poder retirar los astiles, que se habían clavado profundamente dentro de las cavidades, destrozando todo a su paso.

-Asquerosos humanos, como se atreven a dañar mi precioso cuerpo. Los hare pagar arrancando su inmunda piel tan lento que me suplicaran clemencia. –

Lo que alguna vez había aparentado ser una angelical jovencita había mostrado su verdadera forma. Su voz cavernosa, vacía de cualquier emoción que no fuera la ira, podría asustar al más bravo de los ejércitos.

Mina estaba confiada en la ventaja de la super regeneración de su cuerpo demoniaco, su abrumadora fuerza y la hiper velocidad que adquiría, y aunque detestara su apariencia, se regodeaba en que pronto haría que la insignificante súcubo junto a sus mascotas se arrepintieran de haberse metido con ella.

Caminando con la mayor seguridad posible, completamente sanada de cualquier herida que se le hubiera infligido con anterioridad, y una sonrisa en el despiadado rostro, Mina estaba dispuesta a hacer sufrir a sus insignificantes oponentes.

Mikasa libre de la prisión que suponían las enormes manos de Mina se riñó así misma por haber sido tan descuidada, pero al ver a Levi sin la protección que suponía la roca que había llevado para cumplir ese propósito, su tranquilidad y aplomo habitual la abandonaron, perdiendo de vista su objetivo y terminando en las garras de Mina. Ahora libre gracias a la única mujer humana en el lugar, que resultó ser una hábil arquera, decidió dar todo con tal de defender a los Acólitos de la Asociación.

El infierno del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora