Capitulo Uno

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Mean

Nunca he tenido paciencia para esperar y mucho menos cuando se trata de alguien a quien no conozco y de forma obligada tengo que recoger en pleno aeropuerto porque mi padre está demasiado ocupado con su amante como para hacer esta simple y molesta tarea.

Esperando aún veo en el reloj de mi móvil como han pasado ya doce minutos y ni rastro de ese descarado que se atreve a retrasarse, quitándome de mi valioso tiempo para vete tú a saber que hará.

Girando una vez más para comprobar antes de dar media vuelta e irme le veo llegar, reconociéndole por una fotografía que previamente me han mostrado de él, cargando con una maleta enorme con la que no me molesto en ayudarle cuando llegamos al coche de mi padre, prestado exclusivamente para esto, subiendo en el lugar del conductor mientras la guarda en el maletero, viéndole por el espejo retrovisor hasta que lo cierra, subiéndose a mi lado sin pedir permiso, abrochándose el cinturón de seguridad.

— Tendrás un hotel donde vas a quedarte ¿verdad? —pregunto con evidente irritación —dime su nombre.

El chico a mi lado busca entre sus bolsillos sin encontrar nada. Frustrándose sigue buscando hasta que lo saca de su bolsillo izquierdo, leyéndome la dirección que comprendo de inmediato como la casa de mis padres.

— Dime que es una broma —niega con total seguridad —no vas a ir a la casa de mis padres. ¿Quien te crees que eres?

— El invitado de tus padres, hijo de un amigo de tu padre y por ello si debes llevarme allí. Si tienes problemas con eso a mi no me lo debes reclamar sino a tu padre.

Frunciendo el ceño acelero, obligándome minutos después a frenar con cierta brusquedad cuando llegamos a un semáforo en rojo. Aprovechando este momento en el que estamos parados frente a un semáforo en rojo me giro hacia él, del que ni conozco el nombre aún, dispuesto a dejarle las cosas claras.

— Te llevaré allí solo porque no quiero problemas pero como te acerques a mi habitación te ahogaré en la piscina como tenga oportunidad —le señalo con firmeza —no te quiero ni cerca de mi habitación ni de mi mismo. Si da la casualidad que tenemos que compartir espacio haz como si no estuviese y no te dirijas a mi ni aunque te lo pidan.

— No tengo tampoco intención de interactuar con un capullo narcisista que se cree el amo y señor de todo cuanto le rodea —frunzo el ceño —y conduce que ya se ha puesto en verde.

Cambiando la marcha conduzco de nuevo, poniendo ya rumbo a casa sin detenerme de nuevo, aparcando donde acostumbro, bajando sin esperar, sin ayudar, sin molestarme por nada más que por entrar en casa, dejar mis zapatillas en el lugar correcto sin que molesten y encerrarme en mi habitación, dejándome caer boca abajo en la cama.

— ¡Phiravich! —el grito de mi padre me hace gruñir, girándome al mismo tiempo —no te he pedido que fueses a por Plann para que le tratases de esa forma tan egoísta.

— Es un idiota y yo no soy su niñero —vuelvo a la posición de antes —encargate tu que es el hijo de ese señor amigo tuyo.

— Yo no puedo cuidar de él por eso te lo he impuesto a ti y de paso aprendes a cuidar de alguien y ser menos inmaduro —me siento de forma rápida y algo brusca —ahora está instalándose pero siempre que necesite algo le ayudarás y ni una sola queja.

En el momento en que cierra la puerta me permito arrojar contra ella lo primero que encuentro, revotando contra la madera tratándose de mi despertador que acaba roto y esparcido por la habitación, saliendo sin molestarme en recogerlo, yendo a la cocina donde continua la cosa yendo mal cuando le veo justamente a ese idiota con un nombre ridículo, tomando un vaso de leche tan tranquilamente, ignorando mi persona.

Sirviéndome zumo en un vaso de cristal vuelvo a salir, deteniéndome cuando escucho su voz.

— Tu padre me ha dicho que estás a mi disposición —me giro hacia él —tu plan sale mal.

— No voy a hacer de niñero para ti asique buscate la vida.

Dicho eso, ignorándole, vuelvo a mi habitación donde paso el resto de la mañana, saltándome incluso la hora de comer, durmiendo por varias horas, despertándome más cansado e irritado, entrando en mi baño, en la ducha, saliendo minutos después algo más despejado.

— Te he dicho que no entres en mi habitación —me acerco, quitándole lo que ha cogido, dejándolo en la cama —haz el favor de largarte o te echo yo y no seré amable.

— Obligame entonces porque no me iré.

Agarrando su brazo sin cuidado, sin preocuparme le empujo fuera de mi habitación, llevándole hasta su habitación que lamentablemente está frente a la mia, dejándole ahí, soltándole, cerrando de un portazo antes de volver a mi habitación, pasándolo de largo hasta la entrada, cerrando a mi espalda, alejándome con pasos rápidos, pisadas furiosas, deteniéndome demasiado lejos al percatarme que ni las zapatillas me puse, volviendo a casa con la cabeza bien alta si pero también con un dolor fuerte en mis pies por no pensar, por dejarme llevar por el enfado que ese me provoca desde el momento en que le recogí del aeropuerto.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now