Capítulo XXIII

31 6 13
                                    

Gracias, Sebastián

"Se separaron. Ella tomó el camino de la izquierda. Él, el de la derecha. Pero olvidaron algo: El mundo es redondo". - Eduardo Galeano.

     Me mantuve en silencio mientras me arrastraban. Uno de los Soldados abrió la puerta de su patrulla, mientras el otro me obligaba a ponerme de pie. A pesar de que me dolía mucho el pie, pude cumplir su deseo, por lo que erguí mi postura para entrar en la patrulla, siendo despojada antes de mi arma. Mi corazón bombeaba sangre rápida y fuertemente, y la adrenalina llenaba cada parte de mi cuerpo, no obstante, no fue suficiente como para poder huir de allí.

     Una vez dentro del vehículo, ambos Soldados se sentaron en los puestos de adelante, encendieron el carro y lo pusieron en marcha. Tenía miedo, mucho miedo, tanto que incluso las piernas me empezaron a temblar solas, sin embargo, no quise parecer débil frente a ellos, por lo que me mostré rígida durante nuestro viaje, dedicándoles la peor mirada que podía.

     Ellos no seguían una ruta en específica, pues sentía que daban más vueltas de lo necesario, detalle que fue aclarado rápidamente.

- No somos Soldados. -Dijo el copiloto. Por mi parte, mi semblante cambió de inmediato, pues el odio fue aplacado por la confusión.

- ¿Que? -Fue lo único que pude decir.

- Que no somos Soldados. -Dijo, esta vez, el piloto, el cual me dirigió la mirada por el retrovisor. En ese instante, desviaron el vehículo hacia un callejón, lugar donde se estacionaron de inmediato.

     Una vez allí, se quitaron las máscaras, dejándome ver a dos hombres de pelo amarillo y ojos azules, cuya piel era surcada por algunas pecas, sin embargo, lo más curioso del caso era que eran exactamente iguales: Son gemelos.

- ¿Que está pasando? -Les pregunté.

- Pasa... -Dijo el copiloto. -... que te hemos salvado. -Afirmó. -Si fueses seguido tu camino, te fuesen capturado más adelante, y por lo herida que estas...

- ¿Y tenían que dispararme para eso? -Pregunté, interrumpiendo su explicación.

- Que te salváramos no significa que seamos buenos. -Habló, esta vez, el piloto. Esa afirmación me hizo recobrar la postura tensa que tenía con anterioridad, pues estaba frente a posibles enemigos.

- Te hemos salvado, por lo que pedimos algo a cambio. -Afirmó el copiloto.

- ¿Que quieren? -Pregunté, recordando la gran despensa llena de provisiones que tengo en la casa.

- Queremos... -Dijo el copiloto... - ¡Todo! -Exclamaron ambos, al mismo tiempo. Acto seguido, el copiloto levantó su arma y la dirigió hacia mí. -Nos guiaras hasta donde te escondes y nos darás todo lo que tienes.

- En cierta forma, te estamos dando una segunda oportunidad para vivir. -Afirmó en piloto. -Por lo que es justo que empieces desde cero.

     Me hallaba, tanto literal como metafóricamente, en un callejón sin salida, pues estaba a merced de ellos.

- ¿Qué Resistencia hace eso? -Les pregunté, intentando atacar su moralidad.

- ¿Resistencia? -Se preguntaron entre sí. - ¡Ninguna! -A lo que ambos rieron.

- Pertenecemos a todas las resistencias... -Dijo el piloto.

- ...pero a la vez, no le correspondemos a ninguna de ellas. - Terminó de decir el copiloto. -Somos... Independientes. -Afirmó

- Sin embargo, también necesitamos comer. -Dijo el piloto. -Por lo que nos hacemos de las cosas de las personas que salvamos pues, en cierta forma, nos lo deben. -Culminó.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora