Capitulo Ocho

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Mean

— ¿Vas a decirme porque haces esto?

Esa pregunta aún ronda por mi cabeza, incluso ahora que estoy acostado en mi cama después de darme una ducha y ponerme un pijama limpio, cenando aquí sentado mientras veo una película demasiado aburrida, desviando mi atención a Plann, quien no ha querido moverse de mi lado aunque está profundamente dormido, emitiendo por entre sus labios suaves ronquidos.

— Tu que querías saber y te duermes.

Acomodándome mejor en la cama intento dormir también, dando una vuelta, otra, apartándome cuando rozo con su cuerpo, finalmente terminando por ponerme en pie, sintiéndome algo mareado con un par de pasos que doy, ignorándolo hasta salir de la habitación, dejando a ese ocupa dormilón en mi cama yendo a la sala, encontrándome con cierta sorpresa que si no me esperaba.

— ¿Qué haces tu aquí?

— Tu asistenta me ha dejado pasar y decía que estabas dormido —me aparto cuando Sunan se acerca —pareces muy despierto. ¿Estabas con ese idiota que nos vio?

— Lo que hacia o no hacia ya no es asunto tuyo —me aparto de la puerta —vete de mi casa. Vete ahora que te lo estoy pidiendo de buenas maneras.

Cruzándome de brazos me impongo en mi intención y deseo de que se marche cuando antes, retrocediendo cuando se acerca, tanto que cada paso me hace tensarme hasta el punto de sentir su aliento cerca de mis labios, apartándome como puedo antes de que el beso que está por darme pase a ser real, frunciendo el ceño, abofeteándole en la mejilla con tanta fuerza que hasta a mi me duele.

— Largate de mi casa porque lo nuestro se ha terminado hace mucho Sunan —le llevo hasta la salida —ya no siento nada por ti. Vete y no vuelvas ha acercarte a mi ni aunque me veas en el centro o cualquier otro lugar de la calle.

Se resiste, no se mueve ni cuando abro la puerta indicándole sin más palabras que salga y no vuelva nunca. Mirándole en todo momento, cada vez con menos paciencia, veo como su cuello, su cabeza se mueven hacia un lado, mirando en la misma dirección, tensándome en el momento en que Plann aparece aún con señales de que está más dormido que despierto reflejados en su cara.

— Largate antes de que te vea —le empujo hacia fuera cerrando —¿qué haces despierto ya?

— Te he escuchado hablar con alguien y me he despertado —me dejo caer contra la puerta en el momento en que me mira —¿ha venido alguien?

— No, nadie y no hagas preguntas —vuelvo a mi habitación —la próxima vez duérmete en tu cama si no te importa.

Tumbándome me abrazo a mi almohada, la cual por como lo noto tiene impregnado su olor en la fina tela. Cerrando con algo de fuerza los ojos intento no llorar, no derrumbarme y contener las inmensas ganas que tengo de beber ahora mismo, de desahogar la sensación que arde en mi interior con ese veneno liquido que acabará destrozándome.

— Estás pensando en beber —niego aunque ha dado en el clavo —ningún imbécil tiene el derecho de hacerte caer tan bajo.

— Ahora mismo tu eres el mayor imbécil que existe y te iras pronto asique dejame en paz —clavo mis uñas en la almohada —¿no me has escuchado?

El silencio se hace tan fuerte que mi respiración y mis latidos son lo que más se escuchan, al igual que los movimientos de mi cuerpo cuando me incorporo, viendo como en la puerta de mi habitación no hay nadie, que estoy solo, que después de decirme eso se ha marchado quien sabe donde, dejándome aún más vacio, con más deseos de beber que nunca, conteniéndome una vez más cuando mi estomago hace de las suyas, llevándome hasta el cuarto de baño con las ganas de expulsar lo que contiene además de toda la asquerosa tensión que cada vez se acumula más.

— Maldito día el que fui a recogerte —gruño, cepillándome los dientes —no había otro para recogerle..

Aclarándome la boca, limpiándome los restos, salgo del cuarto de baño, de mi habitación, arrastrando mis pies hasta la entrada donde me calzo y salgo, siendo recibido por el intenso y bochornoso calor a pesar de ser de noche, sentándome en la misma entrada, mirando hacia la nada sin apenas pestañear, pensar, moverme, dejando todos mis sentimientos guardados en un lugar profundo en mi interior, respondiendo sin mirar esa llamada que me llega de mi cabreado padre.

— ¡Deja de tratar mal a Plann! ¿Eres un niño Mean?

— No soy un niño y tampoco le he tratado mal como para que me llames gritando —miro a mi espalda, justamente a ese que se supone que hoy he tratado mal —está claro que tu darías tu vida por un extraño que está en casa temporalmente que por tu propio hijo. ¿Sabes que cuando él se marche yo seguiré aquí? Aunque supongo que te da igual porque te pasas más tiempo en la oficina o en casa de tu amante que en la tuya propia. Nunca has sido un buen padre y ya a estas alturas de la historia me da igual.

Finalizo la llamada sin escuchar más de sus gritos, sin dejar de mirar a la causa de porque mi vida en tan poco tiempo ha dado un giro tan brusco, acercándome a él sin cambiar mi seria expresión facial ni cuando me detengo a escasos pasos de su cuerpo, cerrando los ojos, guardándome las ganas de volver a besarle aunque roce sus labios, sienta su respiración acelerada, volviendo a encerrarme en mi burbuja para lo que resta de día, de noche más bien.


Plann

Escuchar esa conversación me ha dejado toda la noche con mil pensamientos, con tal pesar que ni dormir he podido.

Es temprano ahora por la mañana y las ganas de levantarme no existen, quedándome un poco más mirando hacia el techo, pensando en todo y en nada, incorporándome rápido cuando escucho algo que llama demasiado mi atención, que me pone en alerta, saliendo rápidamente tanto de mi cama como de la habitación.

Los gritos fuera de la casa cada vez son más fuertes, acercándome hasta el punto de poder escuchar perfectamente cada palabra.

— ¡No puede irse así! —Malai es la que habla —no puede abandonar la casa como si nada.

— No me voy como si nada —un portazo en el momento en que abro la puerta —además le tiene a él hasta el día que se vaya. Yo no pienso volver Malai. Me voy a mi propia casa donde nadie me moleste.

Malai llorando como si fuese su propio hijo el que se va de casa, Mean tan terco y enfadado se sube a su coche, uno que antes no vi porque no es con ese con el que fue a buscarme, y se aleja dejando todo atrás sin importarle nada en absoluto.

— ¿Qué ha pasado para que se marche así? —abrazo a la mujer con cariño —estoy seguro de que acabará volviendo. Quizá necesita tiempo.

— Sabia que ese noviazgo suyo solo traería más problemas para Mean —la abrazo un poco mejor, notando la agitación de su cuerpo contra el mio —y discutir con su padre no ayuda. Es un niño que no ha recibido cariño nunca aunque tenga veintidós años ahora mismo. No quiero que por culpa de esos desgraciados pase algo horrible.

— La madre de Mean.. ¿viaja en realidad tanto? —me atrevo a preguntar —perdón si me meto donde nadie me llama pero ¿es así?

— Esa señora no es su madre.

Atónito por las seis palabras que acabo escuchar me quedo donde estoy, viendo como se limpia sus propias lágrimas, entra en casa, mirando hacia donde hace unos minutos Mean estaba, por donde se ha marchado, sintiendo como mi cerebro intenta asimilar esa noticia y en como debe sentirse él si es que sabe que su madre no es su madre y en quien realmente pueda serlo.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now