Capitulo Veintidós

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Plann

Las enfermeras como cada mañana me piden salir de la habitación, con la diferencia de que el aseo esta vez ira acompañado del alta de Mean, una semana y media después de su ingreso, sabiendo por los propios médicos que su herida va curándose bien, teniendo que seguir con las curas una vez estemos en casa.

Esperando con mi espalda apoyada en la pared, mirando fijamente esa puerta cerrada tras la que está mi novio, pienso en eso de mudarnos juntos, a donde deberíamos ir hasta que encontremos un lugar para los dos, dejando mis pensamientos a un lado en cuanto esta puerta se abre, saliendo ambas mujeres que no dudan en dedicarme una mirada que no comprendo, pudiendo entrar finalmente, encontrándome con mi novio ya vestido, sentado en el sillón que yo suelo ocupar, intentando sin éxito ponerse las zapatillas que le quito de las manos.

— Pronto no tendrás que ayudarme en esta sencilla tarea de ponerme unas simples zapatillas —le miro, terminando de anudarlas —¿ya podemos irnos?

— Podemos —le ayudo a levantarse —he llamado a un taxi que debe estar fuera ya. ¿Quieres ir a tu casa o a la mia?

— La que sea porque cuando esté un poco mejor iremos a ver un hogar para los dos.

Sosteniendo su mano bajo la mia, caminando con calma hasta la salida de la habitación, de la misma forma llegando al ascensor, pienso nuevamente en ello, mirando a mi novio que parece concentrado, seguramente envuelto en los mismos pensamientos, no diciendo nada absolutamente incluso cuando llegamos al taxi, subiendo en la parte trasera, indicando la dirección de la casa de Mean.


En menos de quince minutos llegamos, bajando del taxi después de pagar y entramos en su casa, ayudándole a llegar a la sala aunque quiera ir a la cocina, sentándole en el sofá, sentándome a su lado.

— Ahora que estás en casa puedes descansar mejor —miro sus manos sosteniendo la mia derecha —y no preocuparte por nada más que eso.

— Debería hablar con la policía y denunciar a Sunan —niego despacio —¿lo has hecho tu?

— Tus padres —me siento bien —en realidad.. no debería decírtelo porque aún tienes que recuperarte y descansar y te conozco lo suficiente como para saber que te alterarás y querrás ir personalmente.

— Dímelo —habla con calma —no me alteraré te lo prometo.

Mirándole a los ojos intento ver si lo dice enserio, aceptando que si que lo hace.

— Tu madre ya sabes que lo sabia y tu madrastra también y poco después lo supo tu padre también y no tardaron mucho en poner una denuncia, mostrando los informes de tu caso que le pidieron a los doctores —miro mis manos, tomando aire profundamente —en cuanto encontraron a Sunan a las pocas horas se hizo el juicio y tiene una condena de doce años por intentar matarte.

— Doce años no me parece tanto para que pague por esto pero no voy a negar que se merece cada minuto que pasará preso —asiento porque tiene razón —podemos vivir tranquilos tu y yo ahora, buscar nuestro nidito de amor propio, ser felices, verte cada mañana despertar a mi lado, besarte hasta que no nos quede aliento.

— Quieres muchas cosas Mean. ¿Qué pasa si la convivencia no es buena?

— ¿Por qué no va a ser buena? —su mirada es profunda sobre mi —vivimos juntos ahora mismo y no nos va mal Plann. Ten un poco de confianza en nuestra relación.

Acepto con un movimiento de cabeza, aún mirándole incluso cuando se inclina hacia mi, preocupándome porque haga un mal movimiento cuando mi espalda queda sobre el sofá, su cuerpo sobre el mio, sus labios atrapando los míos con hambre, ahogando un gemido al sentir cierta presión sobre mi cuerpo, contra mi vientre, comprendiendo claramente lo que es, deteniéndole porque no es el momento ni está en las condiciones para seguir con lo que se propone.

— Eres demasiado ansioso para hacer lo que no debes —deposito un pequeño beso en sus labios —y terco mi amor. Voy a prepararte algo para almorzar.

Haciendo el impulso para ponerme en pie siento su mano en mi muñeca, reteniéndome cuando casi ya no estoy sentado, mirándole a los ojos, su cuerpo cerca del mio, sus piernas bajo el mio propio, cerrando los ojos sin poder reaccionar para nada más que seguir el movimiento de sus labios, corresponderle al beso que inicia sin problema alguno, entrelazando nuestras manos entre su cuerpo y el mio.

— Te quiero y me da igual ser tan impulsivo tratándose de nosotros —une su frente a la mia —hemos pasado de no soportarnos a esto y me gusta como estamos.

Abrazándole con cuidado de la herida aún por curar, sintiendo sus manos acariciando con mimo mi espalda, me hacen sentir paz, también cada sentimiento que ambos compartimos, que el me ha transmitido no hace ni dos minutos con sus palabras, acomodándome mejor sobre sus piernas, repartiendo besos en sus labios, todo su suave rostro incluso cuando habla con su familia por teléfono, abrazándole de mejor forma cuando finaliza la llamada, estando ahora acostados en su cama, mi cabeza descansando sobre su hombro, su mano aún en mi espalda incluso cuando se duerme, sonriendo ante la preciosa imagen de su rostro relajado, su respiración controlada en pleno sueño.

— Tendremos una bonita casa para los dos —le digo en un susurro contra su cuello —con jardín y una piscina de la que disfrutar en verano si quieres.


Dos días más han pasado desde que volvimos a casa, a la de Mean porque aún seguimos viviendo aquí, y con una taza de té en mis manos que dejo sobre la mesita de centro de la sala, sentándome en el sofá junto a Mean, mirando la pantalla de su ordenador donde tiene abierta una vivienda que ha debido de seleccionar después de un rato buscando.

— Tiene dos habitaciones, dos cuartos de baños completos y jardín —señala todo cuanto dice —no tiene piscina pero podríamos construirla. ¿Qué te parece?

— Que deberíamos verla para decir si o no y no me refiero de esta forma —marco el número —llama y la vemos en persona antes de decidir. Es la primera que veremos y no podemos conformarnos si no nos gusta.

— Llamaré pero solo porque me lo pides tu.

Sonrío, dejando un pequeño beso en sus labios, cojo la taza, bebiendo poco a poco el contenido, escuchándole hablar con, al parecer mujer, la propietaria de la vivienda, escuchando más o menos todo cuanto hablan, sabiendo lo importante, que veremos la primera opción esta misma tarde a las cuatro y cuarto exactamente.

— Hazte a la idea mi precioso novio que como nos guste esa casa, aunque tenga que montar con mis manos la piscina, será nuestro hogar en propiedad conjunta —sonrío, mirándole a los ojos —suena perfecto.

— ¿Tanto como tu lo eres? —niega.

— Tanto como lo somos juntos.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now