Capítulo I

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El Principio del Final

"Una historia no tiene comienzo ni fin: Arbitrariamente uno elige el momento de la experiencia desde el cual mirar hacia atrás o hacia delante". - Graham Greene.

     Era un día muy caluroso. El sol, como si fuera un pequeño niño molesto, bramaba contra el mundo sus más potentes rayos solares. Sin embargo, tal bramar no duraría mucho, pues, según la experiencia me dictaba, luego de tal soleada, viene una gran vaguada. En sí, el conocimiento empírico decretaba que, según la iluminación del sol, podría haber o no lluvia en un futuro cercano. Una iluminación tenue no significada nada, pero una iluminación vibrante como la que sucedía el día de hoy, significaba una vaguada segura.

     Sin embargo, mientras eso llegaba, aún quedaban algunas horas del arduo calor, situación que respaldaba el hecho de que me encontrase encerrado en mi habitación, pues allí contaba con la presencia de un pequeño aire acondicionado el cual, como buen servidor, enfriaba todo lo que estuviese a su alcance. No obstante, era el único "lujo" con el que contaba, ya que el resto de mi habitación se resumía a un armario antiguo, una pequeña mesa de noche y una cama un poco desaliñada, cuyo estado actual se debía a mi constante desdén por el orden de mi pequeña madriguera. 

     También poseía una mesa para el televisor, pero un pequeño accidente hizo que el mismo se estrellara contra el suelo y fuese el fin de mi tan preciado aparato electrónico, por lo que la mesa se hallaba vacía desde hace ya un tiempo. Si no fuese por la ropa que hay en mi armario, la habitación que tengo podría ser considerada por un extraño como vacía.

- Hijo, ven a comer. - Gritó mi mama desde la cocina. Ella era una mujer de carácter fuerte, pero a la vez amoroso. Tal vez esa ambigüedad era lo que hacía que nos lleváramos tan bien.

- Ya voy, mama. - Le respondí. Hice un intento de pararme de mi cama, pero fallé, ya que estaba lo suficientemente cómodo como para alejarme de ella, por lo que en vez de pararme me volví a acostar con los brazos extendidos.

- Hijo, la comida se enfría. - Volvió a gritar. Sabía que estaba perdiendo la paciencia, por lo que debía ir rápido a comer antes de que me ganara una futura reprimenda.

     Me paré de la cama con mucho pesar, y me dirigí perezosamente a la puerta. Coloqué mi mano en el picaporte y, cuando me dispongo a girarlo, el sonido de varios carros estacionándose cerca de la casa me lo impide. Segundos después, escuché un sonido muy particular, aquel sonido que acompañaría mi día a día en el futuro: Un disparo. Acto seguido, una serie de detonaciones empezaron a escucharse. Inmediatamente suelto el picaporte y doy unos pasos hacia atrás.

     No era común escuchar disparos por mi vecindario, y la falta de ventanas en mi habitación me hacía difícil la tarea de esclarecer que era lo que realmente sucedía. Decidí salir de mi cuarto, por lo que me volví a acercar a la puerta, pero esta fue abierta por otra persona: Era mi padre.

- Hijo, escóndete hasta que vuelva. Cuando me vaya, colócale seguro a la puerta. No salgas sin importar lo que escuches. - Dijo, y acto seguido, trancó la puerta, sin darme oportunidad de preguntar ni opinar nada.

     La cara de mi padre, en la cual siempre reinaba una seguridad serena, fue eclipsada por un temor visible. Se le notaba que no entendía que estaba pasando, al igual que yo, por lo que mi mejor opción fue hacerle caso. Rápidamente, evalué la situación.

- ¿Dónde puedo esconderme? - Pensé. No tenía muchos escondites en aquella casi vacía habitación, por lo que mis opciones se resumían a mi armario y a mi cama.

     Las continuas detonaciones hacían que mis nervios aumentaran rápidamente. Deduje que, si alguien quisiera buscarme, el primer lugar donde buscaría seria mi armario, por lo que decidí inmediatamente esconderme debajo de mi cama. Me dirigí hacia ella, me agaché e intenté entrar. No era fácil, pues ya estaba un poco grande, sin embargo, al final pude ingresar. El olor a humedad y polvo que allí había era ahogador, pero podía aguantarlo.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora