Capítulo XI

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Moneda de Cambio

"No soy producto de mis circunstancias, soy producto de mis decisiones". -Steven Covey.

- ¿Qué buscas? –Preguntó mi agresor. Yo, por inercia, había levantado las manos. Intenté darme la vuelta, para verle la cara a quien me apuntaba con un arma, pero éste lo evitó dándome un empujón con la punta de la pistola en la nuca.

- No te dije que te voltearas. - Expresó en un tono un poco amenazador. –Te lo preguntaré una vez más... ¿Qué quieres?

- Medicamentos. –Respondí. No tenía idea de qué estaba pasando, o por qué no me había asesinado ya. –Antibióticos intravenosos, específicamente. –Aclaré. Él, por su parte, rio por lo bajo.

- Debe ser una emergencia. –Afirmó él, sin quitarme la pistola de la nuca. – Salir a estas horas, cuando ellos están más activos, es muy peligroso. A ver... -Dijo. – ¿Estás dispuesto a hacer lo que sea por conseguir ese medicamento?

     La pregunta me tomó por sorpresa. No sabía a lo que se refería, ni a lo que me expondría al afirmar su pregunta, realmente no entendía nada de lo que estaba pasando, pero decidí seguirle la corriente.

- Sí. –Respondí

- Perfecto. –Dijo él. – Hablemos en un lugar más privado. –Y acto seguido, me quitó la pistola de la nuca. Supuse que ya podía verle la cara, así que me volteé.

- Llámame "Buscador". –Dijo él, mientras me extendía la mano. "Buscador" era un hombre de unos veintitantos años de edad, de contextura atlética, y de piel, ojos y cabello oscuro.

     Él caminó hacia la oficina del farmaceuta, sacó una llave de su bolsillo y la abrió. Yo, como me ordenó, lo seguí y entré al lugar; en otra circunstancia, no fuese seguido a alguien que me apuntó con una pistola, no obstante, tenía el tiempo contado, y si hubiese querido asesinarme ya lo fuese hecho. Al entrar, me encontré con una oficina cualquiera, con el típico escritorio y dos sillas, una frente a la otra; los títulos colgados en la pared, además de unas cuantas plantas en las esquinas, debieron pertenecerle al farmaceuta encargado de la tienda, cuyo cuerpo había visto en el mostrador.

- Como veras...- Empezó a decir Buscador, mientras se sentaba de un lado del escritorio, aun con la pistola en la mano. –...Este lugar ya fue saqueado, así como toda la ciudad. Por esta zona, y creo que, en ninguna otra, encontraras el medicamento que necesitas... –Dijo, mientras hacía ademanes con las manos. Por mi parte, me hallaba parado frente a él, del otro lado de escritorio. -... así que tienes dos opciones: La primera, dejar morir al infeliz que ya está agonizando... –Expresó, mientras contaba con los dedos. -... y la segunda, una más problemática, ir al Mercado de los Susurradores y jugarte la suerte comprando una.

- ¿Mercado de los Susurradores? –Pensé. La primera opción no era válida, así que tenía que ir para ese extraño lugar.

- ¿Qué es el Mercado de los Susurradores? - Pregunté.

- Ese, querido amigo, es el lugar que me da de comer. –Empezó a explicar Buscador, mientras esbozaba una gran sonrisa. – Es el lugar donde encuentras todo lo que necesitas, pero por un precio, claro.

- No tengo dinero. - Expresé.

- ¿Dinero? –Preguntó, mientras soltaba una sonora risa. – ¿Recuerdas el dicho: El Dinero mueve al mundo? –Asentí, sin estar seguro hacia donde iba dirigida la conversación. – Bueno, desde el día en que ellos llegaron, el mundo ya se detuvo, así que el dinero ya no significa nada para las personas. –Expresó. –Ahora estamos en la época medieval, donde asesinar o ser asesinado es el pan de cada día... - Afirmó, mientras golpeaba ligeramente la mesa. Buscador era de las personas que se movían mucho explicando, lo cual va relacionado con su actitud que me resultaba curiosamente amigable, a pesar de haberme apuntado con un arma antes. -... por lo que el sistema monetario también es el de la época medieval: Ahora utilizamos el trueque.

En la Sombra de los SoldadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora