Capitulo Diez

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Mean

Mirando mi taza de café pienso en si ha sido buena idea quedar con mi madre, no la biológica sino la que todos hasta ahora han creído que es mi madre de verdad, mirando a la mujer frente a mi, viéndola dar un trago a esa tentación que me he prohibido a mi mismo desde hace ya trece días, dos semanas demasiado largas en las que he estado por rendirme, resistiéndome con las pocas fuerzas que me quedaban para contenerme.

— Deberías pensar en volver hijo a casa —miro a la mujer frente a mi, negando —se que no soy tu madre biológica pero te lo estoy pidiendo con todo el cariño que siento por ti desde mi lado maternal, por todos los años que te he cuidado y criado como si fueses mi hijo.

— Te agradezco cada año que me has criado y todo el amor maternal pero incluso Plann ha descubierto que Malai es mi madre y esa mujer no me ha criado —doy un sorbo a mi café —solo por haberme alimentado porque para eso la contratasteis no quiere decir que pueda considerarla mi madre.

— Pero lo es y ya es hora de que lo aceptes que no eres un niño —me cruzo de brazos —¿vas a vivir solo? Sabes que para eso necesitarás dinero y tu padre no te lo dará ¿verdad?

— Trabajo en su empresa, debe dármelo.

— Vuelve a casa hijo y deja ya este juego tan inmaduro.

Cogiendo mi taza aún llena de café doy un trago más largo, casi bebiéndomelo del todo, volviendo a dejarla sobre la mesa dispuesto a negociar a cambio de volver a casa.

— Volveré con una condición —cruzo mis manos sobre la mesa —no quiero que volváis a usarme de niñero para hijos de amigos de mi padre ni que se hable de lo que ha pasado. Y quiero mi libertad incluso aunque tenga que ir a esa empresa a trabajar.

— Está bien Mean tendrás lo que pides. Vamos a recoger tus cosas.

Terminando mi café y ella su copa de vino, después de que pague por ambas consumiciones, salimos del local subiendo a su coche y nos dirigimos a la vivienda donde he estado viviendo estos días y de donde me voy hoy mismo, quizá vuelva algún día o quizá no.

— ¿Entro a ayudarte? —niego, bajando del coche —te esperaré aquí.

Sin molestarme en responder cierro la puerta y me acerco a mi casa, entrando, cerrando a mi espalda yendo directo a mi habitación donde saco la misma maleta que cogí cuando vine hasta aquí llenándola de nuevo de ropa, de la que saqué de mi vestidor hace varios días, cerrando la maleta una vez termino, sentándome en la cama, pensando en si de verdad es la mejor opción volver a esa casa, a pesar de ganar con mis condiciones impuestas para regresar. Tirando del asa de mi maleta reviso primero mi móvil y salgo de la habitación al ver que nada tengo a modo de notificación, saliendo de la casa, cerrando con llave, volviendo al coche, a subir una vez guardo las cosas en el maletero.

El viaje de vuelta a casa no es largo aunque tampoco corto y cuando llegamos de lo último que tengo ganas es de soportar los saludos excesivos, pasando de largo a mi padre y a Malai, encerrándome en mi habitación, disfrutando de un largo y templado baño hasta que el agua queda fría, y aún así retraso el salir del agua, envolviéndome en un cálido albornoz blanco, metiéndome en la cama, abrazándome a mis piernas, revisando mi móvil una vez más, sorprendiéndome por un momento al ver un mensaje por su parte, dejándolo sin responder porque no se muy bien que decirle, respirando hondo, mirando ahora hacia el techo.

— Mean —miro a Malai sentándose a mi lado —mi pequeño ¿has estado comiendo bien estos días? Dime que no has vuelto a caer en esa horrible adicción.

— No me llames así.. y no, no he bebido —le doy la espalda —quiero estar solo ahora mismo.

— Pero soy tu madre y me preocupo por ti —deja ligeramente su mano caer en mi espalda —se que no me ves como tal pero lo soy y mi deber es cuidarte.

— Quizá no necesito que tu me cuides —me siento mirándola —he pasado toda mi vida siendo criado por una mujer que no es mi madre pero me ha cuidado como tal. Tu le diste los derechos sobre mi vida a mi padre y a esa mujer para que me criasen y no te lo reprocho. Bastante que no pongo quejas porque estés aquí y no deje que nadie te juzgue por eso. Incluso Plann ha sabido de esto y por tu culpa.

— Plann es un buen chico —niego volviendo a darle la espalda —en tu ausencia llamó preguntando si habías vuelto.

— No quiero hablar de él ahora —me abrazo a la almohada cerrando los ojos —vete y que nadie me moleste.

Su mano aún en mi espalda la siento por un rato más, escuchando sus pasos tranquilos alejándose por la habitación, escuchando la puerta siendo cerrada, quedándome finalmente solo, manteniendo mis ojos cerrados, la esperanza de poner dormirme, derramando silenciosas lágrimas, sintiendo cada latido de mi corazón y mi respiración demasiado pesada incluso cuando me duermo.


Plann

— Casa de la familia Attachitsataporn —es él —¿hola? Si se ha equivocado por favor cuelgue y llame al número correcto.

— Has vuelto a casa —siento su respiración entrecortándose al otro lado de la linea —¿qué te ha hecho cambiar de opinión y volver?

— ¿Te importa? —niego aunque no me vea —tu ya estás haciendo tu vida y no te debería importar lo que haga o deje de hacer.

— Llamaba para disculparme contigo por la forma en la que me despedí de ti pero pensándolo mejor creo que me ahorraré esas palabras —dispuesto a colgar me detengo —no se ni para que me molesto en llamarte si sigues sie..

— Me gustas —sus palabras interrumpen las mías, tensándome —me gustas Plann aunque seas un idiota, un cotilla y un descarado sin nada mejor que hacer que molestar.

— ¿Te gusto? Lo siento Mean pero llegas tarde y no voy a dejar que me engañes con cosas así después de como te has ido, de como fue el tiempo que estuve allí y de que me dijeses que me perdiese en el momento en que me fui a despedir de ti —respiro profundamente —tus palabras me hicieron daño y yo no soy un muñeco con el que puedes jugar y cuando te aburras lo guardas y no hay problema. No hagas más tonterías y al próximo en lugar de tratarlo mal y hacerle la vida imposible dale un margen de adaptación. Al menos para que sepa como lidiar contigo.

Finalizo la llamada, sintiendo un pequeño sentimiento de culpa en mi interior, dejando caer el teléfono en su soporte, saliendo del salón de mi casa, reuniéndome con mi primo en la salida, cerrando la puerta a mi espalda, siguiéndole hasta donde sea que vayamos intentando ignorar cada palabra mia y esas dos suyas que han dejado un amargo sabor en todo mi ser.

Cuando nadie veWhere stories live. Discover now