Capitulo Veinte

210 42 8
                                    

Plann

Sentado en la sala de espera, mirando mis manos aún con su sangre, no puedo ver más que la eterna espera, sentir el nudo cada vez más apretado en mi interior, las lágrimas que caen sin cesar, mi corazón a mil por hora, tensándome por cada minuto que pasa desde que se lo llevaron a ese quirófano sin salir nadie para decirme nada.

— ¡Plann!

Levantando mi cabeza, mi mirada de mis manos, veo a esas dos mujeres, devolviéndole el abrazo al cuerpo de la mujer que dio la vida de Mean, mirando a su otra madre, la no biológica.

— Su ex novio.. estábamos en una tienda de ropa cuando nos lo hemos encontrado. Íbamos a ir al cine cuando —las palabras se atascan en mi garganta —tardaba tanto que algo definitivamente iba mal. Si no hubiese tardado tanto en darme cuenta seguramente ahora no estaría así. Han pasado dos horas y aún no se nada.. no quiero que se muera.

— Mean es fuerte —Malai me abraza con más fuerza —no va a morir y podréis tener más citas como la de esa cena. Incluso ser novios si os decidís los dos ya lo verás.

Justamente hoy es nuestro primer día de novios y ya pasan estas cosas.

— Mean y yo..

Siendo interrumpido, limpiándome rápidamente las lágrimas que han vuelto a caer de mis ojos, veo a esa doctora acercarse, su ropa llena de sangre en abundancia, casi perdiendo las pocas fuerzas que me quedan, temiéndome lo peor.

— ¿Una de estas señoras es la madre del paciente? —asiento, señalando a Malai por ser la madre biológica —su hijo ha tenido suerte señora. Ha perdido mucha sangre pero está fuera de peligro. El arma con la que ha sido atacado ha llegado a uno de sus pulmones pero hemos conseguido mantenerlo y repararlo a tiempo.

— Mi pequeño.. —esta vez soy yo quien abraza a Malai —¿podemos entrar a verle?

— ¿Ustedes dos son familiares?

— El chico es su esposo —miro a Malai, sorprendido aunque no sea el momento —y ella es su madrastra. Por supuesto que ambos son importantes en la vida de mi hijo.

La doctora parece dudar por un momento pero aún así nos deja pasar, teniendo los tres que cubrirnos como corresponde, siendo el último en entrar, permitiendo que ambas entren primero, que vean a Mean, al hijo que ambas han cuidado y amado toda su vida, siendo ahora mi turno, tomando sus manos entre las mías, dejando más lágrimas en libertad al ver su palidez, la debilidad en esos ojos que me miran.

— No debí dejarte solo —niega despacio —si te hubiese acompañado ahora no estarías aquí Mean. Es todo mi culpa por haber golpeado a ese imbécil.

Soltando una de sus manos de entre las mías aparta la mascarilla de su cara, acercándome con esa misma, dejando libres más lágrimas en el momento en que nuestros labios se rozan, no queriendo pensar en este beso como el último.

— Te quiero Plann —su voz suena tan débil y ronca —saldré de esta y nos casaremos.

Volviendo a besar sus labios, teniendo las inmensas ganas de sonreír, solo me aparto, volviendo a colocarle la mascarilla, acariciándole la mejilla con suavidad, abrazándole con cuidado, saliendo no mucho después con un te quiero que por supuesto no será el último ni por mi parte, ni por la suya.

— Pueden esperar en esta habitación —abre la puerta de la habitación 213 —si todo va bien el paciente será trasladado en unas horas. En las noches solo una persona podrá quedarse con él y deberán informarme quien será.

La doctora se va en cuanto accedemos a dicha habitación, viendo que tan solo cuenta con una cama y un sillón que por el aspecto tiene la apariencia de poder pasar a ser también una cama para los familiares del paciente.

— Pienso que debería quedarse usted —miro a Malai —es su madre y quien más derecho tiene por supuesto.

— Opino igual —me apoya la otra mujer —Mean te necesita. Por el trabajo no tienes que preocuparte. No te descontaremos nada y me las podré apañar aunque a mi marido no le guste. Lo comprenderá cuando sepa que su hijo está en esta condición.

Malai nos mira, con sus ojos volviendo a retener esas lágrimas que no permito que caigan, abrazándola, calmándola con suaves caricias en su espalda.

— Imagino que ahora tendré que considerarte como un yerno —siento de forma inmediata mis mejillas arder —sabia que al final acabaríais juntos a pesar de como empezasteis. Y yo pienso que deberías estar tu a su lado. Mean estará más cómodo que conmigo aquí.

— Pero usted es su madre —miro mis manos cubiertas por las suyas —no puedo quitarle ese puesto siendo su novio. El amor de una madre tiene más valor que el de un novio.

— Pero yo no le crie y siempre y lo sabes ha habido cierta tensión —niego despacio —estaré más tranquila si tu eres el que se quede con mi pequeño.

Miro a la otra mujer, quien al igual que me ha dado la razón a mi ahora se la da a Malai, asintiendo despacio, aceptando su petición de quedarme el tiempo que esté ingresado con Mean, sentándonos los tres tanto en el sofá como en el sillón que ocupo yo, viendo el tiempo pasar como una eternidad, esperando hora tras hora, yéndose ambas mujeres a comer, quedándome en todo momento en la habitación sin preocuparme más que por saber el estado de Mean.


— Disculpe.

Moviéndome, sintiendo una mano tocar mi brazo, abro los ojos, sobresaltándome por un momento cuando frente a mi aparece un hombre, joven, vestido de un color azulado que no se a que rango pertenece.

Incorporándome aún adormilado le miro, desviando mi atención a donde señala, acercándome rápidamente a la cama donde Mean se encuentra acostado, despierto, con un poco de color en su rostro antes pálido, no dudando en darle un beso en los labios.

— Perdoname por dormirme mientras te esperaba. ¿Cómo te encuentras?

— Dolorido pero vivo —su sonrisa es mínima —gracias por correr a por mi.

— Haría cualquier cosa por ti Mean —acaricio con cuidado su rostro —¿Mean?

— Dime, Plann —sus ojos se cierran un segundo o dos —¿ocurre algo?

Negando, sonriendo aunque me sienta mal por su estado, porque en gran parte es mi culpa por dejarle solo, me acerco un poco más a mi novio.

— Yo también te quiero, Mean.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now