Capítulo XIX

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Caminos Separados

"Nunca se va tan lejos, como cuando no se sabe a dónde se va". -Octavio Paz.

     Inmerso en esos pensamientos, los cuales reinaban seguramente en las mentes de todos los habitantes de la casa, logré milagrosamente conciliar el sueño. Éste fue corto y superficial, como si la angustia que habitaba en mi cuerpo por el día de mañana no fuese permitido que el mismo descansase, sino que más bien adelantara el tiempo y llegase ese día de una vez. Así pues, antes de darme cuenta, ya estaba despierto y duchándome para ir a lo que posiblemente sería nuestro último desayuno juntos los tres. Anya, al parecer, tuvo el sueño más liviano que el mío, pues cuando desperté ella ya no se hallaba en el cuarto, y mientras me dirigía al baño, logré visualizar a una Emma callada pero ansiosa subiendo las escaleras hacia mi habitación, seguramente, para marcar el día en el calendario. Definitivamente, todos estábamos afectados por lo que haríamos hoy.

     Salí de la ducha, para luego vestirme e ir al comedor. Una vez allí, me esperaban sentadas Emma y Anya, ambas silenciosas. Me incorporé a la mesa, para luego notar que aún no habían colocado el desayuno; me fuese levantado a buscarlo, de no haber sido interrumpido.

- Los quiero, muchachos... –Dijo Emma. Ante esas palabras, Anya y yo movilizamos nuestras miradas y atención hacia ella. -...y de verdad quisiera ir con ustedes. En este poco tiempo, se han vuelto la única familia a mi lado con la que puedo contar, en la que puedo apoyarme, y estar frente a la posibilidad de perderlos no es fácil para mí. –Expresó, mientras se le hacían aguas los ojos. –Sin embargo, no puedo acompañarlos, y espero que me entiendan. Necesito algo sólido, algo confiable, en lo que pueda apoyarme, y mientras no tenga evidencias de que la Resistencia me puede ofrecer eso, prefiero no ir. Prefiero quedarme aquí en la casa, con la esperanza de que ustedes sigan con vida, aunque tal vez ya no lo estén.

    Definitivamente, Emma estaba hablando con el corazón, fruto seguramente de mucho cavilar en la noche anterior. Nunca antes había visto ese lado de Emma, sin embargo, antes de poder reaccionar, ya Anya lo había hecho.

- Tranquila. –Le dijo, mientras le acariciaba una mejilla, seguramente, para quitarle una posible lágrima. Acto seguido, la abrazó. - No tienes que preocuparte por nosotros, pues estaremos bien. Sebastián y yo iremos a ese lugar, buscaremos las pruebas que necesitas y te vendrás con nosotros, para que volvamos a ser la familia que hoy somos. –Afirmó.

     Emma se mantuvo en silencio mientras recibía el abrazo de Anya. En sí, esta escena fue especial para mí, pues las únicas dos personas por las que daría mi vida, estaban frente a mí, compadeciéndose una a la otra, mostrando ese lado humano que todos tenemos, pero que a veces olvidamos.

- Gracias. –Dije. –A los tres. –En ese instante, las dos chicas se separaron y me regalaron sus miradas, en las cuales pude notar una leve confusión – A ti, Emma, por salvarme la vida innumerables veces, y por convertirte en la primera persona por la cual luchar. –Empecé a decir, mientras veía a cada persona según la nombraba. –A ti, Anya, por regalarme a diario tus conocimientos y sabiduría, y por mostrarme que no solo eres una cara bonita, pues te has convertido en mucho más que la suma de tus partes. –Afirmé, regalándole una sonrisa. – Y a ti, destino. –Dijo mirando hacia el techo. –Por haber escogido a estas dos personas para cruzarlas en mi camino, y hacer de mí, quien soy hoy. –Concluí, y acto seguido, las abracé.

     En ese instante, cuando nuestros cuerpos entraron en contacto, fue que todos hicimos lo que queríamos hacer desde que nos levantamos: Empezamos a llorar. Tal vez, fueron lágrimas de nostalgia, por nuestro tiempo juntos, o tal vez de tristeza, por saber que el día de mañana no estaremos juntos los tres; incluso, pudieran ser lágrimas de felicidad, pues, en ese preciso instante, teníamos a nuestro mundo entre nuestros brazos. Y fue allí, en ese momento, cuando pude ver lo bueno dentro de lo malo, la luz dentro de la oscuridad, y la esperanza dentro de la desolación. En resumidas cuentas, pude ver el amor.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora