Capitulo Dieciocho

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Mean

Una sensación rara, como un cosquilleo, me hace moverme. Aún notándola, ahora de forma más real, me muevo hasta quedar acostado de lado sobre la cama, con mi cabeza ahora descansando sobre mi brazo. Con la otra busco a Plann a mi lado, encontrándome con ese lado de la cama vacía. Abriendo los ojos me doy cuenta de que así es, que nadie está durmiendo a mi lado.

Cubriéndome la cara con mis manos, gruñendo contra las palmas de la misma, pienso en si no fue todo un sueño, la cena, cada beso, ese en concreto que nos trajo hasta la cama, ese sí aceptando ser mi novio, la primera vez que lo hacemos, que compartimos más que besos fundiéndonos en uno solo..

— No ha sido más que un sueño —acostándome boca abajo, me abrazo a mi almohada —un sueño que parecía demasiado real.

— Para ser un sueño el golpe que casi me doy en la ducha ha sido muy real.

Sonriendo, aunque preocupado por eso que ha dicho, me incorporo sentándome, abriendo los ojos, encontrándome de frente con Plann, mirando su cuerpo, tomando sus manos entre las mías, revisando cada parte de su cuerpo, deteniéndome en sus piernas, en la izquierda que tiene una rojez en gran parte de ella.

— Lo siento por eso —intento soltar una de mis manos pero me lo impide —¿te duele?

— No me duele, no —sus manos se posan sobre mis mejillas —pero deberías poner algo en el suelo de tu ducha o un día tendré que ir a verte a urgencias y no me apetece estrenar novio de esa forma.

— Lo haré no te preocupes —me inclino hacia Plann dispuesto a darle un beso, siendo detenido por su mano en mis labios —¿qué haces? Quiero darte un beso.

— Primero cepillate los dientes —le miro, viéndole alejarse —mejor desayuna, luego te cepillas los dientes, te duchas, vistes y después tendrás tu beso.

Atónito por todas las cosas que acaba de soltar en segundos le veo salir de la habitación.

Bajando también de la cama, decidiendo no seguir ese orden, voy directo al cuarto de baño, el cual aún está lleno de ese vaho que se forma después de la ducha. Abriendo el grifo espero a que se caliente el agua, lo cual no tarda en hacer, preparando mientras la ropa que voy a llevar hoy aunque aún no tenga un plan concreto, entrando finalmente, cerrando los ojos ante la agradable sensación que transmite el agua ahora templada contra mi piel.


Termino de secarme, dejando la toalla donde corresponde, el secador en su sitio y me visto, mirándome en todo momento en el espejo pensando si es la elección correcta la que he hecho, en si debería vestirme de forma más adecuada.

Tirando de mi camiseta hacia arriba me detengo por un momento, más que nada por ver a Plann a mi espalda a través del espejo, siendo detenido por sus manos sobre las mías.

— No te cambies —giro entre su cuerpo y el lavabo, mirándole —Mean estás bien así vestido. No necesitas ponerte de gala por mi.

— O quizá si —apoyo mis manos sobre el lavabo —primera mañana de novios y ya me has rechazado un beso. Al menos dejame ponerme guapo para ti. O intentarlo.

Su cercanía cada vez más próxima debería hacerme retroceder pero no lo hago, siendo el instinto de mi ser pasar mis manos por su delgada cintura, acercándole más si es posible a mi cuerpo. Inclinándome le veo cerrar los ojos, siendo una sonrisa automática la que se instala en mi antes de atrapar con los míos esos labios que tantas sensaciones despiertan en mi, que me despierta a mi por completo siendo mejor incluso que una taza mañanera de café.

Moviendo una de mis manos de su cintura, sin apartar la otra, profundizo el beso dejándola en el hueco de su cuello, haciendo más profundo, intenso incluso el beso cuando atreviéndome deslizo mi lengua entre sus labios, rozando permisivamente la suya, volviéndose más real, más intenso en el momento en que mis ojos se cierran, sus piernas se aferran a mi cintura, dejándonos ahora en la habitación con tan solo unos pasos caer sobre mi cama.

Apretando sus manos enlazadas con las mías muevo mis caderas, rozando su cuerpo, ese punto concreto con el mio propio, creando una sensación de calor que nos invade a los dos.

— Mean —emito un pequeño gruñido, dejando un suave beso en su cuello y una bonita marca —vámonos de compras.

Sentándome de rodillas entre sus piernas le miro, aún acostado y con nuestras manos unidas a ambos costados de su cuerpo.

— Si quieres claro.

Vuelvo a inclinarme, a besar esos labios que tan loco me vuelven, acepto, saliendo no mucho después de casa, subiendo a mi coche, conduciendo en todo momento con una mano en el volante fija y la otra sobre su pierna, enlazada con la suya.

— ¿Qué es lo que quieres comprar exactamente? —doy un nuevo giro, entrando en la zona comercial —y no me digas que algo para el suelo de mi ducha por favor. Estamos empezando bien el día como para hablar de eso.

— Es en parte una de las muchas cosas que voy a comprar para la seguridad de mi novio.

Negando no puedo evitar reír, gruñir entre carcajadas suyas y mías que es un idiota, aparcando finalmente en un parking subterráneo, saliendo directamente, y de la mano, al edificio concreto donde se encuentra la mayor parte de tiendas ya sea de ropa, como de menaje del hogar, como restaurantes una planta más arriba al igual que ese cine al que nunca he ido.

— Compraremos lo que quieras pero después me dejarás invitarte al cine —le veo negar —voy a invitarte igual. Nunca he ido y ahora que tengo novio no pienso privarme de nada.

— ¿Nunca has ido al cine? —niego, sintiéndome algo ridículo ahora —¿estoy saliendo con un cincuentón y me has mentido?

Negando una vez más, apretando mi mano bajo la suya, entramos en esa tienda que señala primero con cosas para decorar adecuadamente una casa. Es enorme, gigante incluso y ciertamente agobiante según vamos pasando un pasillo tras otro.

Deteniéndonos en la zona donde Plann tanto desea le veo desde su lado izquierdo intentar decidirse por una alfombrilla en concreto, terminando con una en mi mano libre con estampado de patitos de goma, viendo esa sonrisa tan dulce que ahora sabre siempre que la usará para que no me niegue, yéndonos de la tienda después de pagarla, guardándola lo mejor posible en la bolsa no siendo necesario que la vea todo el mundo.

— Vamos a entrar ahí —señala una tienda de ropa.

Quedándome en la puerta, Plann ya habiendo entrado en la tienda, miro a mi alrededor, sintiéndome repentinamente inquieto, como si algo incomodo estuviese por suceder, saliendo de mi pequeño trance en el momento en que mi novio toma mis manos, devolviéndome a la realidad.

— Este plan también es de novios, vamos.

Siguiéndole dentro de la tienda, por entre los pasillos, nos detenemos en uno en concreto, decidiendo no pensar más en esa sensación que hace un momento he sentido, centrándome unicamente en mi novio, en cada prenda que mira, ayudándole a escoger, terminando en el mismo probador con lo que él denomina como ropa que podemos llevar en pareja.

— Te queda mejor a ti —a su espalda, le abrazo por la cintura —no creo que haya algo que te quede mal la verdad.

— Mi novio me queda perfecto —sonrío sin soltarle —¿nos los llevamos?

Asintiendo, de nuevo vuelvo a sentir esa sensación, incorporándome al reconocer esa voz que de la nada y sin previo aviso se dirige a nosotros, teniendo como único instinto el de proteger a Plann.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now