Capitulo Siete

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Mean

Hoy es jueves y debería estar en la empresa, en ese despacho metido. En lugar de ello, y siendo ya las diez de la mañana, estoy en mi cama aún, mirando hacia el techo, acariciando mi vientre desnudo, aburrido, pensando mientras borro las fotos de mi móvil en las que salgo con Sunan, ese idiota que rompió conmigo hace doce días y no hace ni el mínimo para volver conmigo, para disculparse, viendo que Plann tenia razón al decir que es un idiota al que le importo lo más mínimo.

No negaré que me duele que Sunan y yo ya no estemos juntos porque fue mucho tiempo pero, abriéndome los ojos Plann frente a la realidad me doy cuenta de que no es para tanto y puedo seguir viviendo mi vida y dar oportunidades a otras cosas y personas.

Levantándome doy pie a eso, a dar una oportunidad a algo nuevo, saliendo de mi habitación dirigiéndome a la de enfrente. Despacio abro la puerta. La oscuridad es absoluta en esta habitación al igual que el silencio, sabiendo que Plann a pesar de la hora que es está dormido. Cerrando con cuidado, andando de la misma forma, llego hasta la cama paso a paso, siendo cuidadoso cuando subo sobre el colchón, quedando sobre su cuerpo. Su aliento, su respiración es bastante tranquila, sonriendo al notarla cerca de mis labios.

Sin llegar a tocarle con mis manos me inclino lo suficiente, alcanzando a rozar sus labios, uniéndolos con firmeza, siendo correspondido al instante.

Sus labios, suaves, se mueven con agilidad bajo los míos, permitiendo el paso a mi lengua que no tarda en unirse a la suya. Cerrando los ojos, dejo caer el peso de mi cuerpo sobre el suyo, lo cual en pocos segundos me doy cuenta que es un error, no por lo que noto clavándose en mi cadera sino por lo que sin verlo venir golpea mi nariz, tirándome al suelo, doliendo tanto que hasta el mínimo roce de mi mano me hace ver las estrellas.

— ¿Se puede saber que demonios haces? —sus gritos y la luz ahora mismo me incomodan tanto como el dolor que siento —¿cómo se te ocurre colarte en mi habitación y besarme de esa forma? ¡He podido romperte la nariz o algo peor!

— Eres un bestia —me aparto cuando toca mi nariz —me has roto la nariz seguro imbécil.

— Que llorón eres Mean —le veo entrar al baño.

Arrodillándose frente a mi un minuto después, obligándome a apartar mis manos que mantengo en el suelo, frunzo el ceño ante el dolor, más cuando limpia bajo mi nariz lo que comprendo es mi sangre por el golpe que me ha dado.

— ¿Has vuelto a beber? —niego siendo sincero —¿cómo se te ocurre colarte así y besarme?

— Tampoco te has quejado —cierro los ojos cuando el dolor se hace más fuerte —duele..

— Claro que duele y la próxima vez te golpearé más fuerte idiota —deja las cosas en el suelo —ya estás. Ahora dejame seguir durmiendo. Estaba soñando con perderte de vista.

— Ahora el que me odia eres tu —me pongo en pie despacio —aunque yo no te odiaba.

— No me vengas con el cuento de que me tratabas mal porque te gusto otra vez —apaga la luz —no me creo nada de lo que dices y como vuelvas a besarme patearé tu culo hasta el día que me marche.

Cabizbajo, arrastrando mis pies descalzos hasta la puerta, miro una última vez hacia la cama, notando el bulto que es Plann en plena oscuridad, sintiendo una enorme pesadez en mi interior cuando cierro la puerta, dirigiéndome a la cocina donde me siento después de coger una cerveza que ya no me importa tomar aún teniendo el estomago vacio.

— ¿Está bien señorito Mean? —niego dando otro trago —¿se ha tropezado con algo?

— Si con mi orgullo y mi estupidez —vuelvo a dar otro trago —no quiero hablar de eso ni de nada. Hoy no me molestes para nada Malai porque no pienso salir de mi habitación. Estoy cansado.

Saliendo de la cocina con dos cervezas más voy a mi habitación, cerrando la puerta con seguro y me dejo caer sobre mi cama, terminándome la primera cerveza mientras las otras dos descansan en mi mesita de noche.

— Soy patético —suspiro, tirando la lata vacía al suelo —y Plann un idiota que no me correspondería ni aunque le cantase mis sentimientos..

Las horas pasan, las cervezas se acaban cuando la hora de comer llega. El mareo por el golpe y el alcohol, mala combinación, se hacen presentes cuando escucho su voz, esas palabras pidiéndome ir a comer, negándome en silencio, abrazándome a mi almohada, ignorando su insistencia, durmiéndome minutos después.


Golpes como taladros son los que parece que caen en mi cabeza en lugar de ser en la puerta de mi habitación. Incorporándome, sentándome despacio, el dolor de cabeza que tengo aumenta por culpa de esos golpes que me obligan a salir de la cama y abrir la puerta, llegando a esta arrastrando los pies y casi mi cuerpo entero de lo agotado que me siento.

— Ya era hora —vuelvo hacia la cama —no puedo creer que de nuevo hayas bebido.

— Ni yo que seas tan pesado —me abrazo a la almohada —no voy a bajar ni a comer ni a cenar y me da igual la hora que sea. Estoy cansado y solo quiero estar aquí sin que nadie me moleste.

— No vengo a molestarte.

— Tu me molestas con tu presencia y tus malditas palabras —gruño —me ha quedado claro cuando me has dicho que soy un cuentista que inventa una escusa según tu falsa sobre la forma en que te trataba. La gente como tu y como Sunan solo habéis nacido y aparecido en mi vida para hacerme tanto daño que acabaré siendo un alcohólico y solitario toda mi vida. Me iré a vivir solo y adoptaré mil gatos que serán los únicos que me quieran.

— En definitiva eres un idiota —frunzo el ceño aunque me de más dolor de cabeza —no te preocupes porque en dos semanas te libras de mi.

Dos semanas..

Sintiendo la falta de su peso sobre mi cama, girándome lo más rápido que puedo, gateando por encima de la cama sostengo su mano, mirándole a los ojos, sintiendo humedecerse los míos, temblar, dispuesto a pedirle algo que ni yo se que es con seguridad, deteniéndome cuando el dolor en mi estomago arde por completo en mi interior, corriendo al cuarto de baño, expulsando el alcohol de mi organismo, temblando aún más, abrazándome a mi cuerpo, sintiendo el calor del suyo abrazándome pero no aliviándome tanto como me gustaría porque ya nada puede aliviar todo lo que siento y poco a poco me carcome hasta que me destruya.

— ¿Vas a decirme porque haces esto?

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now