Capitulo Veintitrés

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Mean

No debería estar forzándome así aunque la herida esté mejor. Descansar es la única prioridad en mi y aquí estoy, de pie junto a mi novio, con nuestras manos enlazadas, viendo la primera opción para nuestro futuro hogar de pareja, viendo como la duda de pronto se instala en Plann, comprendiendo sin dejar de escuchar a la mujer que nos atiende que no es lo que quiere, teniendo desde un principio una idea completamente distinta, la cual compartió conmigo.

— Disculpe —miro a la mujer —siento interrumpirla. La casa no está nada mal pero no es lo que mi novio y yo buscamos.

— ¿Estáis seguros? —ambos asentimos —puedo mostraros otra opción o otras mejor dicho si lo queréis y tenéis tiempo.

Mirando a Plann al igual que él a mi nos disculpamos un momento con la mujer, llevándole aparte.

— He visto en tu cara que no te gusta —no necesito que asienta para saberlo —¿quieres que miremos otras opciones hoy?

— ¿Tienes tiempo? —asiento despacio —está bien pero que nos muestre lo que pedimos o buscaremos por nosotros mismos.

Aceptando esa condición suya, dejando un beso suave en sus labios, volvemos con la mujer, marchándonos después de explicarle que es lo que buscamos, pasando así tantas horas como descartes que hacemos tanto Plann como yo, siendo muchas de las viviendas que nos muestra demasiado pequeñas aunque cuenten con lo que queramos, volviendo a casa tal cual hemos iniciado el día de hoy.


Plann

Estoy solo en casa de Mean desde que ha tenido que irse a trabajar, recibiendo una llamada de su padre cuando estábamos por comer, terminando por hacerlo solo, guardando el resto para su vuelta que estoy más que seguro será por la noche.

Aún en la cocina miro a mi alrededor, pensando en que debería hacer, decidiendo por salir a la calle, distraerme en lugar de quedarme aquí viendo pasar el tiempo de forma en que solo me aburriré.

Cogiendo mis llaves, poniéndome mis zapatillas en la misma entrada, salgo de la casa, no mirando atrás en cada paso que doy, alejándome tanto que a penas me doy cuenta hasta que llego a una calle, una urbanización que ni conozco.

Fijándome bien en el lugar, en las casas cada una siendo individual, me atrevo a adentrarme, viendo de mejor forma cada una de ellas, deteniéndome casi al final de la misma, viendo el cartel de venta en una en la que la fachada es de un tono azul, con las ventanas en colores también claros dando una imagen agradable de la vivienda que además consta por lo que veo con un jardín. Sacando mi móvil del bolsillo de mi chaqueta no dudo en marcar, esperando tono a tono hasta que una voz femenina, ciertamente dulce, responde, explicándole que estoy frente a la vivienda en venta, acordando no mucho después que la espero aquí mismo para verla, sentándome después de guardar mi móvil en lugar de llamar a Mean para contarle, dejándolo para después si resulta que es lo que buscamos.

— Usted debe ser el señor Kijworalak —una mujer, joven, aparece frente a mi —¿está listo para ver la casa?

Asiento parando tras la mujer, quien con un manojo de llaves en su mano, usando la correcta abre la puerta. Siguiéndole al interior de la vivienda, observando cuanto nos rodea aún siendo solo la entrada, no puedo de momento decir nada negativo, agradándome cuanto veo.

— Como ve la entrada es bastante amplia y cuenta con un espacio propio para que guarde su abrigo y zapatillas nada más entrar en la vivienda —asiento viéndolo por mi mismo —el espacio es abierto para comodidad de quien habite esta vivienda en un futuro aunque por supuesto todo tiene su propio espacio por separado como son las habitaciones y el salón.

Siguiéndola de cerca en todo momento comprendo a que se refiere con espacio abierto cuando llegamos a la cocina, la cual cuenta con la distancia correcta con el que es el comedor, donde si viviésemos aquí comeríamos Mean y yo. Alejándonos de esta parte exacta me muestra el salón, el cual tiene un buen espacio y un enorme ventanal, el suficiente como para ver el jardín además de entrar luz solar.

— ¿Y bien que le parece? —miro el espacioso jardín que si cuenta con una piscina —¿tiene alguien con quien compartiría la vivienda?

— Mi novio —miro a la mujer —y me encanta la casa. ¿Podría ser posible que esperásemos y que Mean la pueda ver?

Con un movimiento de cabeza respondiéndome positivamente me deja el espacio suficiente para hablar con Mean, quien al parecer está como bien me dice saliendo ahora de la empresa. Indicándole con ayuda de la mujer donde nos encontramos, finalizo la llamada, esperando ahora solo en el jardín en lo que la mujer entra en la vivienda a esperar su llegada.

La llegada de Mean no se hace mucho de rogar, entrando en la vivienda que yo ya he visto, viéndola de nuevo con su mano enlazada a la mia, escuchando cuanto la mujer le explica, cada pregunta por parte de mi novio, sabiendo por su expresión, aunque ha llegado bastante serio, que le gusta tanto como me ha gustado a mi.

— ¿Qué te parece? —le pregunto en cuanto nos quedamos a solas en el jardín —no es una casa tan grande como la tuya porque es imposible que lo sea pero tiene todo cuanto necesitamos para ti y para mi.

— ¿No crees que deberíamos buscar más? —niego —quizá algo más grande nos haría sentir más cómodos porque tendríamos más espacio.

— ¿Para que quieres más espacio? —le miro confuso —¿me estás queriendo decir que de vez en cuando querrás perderme de vista?

Su negativa como respuesta debería aliviarme, lo cual si hace, hacerme sonreír, pero me mantengo firme, soltándome para cruzarme de brazos, manteniéndome así incluso cuando me llena de besos, consiguiendo derrotarme cuando estos caen directamente en mis labios, correspondiéndole ahora abrazado a su cuello, tan solo separándonos cuando escuchamos a la mujer, su pregunta si nos quedaremos con la casa o no, mirando a Mean y a la susodicha dispuestos a darle nuestra respuesta.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now