Capítulo XXVII

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Despertar

"Estamos hechos del mismo material que los sueños..." -William Shakespeare.

- ¿Dónde estoy? - Fue lo único que llegué a pensar cuando abrí los ojos.

     Las imágenes que recibía no eran procesadas por mi mente, pues era una realidad imposible de creer: Me hallaba en el medio del espacio.

- Es un sueño. - Pensé, convenciéndome a mí mismo de que así era.

     Me hallaba de pie, como lo dije anteriormente, en el espacio, siendo sostenido por un piso invisible para mis ojos. Sin poder caminar, mi cuerpo lo único que me permitía hacer era girar sobre su propio eje, permitiéndome visualizar a mi alrededor las imágenes más hermosas que pude haber visto en mi vida: Estrellas, planetas y galaxias, todo ellas estaban a diferente distancia de mi persona, pudiendo ver algunas galaxias a la lejanía y algunas estrellas en la cercanía.

     Así pues, fui encapsulado por la belleza que me conferían los astros: Algunas estrellas mostraban su esplendor dejando ver algunos de los hilos de fuego que de ella se desprendían pues, en sí, todas ellas eran una inmensa bola de fuego. Los planetas, por su parte, mostraban su integridad perfecta al mostrar diferentes colores en su cuerpo, ya que, como los seres humanos, todos estamos hechos de diferentes partes que, juntas, conforman una belleza inefable que ni los más reconocidos artistas han podido reflejar. Así mismo, acompañando a los astros antes descritos, se podía visualizar a lo lejos algunas galaxias, mostrando su típica conglomeración de estrellas y planetas que parecieran ocultas por un humo que, sin más, está formado por polvo cósmico que da ese "Toque de magia" al universo en el que estamos inmersos.

     Todos ellos estaban superpuestos a la negrura típica del universo que, viéndolo desde esta perspectiva, pareciera ser más un azul oscuro que negro como tal. Perfectamente, todo lo antes descrito representaba aquello en lo que, sin saber, ya estamos inmersos pues nosotros formamos parte de ese universo desconocido que tanto hace crecer la curiosidad de todos. De esta forma, era comprensible el verme ensimismado en la realidad que mi mente me había preparado.

      No obstante, de la nada aparecieron tres personas a mi lado. Antes, no había notado su presencia, pero ahora estaban allí, de pie junto a mí, siendo sostenidos por ese piso imaginario que es coparticipe de que me encuentre en este lugar; intenté hablar, pero no me salían palabras. Ellos se hallaban, al igual que yo, ensimismados por la belleza que les conferían sus ojos y, al no poder comunicarme con ellos, decidí seguir visualizando a mi alrededor, esta vez decidiendo dirigir mi mirada hacia mis pies.

     Al bajar mi mirada, pude notar que en el piso de la Galaxia se hallaban una formación de estrellas muy peculiar, las cuales, unidas por unas líneas misteriosas, habían tomado la forma de un animal.

- ¿Un cangrejo? -Pensé, al ver la forma de un titánico cangrejo siendo representada por las estrellas, siendo su impresionante tamaño lo más atractivo de él.

     A penas noté a lo que se hallaba a mis pies, sentí como era tirado hacia un lado, como si viajara a la rapidez de la luz. Subí la mirada y noté que, efectivamente, me estaba moviendo hacia otra zona, pues la realidad en la que me encontraba era muy diferente a donde estaba hace unos instantes atrás: Aquí, aunque seguía en el espacio, podía visualizar un inmenso planeta, tan grande que cubría casi toda mi vista. Él, tan hermoso y perfecto como los demás, era de color verde grama, como si fuera una representación de lo que fuese sido la tierra si los humanos no fuésemos llegado a ella.

- Interesante...- Cavilé.

     Decidí pues, al no tener mucho que ver, bajar mi mirada a visualizar una vez más el cangrejo, aunque esta vez, era otro animal quien estaba de epicentro en la Galaxia: Perfectamente ordenadas, se hallaba trazada una figura en las estrellas con forma de una inmensa garza que, al igual que el cangrejo, le daban un aspecto de respeto y solemnidad.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora