Capitulo VII

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La Razón de mi Existencia

"El destino es el que baraja las cartas, pero somos nosotros los que jugamos". - William Shakespeare

     Durante el resto del día, Nevado había vuelto a la casa en dos oportunidades, y en ambas me había dirigido hacia hogares que tenían alimentos en buen estado. En cada viaje nos habíamos topados con algunas que otras patrullas de soldados, sin embargo, pude evitarlos con facilidad, ya que la mayoría solo pasaban en sus carros, que eran esos típicos carros todoterrenos usados en las guerras; y aquellos que iban a pie, eran fácilmente distraídos por Nevado, quien me daba la oportunidad perfecta para pasar por algún lado sin ser visto. En el último viaje, nos habíamos alejado casi 8 cuadras de mi casa, lo que me daba a entender que cada vez nos costará mucho más encontrar comida.

     Sin embargo, actualmente me hallaba caminando de un lado a otro por la sala, sumamente preocupada a causa de una nueva problemática: Nevado llevaba casi 4 horas sin volver. Él jamás había tardado tanto tiempo, por lo que múltiples hipótesis que justificaran su tardanza empezaron a invadir mi mente

-Tal vez se perdió. - Pensé, aunque rápidamente fue desechada esa idea de mi mente debido a la capacidad de rastreo de mi perro, lo que le da un perfecto sentido de la ubicación. - Tal vez fue raptado por algún sobreviviente. - Esa idea no fue de mucho agrado para mi mente. Pensar que otra persona se quedara con mi único compañero me atemorizaba. - Tal vez esté herido- Seguí pensando. - o...- No quise imaginar que pudiera estar muerto, pero fue inevitable... Esa siniestra idea me hizo reaccionar, por lo que decidí ir a buscarlo.

     Subí a mi habitación, abrí mi armario y cogí un bolso. Luego bajé y me dirigí a la despensa. Abrí el bolso y en él coloqué todo lo que pudiera utilizar: Un poco de comida y agua, unas gasas, vendas y alcohol, por si se hallaba herido y me tocaba curarlo de emergencia en donde se encontrase. También tomé algunos objetos que me servirían de distracción si me llegase a topar con una patrulla, además de una pistola automática y un silenciador que tenía escondido desde hace ya unas semanas. Verifiqué que estuviese cargado y lo introduje en mi mochila. Acto seguido me la coloqué y salí en busca de mi fiel compañero.

     Al cruzar la puerta, inmediatamente decidí seguir la ruta que había tomado con Nevado la última vez que me llevó hacia una casa, ya que era muy probable que él hubiese partido desde esa casa para seguir buscando. Lo conozco muy bien, es un perro muy listo, por lo que emprendí mi marcha hacia ella. Mientras me movilizaba entre las calles, noté una súbita soledad. Sabía que por estos lugares eran pocas las patrullas que pasaban, pero siempre me encontraba con al menos una. Esta vez no me había topado con ninguna.

     Alcancé pues la última casa a la que me había llevado mi perro, y a partir de allí me dejé llevar netamente por mis instintos. Recorrí unas cuantas calles más, hasta llegar a un cruce. Como era de costumbre, siempre tomaba la precaución de visualizar cautelosamente la calle a la que conducía dicha intersección ya que eso me permitía evitar un encuentro no deseado con alguna patrulla. Para mi ventaja, en la esquina se hallaba un árbol de tallo grueso, el cual utilicé para esconderme. Una vez allí, saqué levemente mi cabeza por un costado y presencié lo que sería la mayor cantidad de Soldados que había visto hasta entonces. Había tres patrullas, todas vacías y dispuestas aleatoriamente en la calle, y una docena de Soldados movilizándose de un lado a otro.

-Definitivamente aquí pasó algo. - Pensé.- ¿Habrá sido algún sobreviviente?- Empecé a especular.- ¿Habrá luchado y se habrá cargado algunos Soldados?- Deseaba con todas mis fuerzas que así sea, pero sabía lo muy improbable que era. Fijé un poco más mi mirada y logré ver un cuerpo tirado en el suelo, el cual, seguramente, estaría envuelto en sangre. - Al parecer, fue al revés.- Pensé, un tanto decepcionada.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora